Ventidue.

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-¿Pero me avisarás cuando llegues, verdad?- Me preguntó Gustabo mientras ponía mis cosas en la maleta.

-Que si cariño, te avisaré cuando llegue y sobre cualquier cosa.- Terminé y cerré la maleta.

-¿Cuánto tiempo estarás fuera?- Volvió a preguntar y lo miré.

-La verdad no lo sé, pero intentaré regresar lo más pronto posible.- Me acerqué a él y tomé su rostro, él puso sus manos sobre las mías y me miró fijo.

-Te amo.- Dijo y ambos sonreímos.

-También te amo.- Me acerqué un poco más a él y besé sus labios, sin prisa, sin otra intenciones, solo queriendo sentir que estoy con él.

•••

La reacción de mis superiores a mi repentino viaje fue, bueno, no muy buena.

Digamos que se cuestionaban sobre porque me voy y porqué no les digo a dónde ni para qué.

Aún así logré convencerlos de que me dejaran ir, a pesar de que fuera de mala gana.

Así que sin mucho más que hacer en la ciudad, voy de camino al aeropuerto junto a Gustabo, que se ofreció a traerme.

-Pero vas a avisarme, ¿Verdad? Sólo para estar seguro.- Reí ante sus palabras, no sé muy bien cuántas veces me a preguntado lo mismo ya.

-Gustabo, voy a mandarte mensaje cuando suba al avión, cuando baje, cuando suba al taxi, cuando llegue al hotel, en fin, cualquier cosa que haga ¿Si? Tu no te preocupes.

-Bueno, bueno, está bien, pero si no lo haces, seré yo quién te llame.

-Me parece un trato justo.

Bajé del coche cuando Gustabo lo estacionó y enseguida bajó él.
Caminamos a la entrada del aeropuerto, estaba casi vacío, mucho como para ser un aeropuerto y fin de semana, pero bueno.

Miré los alrededores intentando ver el letrero que marca mi próximo destino.

-¿Y a dónde irás?- Me preguntó mi acompañante, observando también los letreros con diferentes destinos escritos en ellos. -No me lo has dicho.

-Ah, es verdad, voy a Italia.- Contesté sin muchas ganas.

-¿Italia? Tu país natal.- Asentí ante sus palabras.

-Sí, hace mucho que no voy.

-¿Vas a ver a alguien?- Averiguó mientras caminaba.

-No, es decir, evidentemente sí, pero no a alguien en especial.- Mentí descaradamente -Son unas situaciones, arreglar papeles y toda la ostia.

-Entiendo, entiendo.

Seguimos buscando un par de minutos más el letrero.

Florencia.

Es lo que decía, caminé hacía allí mientras Gustabo me seguía.

-Vas a Florencia. Dicen que es una ciudad bonita.

-Si, bueno, dejando de lado su pasado medio turbio y algún que otro asaltante, sí, es una ciudad bonita.- Nos quedamos en la fila, podría jurar que hace un minuto no había nadie en ella, sin embargo, ahora estaba larguísima.

Estuvimos esperando lo que serían 20 minutos a qué fuera mi turno para abordar. A un par de gentes de ésta misión, volteé a ver a Gustabo.

-Oye- Me vió también -Te amo muchísimo, más que mi vida, más que a cualquiera. Te amo hoy y te amaré siempre.- Sonrió con mis palabras y me besó una vez más.

Promesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora