Cinque.

24 3 0
                                    

Mi teléfono sonó, despertándome a malas.

-Diga.

-Hola Isabelle, ¿Estás ocupada?

-Bueno, no, pero acabas de despertarme. ¿Para que me necesitas?

-Lo siento, no hay casi agentes y no puedo con las denuncias y los códigos yo solo ¿Crees que puedas venir?

-¿No hay más personas que puedan ir?

-Volkov me dijo que no podía, Conway no contesta el móvil, necesito a alguien que sepa controlar la situación.

-Joder Ivanov, llego lo más rápido posible.

-Gracias, nos vemos.

Me levanté de la cama sintiendo una leve punzada en mi abdomen, caminé hacia la ducha tratando de ignorar el sentimiento.
Cuando salí me arreglé rápido, tome las llaves del coche y en sí, todo lo necesario, salí de casa y al subir al coche conduje a una velocidad considerable.

Estacioné mi auto en el parking frente a comisaría y ya podía ver un tumulto de gente dentro de ella.

Caminé pasando entre la gente, me anoté en la libreta de asistencia y entré de servicio luego fuí a los vestidores para cambiarme. Cuando ya estaba lista salí y comencé a hablar casi gritar.

-A ver, esto no es un puto gallinero, quiero que se callen, se sienten en las sillas azules que tienen detrás y yo les llamaré para atenderlos, como no acaten las órdenes los sacaré de la comisaría y no habrán ni denuncias ni ostias, corrijo, si que habrá ostias.

La gente se calló por un momento y después de algunos murmullos hicieron caso a lo que dije.

-Muy bien, así me gusta.

-Muchas gracias inspectora. -Me dijo Leonidas con un suspiro de alivio.

-No hay de que Lionidas. -Le dí un par de palmadas en el hombro y me fuí tras recepción.

Leonidas me ayudó a atender las denuncias, estuvimos ahí un buen rato, no tanto como hubiera podido imaginar al entrar, gracias a que las denuncias se pudieron atender rápido.
Cuando aún quedaban un par de civiles entró el Superintendente.

-Lombardi, a mi oficina. -Habló y siguió su camino.

-Joooder. -Le seguí hasta su oficina y entré después de él. Cerré la puerta y me senté en una de las sillas frente a su escritorio.

-¿Ya tienes listas tus cosas? -Preguntó una vez estuvimos sentados los dos.

-Aún faltan dos días para irme -Respondí un tanto ofendida por la presión- pero si, ya empaqué, aunque... Si me vas a decir que siempre no me voy, no te reclamaría por nada.

-Nada de eso, por supuesto que te irás a Los Ángeles, solo quería asegurarme de que ya estuviera listo, para que no estés a las prisas.

-Ah. Bueno, si, lo que sea.

-Isabelle, vas a liderar ahí, la única persona que te podría dar órdenes allá, en todo caso sería el teniente de la ciudad, nadie más va estar por sobre ti. Me encargué de eso, fue el trato para que estuvieras ayudando a la malla.

Promesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora