veintiocho. para siempre [pt 2]

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Llegaron a la puerta de entrada de la casa de Matías y Alejo se maravilló por la imagen de fantasia creada por la luz de luna como de los faroles sobre la piel blanquecina de su novio decorada con el carmín de sus cachetes y la punta de su nariz, la sonrisa en su rostro de porcelana, como parecía ser irreal la persona frente a él con sus ojos avellana brillando como dos piedras de ónix, las mismas que ambos llevaban en las alhajas debajo de sus ropas. Todo en Mati podía ser de envidia a los astros en lo alto del cielo y no caía que de tantas personas en el mundo ellos habían coincidido en una clase de danza, que ellos habían formado algo tan lindo, tan puro y sincero.

"Te amo" Confesó en voz alta llevando una de sus manos a las mejillas sonrosadas, acariciando con ternura la tersa piel bajo su tacto. Sin aguantarse dejó un beso en la frente del chico y otro en su nariz, fría por el frescor de la noche.

La risa de Matías era música para sus oídos, la manera en que sus manos estaban alrededor de su cuello, jugueteando con la cadena de su collar, su rosario, creándole corrientes eléctricas. No podía estar tan enamorado del chico mordiendo su labio inferior para contener su sonrisa que parecía estallar.

"Yo más, te amo mucho más" Matías inició un beso que al principio fue dulce, ambos disfrutando el contacto de sus labios, transmitiéndose el amor, todos sus sentimientos.

Cuando el oxígeno les hizo falta y se apartaron el pelinegro abrió la puerta de su casa para que ambos entren. La sala estaba a oscuras siendo iluminada por tan solo la luz de la luna colándose por los ventanales, era bastante grande para ellos dos, que no dejaban de mirarse en medio de la oscuridad a medida que ambos se iban de deshaciendo de sus abrigos y finalmente volvían a unir sus bocas en un beso más desesperado, voraz y hambriento.

Matías saltó a los brazos de Alejo rodeando con sus piernas la cadera de este, que los sostuvo de su culo. A trompicones llegaron a la habitación del mayor que para gracia de ambos chicos estaba un tanto desordenada. El morocho lo dejó sobre la cama y si la imagen en la entrada le hizo dejar sin aliento, la que tenía ahora con el chico abierto de piernas, con sus labios rojizos hinchados, el cabello despeinado y las clavículas expuestas por la musculosa con la que se había quedado no solo lo dejaba sin respirar, con su nivel de sangre bajando hasta sus más impuros pensamientos.

Se inclinó a volver tomar posesión de esos labios que lo volvían loco a redescubrir la tierra de pocos a la que era privilegiado de probar, posicionándose sobre el cuerpo de este, entre sus piernas, utilizando sus manos escurridizas para deshacerse el resto de ropa y poder explorar con libertad la piel caliente del chico bajo su suyo, jugando con sus pezones, cuando bajó los besos al hueco del cuello de este y dejando varias mordidas superficiales en las clavículas.

"Ale..." Jadeó moviendo sus caderas en busca de más fricción, para satisfacer la necesidad de contacto, atrayendo con sus manos el rostro de Alejo para volver a ser besado.

"Sos tan bonito" Dijo bajando los pantalones del contrario dejándolo en ropa interior y exponiendo la piel blanquecina de sus muslos, a simple vista carnosos y suaves, una vista que le fue imposible no dejar varios chupones y mordidas. Los soniditos lascivos que salían de la boca de Matías lo estaban enloqueciendo. "Tan mío"

"Dale" rogó el mayor entre gemidos ante la estimulación que estaba recibiendo cuando la mano del morocho rodeó su tronco y la fue moviendo abajo hacia arriba, sintiendo mojada la tela por el líquido preseminal. "Soy tuyo... Ah, todo tuyo"

Volvió a subirse al colchón y se ubicó sobre el cuerpo, entre las piernas del mayor, como un depredador a su presa, ciñéndose sobre Matías, quien no perdió tiempo en terminar de desvestirlo, devoró su boca. Los chasquidos y el choque de dientes se escucharon sucio en la habitación, ninguno sabe por cuanto tiempo, pero sus cuerpos pedían por algo más, a llegar a satisfacer sus más profanos deseos. 

zapateos y otros sentimientos [souliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora