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Para Taehyung fue tan desconsolador saber que estaba siendo una molestia para sus cachorros, que a partir de ese momento, dejó de hacer muchas de las cosas que hacía. Ya no besaba a sus hijos cuando los despedía en el auto, tampoco arropaba a Jeongguk por las noches, y ya no los esperaba ansioso en casa cuando estos regresaban del colegio.

Las relaciones en casa parecían haberse enfriado, Jeongguk, en especial, sólo le hablaba si era necesario, y Jimin se volvió mucho más reservado, apenas le contaba cómo le estaba yendo con Hoseok. Yoongi, aunque no lo demostrase, seguía avergonzado por su actitud tan sobreprotectora.

Seokjin, por otra parte, seguía ofuscado con el tema del cachorro. Siempre, después de anudar, permanecía despierto en la cama, pensando futuros nombres e imaginando cómo sería. Taehyung de mientras se ausentaba para ir al baño y tomar la píldora, sintiéndose realmente el omega más ruin y rastrero por estar engañando a su marido.

Muchas veces, cuando estaba solo en casa, se echaba a llorar y hasta al cabo de una hora no se calmaba. Fue horrible sentir ese vacío en su propia casa, donde precisamente pasó los años más felices de su vida.

Pero ahora se sentía solo y sin nadie que le comprendiera.

Un día acabó todas las tareas del hogar y no dieron ni las cuatro de la tarde. No había nadie con él porque Seokjin trabajaba y sus hijos tardarían en volver por las actividades extraescolares, si es que después no salían en una de sus citas con los hermanos Kim.

Sin nada que hacer, Tae agarró su mochila y metió el cuaderno de inglés y una libreta; estudiar era lo único que lograba mantenerlo distraído, aunque fueran solo dos horas al día. Le gustaba estudiar en la biblioteca, en su rincón que ya era suyo desde el primer día. Saludaba cordialmente a la recepcionista y luego subía al primer piso, donde ocupaba la misma mesa cada semana.

En la mesa de enfrente estaba Suran, una omega que, como él, pasaba las tardes estudiando. Apenas entablaron conversación, y lo poco que sabía de ella era que no estaba marcada, algo fuera de lo común siendo ambos de la misma edad.

Ésta le saludó en cuanto tomó asiento, y tras intercambiar cuatro palabras, Taehyung dejó de prestarle atención y se centró en el texto que tenía delante, pero no pasaron ni veinte minutos cuando dejó caer el lapicero, ocultando el rostro entre sus manos. Sin pretenderlo, soltó feromonas de tristeza, viéndose abatido porque todo en su vida estaba yendo mal. De nuevo, quiso llorar, pero unas manos muy delicadas se posaron sobre sus hombros, una larga cabellera negra se deslizó hasta acariciar sus manos.

-¿Estás bien?-preguntó una voz cálida.

No, por supuesto que no estaba bien.

—Sí, no es nada -respondió, esquivo.

No alzó la mirada, pero supo que se trataba de Suran; su olor era inconfundible. Para su disgusto, la omega retiró una de las sillas que tenía al lado y tomó asiento. Sólo les separaba el brazo de Taehyung, apoyado sobre la mesa y sosteniendo su cabeza.

-Llevas rato soltando feromonas de tristeza-comentó, hablándole casi en un susurro. Bajó la vista hacia su cuaderno, pero no escribió nada—. What's wrong?

Taehyung echó la cabeza hacia atrás, suspirando. No le apetecía mucho contarle su vida a una omega que apenas conocía de vista.

-He dicho que no es nada -repitió.

Pero Suran no le creyó. Aun así, ella simplemente sonrió y antes de levantarse le dijo:

-Si cuando salgas de la biblioteca, te apetece tomar algo, te estaré esperando en la entrada.

FOUR SEASONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora