Capítulo 5. Sorpresa en el hotel.

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Me quito la ropa con la que suelo dormir y camino a la ducha, al sentir correr el agua pongo todo mi cuerpo debajo del diluvio. Pienso que con eso lograré sacar aunque sea por un segundo mis pensamientos de la cabeza. Necesito aclarar mi mente y que el agua me refresque y realice una extracción de la zona de peligro en la que navega. Estoy en aprietos nunca imaginé tener un enredo nada más de bajarme del avión.

—¡Uuuuf! ¿Ahora qué hago? —me paso las manos por la cara y dejo escapar un grito no aguanto la presión—. ¡Aaaaah! ¡Demonios!

Después de liberarme un poco me ducho. Al terminar me envuelvo en la toalla para salir. Me seco el pelo con el secador y acomodo un poco mi afro. Como estamos en verano al salir del baño busco en la maleta un short denim, un pulóver negro fresco que me llega al ombligo para mostrar mi piercing y unas zapatillas. Así me sentía más cómoda.

Me paso un labial carmelita y me coloco unas gafas negras. Tomo la mochila negra con lo más primordial  dentro de ella para no tener que subir más a la habitación. Salgo en busca de Jen al lobby, al llegar la veo sentada en una mesa disfrutando de un gin tonic. Alza la mirada y me hace una seña para que fuera con ella. No la había observado antes pero el vestido veraniego blanco de margaritas se le ve bien y con zapatillas, me gusta la combinación.

—Demoraste quinientos años piensas que soy un vampiro y tengo vida eterna —toca con la palma de la mano la silla donde quiere que tome asiento.

—Tú demoras más que yo —le refuto enseguida y me siento junto a ella.

—Por eso, Eva a ti te sucede algo —con perspicacia asiente— y no puedo fingir que no lo noto. ¿Tú me crees boba? —Luciendo que tengo el control de la situación le digo:

—Jen estoy bien. Te lo aseguro. El acosador no ha molestado más que es lo único que me puede perturbar —excepto en mi sueño por supuesto, situación que ella desconoce.

—Comemos algo son casi las once de la mañana —sugiere y no es mala idea en lo absoluto porque yo traigo un hambre de mil demonios. No pude probar casi bocado en el viaje y siento que no me recupero del cambio de horario. Nos levantamos y vimos al chico apuesto que nos recibió cuando llegamos. Nos saludó con la mano.

—¡Hola! ¿Eeeeh? —miro su solapín con el nombre—. ¿Marcos no? ¿Te vas?

—Sí, ese es mi nombre y los de ustedes son... —nos responde con alegría y a la espera de nosotras.

—Bueno ella es Jen y yo soy Eva —cuando le presento a Jen se queda medio embobado. Ay Dios veo una conquista cerca. Sacude su cabeza al parecer anda soñando despierto.

—Eva, Jen mucho gusto en conocerlas. Terminé el turno y me retiro ahora. ¿Quieren dar una salida y conocer un poco Roma? —Nos miramos con la mayor complicidad del mundo.

—Marcos en ese caso en algún momento necesitaremos un recorrido, pero en estos instantes nos serviría un restaurante cercano para almorzar. ¿Te gustaría ir con nosotras y después traernos hacia acá? Es que es nuestra primera vez aquí en Italia.

—No hay problema señoritas yo invito.

—Genial. Gracias Marcos —dijimos al unísono.

Nos muestra el camino y avanzamos. La verdad es que queremos salir a caminar y con el problema del acosador incógnito todo cambió no podemos salir solas. Saliendo del hotel quedamos enajenadas todo es muy bello. Marcos nos fue contando parte de la historia en cada lugar que pasamos. Nos tiramos selfies los tres y dentro de minutos estábamos en el restaurante. Él por supuesto propuso la comida. Nosotras atentas y locas por conocer las costumbres preferimos que eligiera él todo.

El poder de mi Universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora