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Advertencias: drama y angst.



El llanto de Jimin despertó a Seokjin en mitad de la noche. Salió de la cama medio dormido, con su cuerpo moviéndose pesado, cruzando el cuarto a oscuras y tomando al bebé que lloraba en la cuna. Yoongi gimoteaba, seguramente disgustado por haber sido despertado también. Tae se removió en la cama, pero no hizo el amago de levantarse.

El alfa se apresuró a salir de la pieza, abrazando a Jimin mientras intentaba calmarlo con su aroma. Esa misma escena se repitió ya una docena de veces desde que Tae fue devuelto a casa tras el parto de los mellizos. La felicidad que trajo consigo el nacimiento de Yoongi y Jimin fue superada, en pocos días, por el cansancio y el estrés acumulado.

-Sshh... No despertemos a mamá. Necesita descansar- susurró Seokjin, meciendo a Jimin contra su pecho -. Papá ya está aquí, no llores.

Besó su cabecita, alejándose del cuarto para que Tae no escuchara el llanto. Se paseó por el salón y el pasillo, tratando de no caer exhausto. Apenas dormía más de cinco horas al día, y no era suficiente para rendir al máximo en el trabaio ni en casa, donde las cosas no eran nada fáciles. Jin empezaba a sentir el peso de la paternidad sobre sus hombros, pero por el bien de Tae, no se permitió flaquear.

Taehyung lo necesitaba más que nunca.

Cuando Seokjin regresó a casa después del trabajo y encontró a Tae llorando sin consuelo junto con los bebés, no dudó en hacerse cargo de la situación. No preguntó, y sencillamente tomó a su omega y le limpió las abundantes lágrimas que caían de su rostro. Él lo abrazó con fuerza, ahogando su llanto descontrolado.

Jimin y Yoongi lloraban igual, ahogados en el triste aroma que llenaba su hogar. Seokjin sintió una mezcla de desconcierto y miedo por no saber qué estaba sucediendo, todo era muy confuso, y lo único que quería era ver a Taehyung sonreír de nuevo.

Pasadas unas horas pareció calmarse, disculpándose por el escándalo que provocó. Seokjin lució preocupado, pero se convenció de que no era nada importante; a veces, los omegas sufrían algún que otro altibajo emocional. Pero la misma escena se repitió al cabo de unos días. El alfa actuó como la vez anterior, y Tae volvió a sentirse mejor.

Sin embargo, sentía que algo no estaba bien con todo eso. Cuando no lloraba, Taehyung tenía cambios de humor demasiado rápidos; se enojaba con el mínimo comentario, incluso si era un halago sobre su aspecto.

-Sigues siendo hermoso -le decía el alfa.

-No, no lo soy. Mi cuerpo se ve horrible.

El alfa fruncía el ceño, extrañando ver a Taehyung todo tímido y sonrojado cada vez que le decía que era hermoso y que ningún omega se comparaba a él. Otras veces se ponía triste nada más mirar a los mellizos, y su aroma acababa contagiándolos a ellos también. Jin pensó que la mejor opción era dejar que se tomara un descanso, por ello, casi todas las noches, se levantaba el alfa cuando los bebés rompían a llorar.

-¿Jinnie?

Taehyung había salido de la cama, arrastrando los pies, y un ligero aroma a pena los rodeó. Jimin se removió inquieto, refugiándose en su papá, sin mirar a su mamá y a quien no pasó inadvertido ese gesto.

-Vuelve a la cama, mi amor -dijo Jin, consciente de cómo el estado de ánimo de su omega afectaba a los mellizos.

-Soy una mala madre -musitó, su voz a punto
de quebrarse.

-No, claro que no-replicó, cariñosamente-, sólo estás cansado -insistió.

Pero Tae negó con la cabeza. No solamente era cansancio, era algo mucho más profundo que eso. Seokjin hizo el amago de acercarse, pero en cuánto dio un paso, Jimin gimoteó en señal de protesta. El alfa no entendía por qué todo estaba siendo un desastre: los mellizos no querían estar cerca de su mamá, y Taehyung, cada vez que los tenía, en brazos se echaba a llorar sin motivo aparente.

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