Dieci.

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Tres días.

Solo tres días han pasado desde aquella discusión con Chloe y el ambiente en comisaría es realmente pesado, tanto que me asfixia. La mayor parte de estos días la he pasado en mi oficina redactado informes, a excepción de cuatro horas, o menos, dónde voy a las afueras de la ciudad a seguir entrenando a los agentes.

Estoy orgullosa de lo que he logrado, ahora solo faltaría que cuando me vaya no dejen de entrenar. Algunos agentes incluso demostraron ser mejor de lo que se veía y obtuvieron un ascenso. Simplemente maravilloso.

Ahora mismo estoy en mi oficina con Tom contándome una pequeña anécdota apresurado pues tenía o, más bien, sentía que debía irse, por Chloe, porque le prometió acompañarla a la escuela de su hija, Beatriz que, dato curioso, es hija también del detective Espinoza, pero ellos ya están divorciados. Por lo que sé, Beatriz es apenas una niña de ocho y sus padres no quieren que sienta en demasía el divorcio así que intentan pasar el suficiente tiempo con ella, haciendo actividades juntos, como el jueves de tacos, o algo así me contó Tom. Aún así no veo muy difícil la situación, de todos modos Beatriz no estará muy acostumbrada a que sus padres estén juntos o muy seguido con ella, teniendo en cuenta el rango que tiene cada uno y lo ocupados que los mantienen.

-Bueno, me voy ya sino Chloe se irá sola.- Se apresuró a decir mientras caminaba a mi lado. -Nos vemos luego Isa- Me besó el cachete y se fue casi corriendo.
Yo respondí de igual forma y solo le dije que fuera con cuidado.

Creo que Tom es la persona con la que más he conectado en tan poco tiempo, aunque no la persona con la que mejor me llevo, pues él está por debajo de Alexander, quedando en el segundo lugar de esa pequeña lista.
Seguí con los informes, hasta que por fin, después de tanto pude acabar, aunque seguro tendría que hacer más en unos días.
Miré mi teléfono, Alexander no respondía mis mensajes y estaba realmente preocupada, ¿Le habrá pasado algo? O quizá solo perdió su móvil, él es un tío algo despistado.

Ivanov.


-Espero tengas una buena razón para no contestar el puto móvil Alexander, llámame de vuelta cuando te desocupes.

Ni siquiera había visto el mensaje, se lo mandé hace poco más de un mes y no he tenido ni mínimo rastro de él. La somanta de ostias que se va a llevar de mi parte por descuidado y por preocuparme.

Me estiré en mi lugar, llevaba horas aquí con el culo aplastado en la silla. Esperé a que los archivos terminaran de subirse y enviarse, luego de unos minutos por fin pude mandarlos y apagar el computador. Me paré del lugar sintiendo un leve dolor en mis glúteos y mi espalda por la posición en la que había estado. Guardé los documentos que utilicé y puse todo en orden. Era hora de ir al entrenamiento diario.
Al final yo también tendría beneficios, no veas lo mamada y buena que me puse en estos casi tres meses, corriendo, haciendo lagartijas, abdominales y, bueno en general, el haber entrenado con toda la maya día y noche, voy a regresar a Los Santos renovada y mucho más buena, van a flipar.

Salí de mi oficina y prendí mi radio en H-50.

-¿Me escuchan?- Esperé la respuesta de los agentes, que realmente no eran muchos pues otros estaban en otras frecuencias.

-5 de 5 inspectora.- Escuché la voz de varios agentes.

-Bien, ya es hora del entrenamiento, avisen a los demás que les toca y váyanse preparando, cualquier cosa estoy en H-50.

-10-4.

Caminé a la armería de la comisaría, que estaba relativamente alejada de dónde yo me encontraba, al entrar me encontré con una escena ciertamente inesperada. La forense de Los Ángeles (que trabaja en esta comisaría) y el detective Espinoza (que, bueno, realmente no tengo nada que agregar de él más que es... raro) teniendo un momento íntimo. Me quedé estática unos momentos, pero al reaccionar, mi expresión de asombro cambió a una con el ceño fruncido.

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