Tredici.

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Tredici, più me lo succhi, più cresce.

Omniciente.

El silencio absoluto reinó en la radio, nadie respondía, sin embargo Isabelle sabía que la habían escuchado. Tronó la boca y se encaminó al despacho de su superior sin más remedio. Aún nadie contestaba, un sudor frío recorrió su cuerpo entero.

Por otro lado, el Superintendente de Los Santos había quedado estático al escuchar la voz fémina, según sus cálculos y lo que había planeado, faltaban unas semanas más para que ella regresara. ¿Será que se conectó a la radio desde Los Ángeles? No, imposible, aún con eso, ¿Cómo podía haberse enterado de las cosas que pasan en la ciudad?
Jack no respondía ante sus quereres, quería moverse, interceptarla antes de que se diera cuanta de las cosas, porque quizá sabía lo que le esperaba y no estaba dispuesto a aceptarlo, quería corroborar que realmente esa voz había sido producto de su imaginación. Pero su cuerpo no respondía en lo más mínimo.

Isabelle subía las escaleras, sentía un aura pesada en aquella comisaría. Sentía, aún más, que nada estaba bien y se encontraba malamente ansiosa de saber que estaba pasando.

Isabelle Lombardi.

Abrí la puerta de sopetón, divisé los rostros confusos de los agentes presentes.
Jack me miraba expectante, aunque a la misma vez, su mirada se hallaba perdida. Escaneé todos los rostros, no estaba la persona a la que buscaba.

-¿Isabelle? ¿Qué haces aquí?- Fue Volkov quien me habló.

-Aquí trabajo. Nadie respondía mis mensajes o llamadas, me ví en la necesidad de regresar antes, y no, no voy a irme, van a decirme que coño está pasando, porque estamos en alerta ámbar y porque nadie contesta la puta radio.

-Vete- Ordenó Conway al “reaccionar” -No puedes estar aquí. Vete. Aún tendrías que estar entrenando a la malla de Los Ángeles.

-No.- Sentencie. -No voy a irme, ellos ya están lo suficientemente entrenados como para poder dejarlos solos.

Una vez más repasé los rostros presentes, un nudo se formó en mi garganta pero enseguida hablé.

-¿Dónde está Ivanov?

La reacción de confusión de algunos presentes, seguidos de una mueca de disgusto y dolor, me dieron un vuelco al corazón. Las caras afligidas de todos y la tan rota expresión de Volkov y Jack era lo que más me alarmó. Sentí mi corazón encogerse, pero supongo que me negaba a creer siquiera que algo le había pasado.

-Estoy aquí- Recordé -Díganme dónde está Alexander.

-Él no– ¿Uste–usted no le dijo?- Volkov miró a Jack. Y el contrario solamente negó la cabeza. Volkov suspiró e hizo una seña con la cabeza a los otros presentes, dando a entender que lo siguieran, así que, todos, a excepción del intendente, salieron de la oficina.

-¿Jack? ¿Me explicas?- Me acerqué a su escritorio -Oye, si Ivanov se accidentó dímelo ya y voy a verlo, solo habla porque me estás matando, está bien ¿Si?- Lo tomé del rostro para que me mirara a los ojos, el lo evitaba -Oye, Jack, mírame y dime qué pasa.

-N–no, debí decirte, lo sé, pero debías estar allá no podía permitir que regresaras, menos cuando la ciudad está en estás condiciones.

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