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Advertencias: drama y angst.


Seokjin recordaba muy bien el primer celo que pasó Tae con él. Fue unos meses antes de su matrimonio, y si bien los agarró por sorpresa ya que estalló unos días antes de lo esperado, ellos lo habían planificado con antelación. El omega se lo propuso unos días después de que aceptara convertirse en su esposo.

Como los dos habían cumplido la mayoría de edad unos meses atrás, Jin había arrendado una cabaña de un
motel para que lo pasaran juntos. Taehyung no le contó a sus padres sobre eso, sólo les mencionó que se quedaría unos días con Jin, pero ellos le sonrieron y felicitaron, provocándole tanta vergüenza. El omega encontraba
tan absurdo eso, que sus padres se tomaran a la ligera el hecho de que tuviera sexo... Y luego recordaba todo lo
que le habían dicho una vez Jin empezó a cortejarlo.

-No vayas a arruinarlo-le advirtió su mamá-, esta es tu oportunidad, Taehyung. Encárgate de quedar preñado y con eso lo vas a atar para siempre a ti.

Mirándolo en retrospectiva, sus padres, especialmente su madre, influyeron en construir su relación de esa manera. Con todos esos repulsivos consejos y
actitudes, sólo fue provocando que el omega se obligara a ceder en muchos aspectos, a pesar de que no estuviera
seguro de sus decisiones. Pero el miedo a perder a Seokjin por su forma de ser, como su madre siempre le recalcaba, era más grande.

La primera vez fue muy torpe y con inexpertos movimientos. Al besarse mucho, uno de los dos se quedaba sin respiración, provocando risas infantiles
y haciendo que la pasión se enfriara pero no apagara. Tae, bajo el alfa, estaba con las mejillas muy enrojecidas mientras se humedecía, y Jin a veces
tenía cara de no saber qué hacer. No fue algo malo o que les dejara con traumas, por el contrario, el celo del omega facilitó demasiado la situación gracias a sus feromonas embriagándolos a los dos. Luego de
la primera vez, las siguientes fueron más sencillas y apasionadas, y Seokjin se preocupó de usar condón para no dejarlo preñado antes de la boda.

-Pero...-jadeó Tae cuando lo vio ponérselo, con la mente nublada gracias al celo-, pero yo quiero tus
cachorros.

-Los tendremos-prometió Jin-, luego de
casarnos. No quiero que piensen que me caso contigo sólo porque estás embarazado -y Tae no pudo evitar
sentirse más enamorado al escucharlo decir eso.

Con el pasar de los años, los celos de Tae sólo lo volvían más gruñón, no en un mal sentido de la palabra, sino que en un hecho innegable. Le gustaba dormir más, acurrucado a su lado, y tener poco sexo. Seguía siendo desenfrenado y apasionado, por supuesto, pero también prefería inclinarse por ser consentido y mimado por su alfa, siempre buscando el cuello  para hundir su nariz allí y llenarse con sus fuertes feromonas alfas en busca de tranquilidad.

Esta vez no fue diferente, pero descolocó tanto a Jin porque había olvidado ese gesto del omega. Su nariz presionada contra su cuello, olisqueándolo y casi ronroneando por la felicidad.

-A-Alfa-gimió Tae luego de percibir su aroma.

¿Cómo no se percató de su estado? Tae se veía tan pálido, más de lo normal, con un aspecto casi enfermizo, y las constantes muecas que había hecho desde que se juntaron exponía que se sentía débil. Sus feromonas se olían ligeramente agrias, pero Jin no le tomó
importancia porque, ¿cómo no oler así luego de todo lo que pasó entre ellos? Tuvo que haberse dado cuenta del celo a punto de estallar.

Sabía lo que debía hacer en ese momento, con Tae luciendo tan descompensado en el suelo. Primero,
sacarlo de ese lugar público y buscar uno privado. Tae diaba que todo el mundo supiera cuando entraba en
celo.

FOUR SEASONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora