Dodici.

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Daban las 2:15 de la tarde, definitivamente se me había hecho tarde, pero teniendo en cuenta la “noche” anterior...

Estaba de camino a comisaría, debía entregar algunos papeles a Marcus y, ¿Por qué no? Despedirme de los agentes, que por más buenos momentos que hayamos tenido espero no volver aquí. Jamás.

Llevaba un conjunto de ropa algo diferente, no se muy bien porque, pero me dió por vestir de rojo, aunque claro, solo una parte, la blusa era de un color carmesí, manga larga, cuello de tortuga, con mi pantalón de cuero negro y unos botines igualmente negros. Lentes de sol para cubrir las enormes ojeras que tenía.

Estacioné frente a comisaría, entré y los agentes enseguida me miraron, algunos solo me saludaban, otros me preguntaban por los entrenamientos, yo evadía un poco el tema, fuí directo a mi oficina, tenía que guardar cosas que necesito llevarme, no me llevó más de hora y media, me tardé más que nada porque debía revisar todos los papeles.

Cuando por fin terminé de guardar todos los documentos en el portafolio que había traído, pasé a guardar objetos y alguna que otra foto que tenía en una mochila.

Una vez estuvo todo como el primer día que llegué, salí con otros papeles diferentes, unos que debía entregarle a Marcus.

Caminé a su oficina y toqué la puerta, una vez escuché su voz cediéndome el paso, entré.

-Isabelle, ¿Qué se te ofrece? Hace un par de días que no venías. -Me miró de arriba a abajo, inspeccionandome- te queda bien el rojo.

-Gracias, Marcus. No había venido porque tenía cosas que arreglar y debo entregarte esto.- Extendí los documentos y los miró de reojo.

-¿Qué es esto?

-Son de tus agentes, su desempeño durante estos meses, avances interpersonales y sus ascensos.

-¿Por qué me los das ahora? ¿No es pronto?

-Para nada, mañana regreso a Los Santos. Hay cosas que necesito saber y me urge, así que, te los doy ahora.

-¿Qué? ¿Te vas ya?- Asentí -¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué insistes tanto en irte?

-Son cosas con mi malla de Los Santos.

-¿Pero que va a pasar con mis agentes?

Alcé una ceja en confusión pero enseguida sonreí.

-Marcus, tus agentes están listos, les gusta entrenar y lo seguirán haciendo por su cuenta, no busques pretextos para quedarme.- Suspiró y se levantó para acercarse a mi.

-Isabelle, yo de verdad, de verdad... Te amo.- Soltó con una mirada perdida.

-Yo no. Creí que ya había quedado claro. No me quedaré por ti, ni ayer, ni hoy, ni mañana. Sería más fácil que tú fueras a Los Santos y te quedaras allá por mí, a qué yo me quede.

-Tienes razón, lo siento, no sé qué carajo pasa conmigo, parezco adolescente enamorado.- Regresó a su lugar rendido.

-Ya no queda nada en la oficina, ahora me despido de los agentes y me voy y, por favor Marcus, madura.- Salí de la oficina y hablé fuerte para que los agentes presentes me escucharan. -¡En fila!- En un santiamén todos ya estaban frente a mi. -Muy bien, de ahora en más ustedes serán responsables al cien porciento de la malla entera, hoy será el último día que me verán, a menos de que por cosas del destino nos volvamos a encontrar.- Algunos me miraron sorprendidos y alguna mueca de disgusto se asomó en el rostro de otros.

-¿Puedo preguntar la razón por la que se va así? Tan de la nada.- Pidió un agente.

-Hay cosas que debo resolver en mi ciudad, al parecer las cosas no están muy bien, sé muy bien que van a poder salir adelante como una malla descente, y lo puedo asegurar porque yo los entrené. Cómo me entere que vuelven a hacer el imbécil voy a regresar solo para aporrearlos hasta cansarme. Así que ¿Van a hacer el tonto?

Promesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora