Ventisei.

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El tiempo se me ha ido volando últimamente, intento descifrar la manera de encontrar al Calavera.

Conway se me ha unido en esta búsqueda, a pesar de tener la identidad de todos ellos no hemos podido hacer mucho ya que no tenemos pruebas suficientes.

Claro que el de dónde saqué esa información no se lo he dicho a nadie más que a Conway y así se debe mantener, no voy a ir por ahí diciendo que los Lombardi, de Italia, me la dieron.

Eso afectaría muchísimas cosas, ademas de que no quiero que me vinculen con ellos otra vez.

(...)

Caminaba con algo de prisa al despacho de Conway, había algo sobre el caso que quería hablar con él, sin embargo, la imagen que se me presentó unos segundos después, me dejó petrificada; Gustabo y ella. La mujer por la que me ha dejado.

Se encontraban abrazados, se hablaban en un tono tan cursi que me provocó nauseas, no es que quisiera escucharlos, todo lo contrario de hecho, pero no hacían esfuerzo alguno para ocultarse.

Sentí mi cuerpo helarse y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando los vi besarse y luego escuchar a Gustabo decirle lo mucho que la amaba.

Creo que ninguno se había percatado de mi presencia hasta ese momento.

Sentí que todo se movía, como un terremoto de ocho grados. Todo se volvió aún más borroso y no pude contener el vómito.

No es que distinga muy bien nada, pero estaba segura de que lo que había vomitado no era precisamente la comida que, por supuesto, no había en mi sistema. Era sangre, por alguna razón, mi cuerpo decidió expulsar antes mi sangre que mi bilis.

Fue ahí cuando escuché a ecos los pasos acelerados de alguien, alcé mi vista y pude distinguir la silueta alterada de Conway, quién al estar frente a mi, me tomó en brazos para asegurarse de que no cayera al piso.

Intenté apartarlo al sentir otra ola de arcadas, no quería vomitarle encima.

-Qui~qui~tate- alcancé a decir antes de volver a vomitar. Afortunadamente lo único que ensucié, a parte del piso, fueron sus zapatos a gotas.

-Dios, Isabelle- La voz preocupada de Jack me habló.

-Estoy bien, solo, debo, irme- Los brazos de Jack impidieron que cayera sobre la sangre que acababa de ser expulsada de mi cuerpo.

(...)

Desperté por milésima vez en una camilla de hospital. Estaba tan harta de despertar aquí.

Ya ni siquiera me molestaba la luz de tan difuminado que percibía todo.

Apagué la máquina que mostraba mis pulsaciones y desconecté todo lo que iba a mi cuerpo. Re busqué en toda la habitación y el baño hasta encontrar mi ropa, que estaba dentro de una bolsa de plástico junto con mis demás pertenencias.

La inspeccioné para darme cuenta que no estaba sucia. Me vestí con ella y salí de aquel cuarto como si nada, como si fuera una visita.

Pasé desapercibida y salí del hospital, llamé un taxi para que me llevara a mi casa.

Cada vez, cada día me sentía peor que el anterior, creo que a estas alturas acabaré muriendo de la nada.

(...)

No sé ni siquiera como llegué a comisaría, es como si me hubiera teletransportado.
Pero aquí estaba, con Conway diciéndome lo peligroso que pudo haber sido el irme así del hospital.

-Basta, por favor- Paré sus palabras -No pasó nada y estoy harta de estar en hospitales.

-Lo entiendo, pero es peligroso.- Se acercó a mi. Otra vez, el olor a café mezclado con el olor a tabaco y quizá algo de alcohol, inundaron mis fosas nasales y sentí que moría.

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