Tre.

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El trayecto a comisaría fue todo un show, me intentaron sobornar con dos euros, un paquete de chicles y un chocolate a medio comer. Parece chiste pero es anécdota.

-Muy bien, hemos llegado -Dije aparcando el coche, bajé de él y les abrí la puerta a ambos para que salieran-.

-Creo que usted es muy buena agente, que le parece si le pongo 5 estrellas y usted nos deja ir.

-Aquí agente L tengo dos hombres en la parte trasera de comisaría esperando ser cacheados, se niegan a qué yo lo haga por ser mujer, así que necesito un par de agentes hombres de inmediato. - Hablé por radio a mis compañeros, cuando escuché la confirmación de dos de ellos regresé mi atención a los tíos frente a mi-.

-Fua, y yo que creí que nos llevaríamos bien -El pelinegro fue quien habló ahora-.

-Bueno, podemos hacerlo de no ser porque se meten en problemas cada dos por tres e intentan sobornar policías con dos euros un chicle y un chocolate, mordido, además. Es indignante, que lo sepan.

-Bueno te hubiéramos ofrecido más pero no llevamos, tampoco es nuestra culpa.

-Ese no es asunto mío.

La puerta se escuchó abrirse y de ella salieron Ivanov y Conway, no eran precisamente los que habían respondido y no era que tuviera muchas ganas de verle de nuevo.

-Pero que tenemos aquí, ¿No sé cansan de venir aquí verdad? -Comentó Conway al verlos- A ver muñecas, contra la pared.

Después de cachearlos los llevamos abajo para poner la correspondiente multa.

-Diría que espero no volvernos a ver aquí, pero me temo que no es algo que se pueda evitar, así que, suerte. -Dije y me encaminé a la salida-.

-Espere afuera agente L -La voz del superintendente resonó por mi pinganillo-.

-10-4 súper -Solté un suspiro y seguí mi camino hasta mi Z, me recargué en él esperando-.

Pasaron aproximadamente 15 minutos en lo que esperaba hasta que nuevamente escuché la puerta abrirse y con ella pasos hacia mi, no levanté mi vista pues, estaba viendo algunas cosas en mi móvil, solo hasta que sentí un manotazo y luego mi teléfono caer fue que lo miré a los ojos.

-Lo lamento, me tropecé -Se disculpó con evidente sarcasmo e ironía y con una expresión de fingida inocencia-.

Me agaché para alzar el móvil y luego lo revisé externamente. Intacto. -Oh, no se preocupe, es Xiaomi, solo tenga más cuidado quizá otra persona lleve un iPhone y no sobreviva -Le respondí casi igual que él y guardé mi móvil-.

-¿Qué? ¿Pasando el rato?

-¿Y que iba a hacer sino? No es como que pueda ir a perseguir malechores si usted me dice que espere afuera.

Su mirada seria y fría, esa que antes me causaba tanto escalofrío, se posó en mi.

-Patrullemos -Habló y me hizo a un lado para subir de copiloto, antes de subir me miró, supongo que notó la indignación y confusión en mi rostro- ¿Qué?

-Dos cosas. Una, ¿Voy a conducir yo? Y dos, ¿No me puede pedir permiso para quitarme?

Me miró fijamente y se acercó a mi los pocos pasos que habían quedado entre nosotros.
Me tomó de los brazos y acercó su rostro más al mío.

-Creo que la respuesta a ambas preguntas las sabes, si no fueras a manejar tú, entonces de que coño me sirve subir de copiloto, y no, no tengo la necesidad de pedirte permiso.

-Pues sería bueno que lo pidiera, no seas tan hijo de puta y no vuelvas a apartarme así.
-Me solté y me dirigí al asiento del conductor, subí y él hizo lo mismo-.

Promesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora