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Advertencias: drama y angst.




Taehyung lo único que quería que el mundo se parara en seco y le concedieran un minuto de paz, ¿era tanto pedir? Estaba muy cansado de todo, agotado por esa situación, sólo llevaba unas semanas desde que llegó a Estados Unidos con sus cachorros.

Su embarazo le recordaba constantemente que él y Seokjin fueron una familia, que se amaron y compartieron una vida juntos. Ese pensamiento provocaba que algo doliera demasiado en su interior.

Cuando sus hijos no le veían, acariciaba su vientre, pensando en ese bebé que Jin le hizo en contra de su voluntad. La distancia no borraba los malos recuerdos, y Tae tenía que vivir con estos todos los días. Desde su llegada a Nueva York con sus hijos que no tuvo ni un respiro, y pese a que nadie podía hacerles daño ahora, todo eran complicaciones.

Yoongi se negaba rotundamente a tener un nuevo hermanito, insistiendo en que abortara. Tae comprendía ese rechazo: ese bebé no fue buscado, como tampoco lo fueron Jimin y Yoongi. Siendo su cuarto hijo, seguía con miedo de hacer las cosas mal, de no quererle cuando naciera y entrar en otra depresión. Sin embargo, la reacción de Jimin y Jeongguk fue distinta. El primero respetó su decisión, era su cuerpo y tenía todo el derecho a tenerlo y no hacer caso a Yoongi. Jeongguk lo tomó regular, celoso porque pronto dejaría de ser el hermano pequeño y toda la atención de su mamá se desviaría hacia el bebé.

Taehyung lo discutió con ellos tranquilamente, muy seguro de lo que iba a hacer. Yoongi no cedió sin protestar, elevando su tono de voz cuando vio que ni Jimin ni Jeongguk le apoyaban. Tae estuvo a tiempo de evitar una pelea, tratando de mantener a raya a Yoongi, quien lucía verdaderamente molesto.

Por la noche, cuando sus hijos ya dormían, sintió que le acechaba la culpa. Yoongi tomó el rol de alfa de la manada y, como era lógico, su instinto le pedía cuidar de ellos. Pero Yoon aún era muy joven, y lo acontecido con su padre le dejó emocionalmente inestable. Como único alfa de la familia su deber era protegerlos, pero su hijo mayor no parecía discernir muy bien entre brindarles seguridad e imponerse. Se preguntó cuántas más veces ocurriría lo mismo, viéndose obligado a frenar los intentos de Yoongi por tomar el control cuando no estuviera de acuerdo con algo.

Notándose sin fuerzas debido a todo el estrés que llevaba desde que aterrizó en aquel continente, se metió en la cama matrimonial que ocupaban Jeongguk y Jimin a cada extremo -Yoongi insistió en dormir en el sofá- con el único consuelo de que la escuela Eleanor Roosevelt aceptó finalmente a sus hijos en el nuevo curso esa misma tarde, después de traer todo el papeleo y los documentos rellenados con sus datos. No le quedó más remedio, la amenaza de los Servicios Sociales era más fuerte que las quejas de sus propios hijos. Calculó el coste de los libros y el material escolar, pero no alcanzó ninguna cifra exacta porque su cerebro llegó a su límite por ese día, cesando toda actividad y durmiéndose sin darse cuenta.

Por la mañana despertó temprano, con un olor proveniente de la cocina; Jimin y Jeongguk dejaron sus lados de la cama vacíos. Se levantó con una extraña sensación en el cuerpo, recordando todas las veces que él tuvo que despertar a los cachorros y llevarlos a la escuela. No pensó que esa rutina con la que vivió resignado tantos años pudiera romperse tan violentamente. Salió del cuarto y escuchó las voces de los mellizos, como era un apartamento pequeño, se oía todo con claridad. En el comedor se encontró a Jeongguk todavía en pijama, sentado en el sofá viendo una serie animada, aunque por su expresión, supo que no estaba entendiendo nada. Mientras dormía habían preparado la mesa del comedor para desayunar, y dentro de la cocina, Jimin y Yoongi peleaban por quién hacía cada cosa. Se rió al ver que apenas un plato de tostadas y mantequilla estaba armando tal revuelo.

-Ya les dije que bajaran la voz -comentó Jeongguk, abrazándose a sus rodillas-. Pero no me hicieron caso.

Taehyung fue hasta su cachorro y le dio un fuerte beso en la mejilla. Su olor no se suavizó tras el celo, pero ya no viviría atemorizado por Lee y su marca.

FOUR SEASONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora