Abrí los ojos con pereza, sentía el frío del día recorrer mi cuerpo, a pesar de que no solía sentir mucho, está vez, sentía como si tuviera hielo por todo el cuerpo.
Me senté en la cama donde estaba recostada, por el entorno, podía asegurar que estaba en casa de la gente con la que he compartido misiones el último par de meses.
Salí de aquella habitación en busca de explicaciones, no terminaba de entender lo que sucedió.
Busqué por la no tan pequeña casa hasta que encontré al mayor de los Lombardi.
-Vaya, hasta que despertaste.- Habló él al verme.
-¿Qué? ¿Llevaba mucho tiempo?
-No, de hecho. Bueno, unas diez horas.- Se dió la vuelta, regresando a las labores en las que estaba.
-¿Sabes qué fue lo que me pasó?- Detuvo sus movimientos y se volvió hacia mi.
-No. Quizá tanto tiempo aquí te está volviendo loca.- Dijo con gracia en su voz.
-Si, claro.- Lo miré con una expresión seria. -¿Ya puedo irme?
-Mmh, me jode, pero sí. Todo lo que buscabas está ya en tú maleta.
-¿Mi maleta?
-Si, nos dimos a la tarea de empacar tus cosas, para que te vayas lo antes posible, o tu madre te acabará matando.- Me miró, pude sentirlo, aunque no terminaba de descifrar del todo su expresión.
-No es mi madre.
-Lo es, biológicamente. No te creas la gran cosa, nosotros tampoco te vemos como familia. Sólo porque hicimos un trato, por eso no estás muerta aún, los Lombardi nunca faltamos a nuestra palabra.
Lo miré sin decir nada más al respecto, con algo más que odio o resentimiento.
-Tu maleta está al lado de la cama donde despertaste, por si no lo habías notado.
Caminé entonces de vuelta a esa habitación, abrí la puerta y la miré, con un sobre rojo sobre ella.
En él, se hallaba la información que pedí, con todas las pruebas suficientes para saber quién era el Calavera y dónde podía encontrarlo, junto con sus secuaces.
El Calavera, un antiguo compañero de Conway, de la Marina. Sus secuaces, en su mayoría, los trabajadores del mecánico Los Santos Customs.
Guardé todo, de nuevo en el sobre y tomé mi maleta. Salí de nueva cuenta, está vez, para irme de Italia.
Sin embargo, para cuando estaba llegando a la salida, unas voces me pararon.
-Isabelle- Habló de nuevo el mayor de la familia. -Cuida muy bien ese sobre.
-Después de todo, es tu vida.- Me dijo su esposa. -Pediste ese sobre y diste tu vida. Solo estamos dejando que cumplas tu misión esa de mierda. Cuando la termines, regresarás aquí y ya no saldrás jamás. Después de todo, Italia es donde perteneces.- Dijo ella y me entregó un boleto de avión.
Tomé el boleto y los miré sin más. No comenté nada, solo dejé que terminarán su pequeña charla.
-Y por favor Isabelle, no intentes huir o esconderte. Recuerda; Los Lombardi, jamás faltamos a nuestra palabra.
-Lo recuerdo. No lo haré.
Salí de la casa de camino al aeropuerto, por fin podría regresar a Los Santos y ver a Gustabo, pensar eso es lo único que me da paz en estos momentos.
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Promesa.
Фанфик𝙽𝚊𝚍𝚊 𝚎𝚜 𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚎𝚌𝚎. ----- 𝙴𝚜 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚜𝚒 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚘 𝚏𝚞𝚎𝚛𝚊 𝚞𝚗 𝚖𝚊𝚕 𝚜𝚞𝚎ñ𝚘, 𝚞𝚗𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚘 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚝𝚊𝚛. ----- ¿𝙼𝚎 𝚊𝚖𝚊𝚜 𝚝𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚢𝚘 𝚊 𝚝𝚒? ----- 𝙶𝚛𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜...