Prólogo

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En la corta existencia que llevo de vida he anhelado ese cambio que te evita ser esclavo de la rutina diaria. Sí, un giro total de los acontecimientos donde el universo escucha todos mis deseos y como el genio de la lámpara los hace realidad. Creo en la magia, en la influencia de los pensamientos positivos y sobre todo en el poder del universo. A mis 28 años considero que no he experimentado lo suficiente. ¿Cómo decirlo? No he sentido nada impactante; nada que me saque de mi zona de confort, no sé, algo lleno de euforia que deje atrás mi monotonía.

Puedo afirmar que tengo una vida maravillosa y definitivamente eso es cierto. Me rodean los amigos incondicionales, una familia adorable y un trabajo que me brinda estabilidad económica, pero siento que a este rompecabezas aún le faltan sus piezas. Fue mucho el calor del día y me puse un juego de short corto y camiseta negro después de haber tomado una ducha al llegar a casa. Llevaba horas reflexionando con la cabeza recostada hacia atrás en el espaldar de la silla y cada 5 minutos miraba el correo mientras veía como pasaban las horas y mi indecisión iba in crescendo. Naturalmente concluí que la medianoche no es un horario para estar despierta cuando temprano en la mañana me espera el trabajo.

Pero lo que me mantiene aún despierta es que no tengo idea de qué hacer con la maldita propuesta que tengo en mi buzón de correo. Por supuesto, que en estos instantes tengo a mi amiga incertidumbre dando vueltas en mi cabeza sin parar de crear situaciones que comienzan con los "y si...". Y es que cuando el Universo te envía la oportunidad, la empiezas a ver calva y no la puedes agarrar por los pelos. Un suspiro se escapó de mis labios y volteé la mirada al techo con los pies posados sobre la silla. Frotándome mi afro escuchaba muy concentrada mi lista de reproducción anti-estrés la cual sonaba de fondo en mi habitación y cuanto más hondo estuve en lo profundo de mis pensamientos un estruendo en la pared me hizo emerger de las profundidades en las que estaba sumergida.

—¡Aaaaay, demonios! —Rápidamente puse los pies en el suelo y me llevé una mano al pecho y la otra apretaba con fuerza el brazo de la silla—. ¡Por qué no puedes tocar la dichosa puerta, por Dios! ¿Es tan difícil? Casi me matas de un paro cardíaco.

Y he aquí la persona que faltaba sumarse a este enredo y obviamente haciendo una entrada épica como si del Demonio de Tasmania se tratara. Sí, conozco lo que dirán; tengo mi pequeña afición por los cartoons. Como sea hagamos una pausa al momento y los pongo al pendiente de Jen, esa loca de atar tiene su pelo marrón corto cerca de su barbilla, los ojos achinados pero muy vivos de igual color que su pelo, aunque carece de estatura tiene un cuerpo envidiable y una sonrisa que contagia. La miro de arriba hacia abajo y lleva su pijama rosa de blusa y pantalón, y en sus pies calza unas pantuflas de conejo que siempre me hacen sonreír porque se ve como una niña.

Formamos parte del equipo de marketing y promoción de una empresa de celulares. Nos conocimos en la empresa y desde que llegué me acogió con cariño. Durante el tiempo que llevamos trabajando juntas hicimos una amistad insuperable, tanto que nos tratamos como hermanas. Somos adictas a los ordenadores y queremos tener nuestro propio negocio, esa es nuestra línea de trabajo ser nuestras propias jefas e intentamos buscar dónde pudiéramos darle rienda suelta a la imaginación y no tuviéramos a personas que decidieran ahogar nuestra creatividad al no prestar mucha atención a nuestras propuestas. Y por favor, la verdad sea dicha nos gustan más los ordenadores que los celulares.

Y ahora que lo pienso ese ruido debe haber despertado a algunos de los inquilinos del edificio. Compartimos un apartamento el cual tiene todas las comodidades pero es muy sencillo, su estructura es minimalista, confortable y por ello lo adoramos. Volviendo a Jen, su rostro expresaba incredulidad ante mi indecisión, vino a reclamarme el por qué no había decidido aún aceptar la oferta y ha irrumpido en el dormitorio con tal fuerza. Sí, fruto del cabreo perfectamente perceptible que trae en toda su expresión corporal. Al instante de abrir la puerta se dispuso a hablar sin un ápice de arrepentimiento por el susto que me ha propinado.

—¿Eva qué demonios te pasa ahora? No logro entender en el vaso de agua que te estás ahogando. Por favor, es la oportunidad de nuestras vidas. Sabes que somos un equipo y yo he aceptado no me voy sin ti. Además, estaremos alrededor de personas famosas y conoceremos otros lugares —toda ella era pura emoción ahora, a veces su dualidad es algo curioso.

—¿Jen? —Le digo haciendo una pausa a mi reproducción musical en la laptop y soltando un suspiro. Ella se puso frente a mí con una mano en la cintura y la otra frotándose la sien con dos dedos.

—Sí, ya entiendo debí tocar la puerta antes —dijo sin importar nada y de forma cansina. Siempre hablaba lo que pensaba sin una gota de filtro en sus palabras—. ¿Perdónameeee? Pero es que estás siendo muy boba —se tornó un poco seria su voz—. Además, no puedo ir sola. Nosotras tenemos aspectos en común que nos hace funcionar como un equipo perfecto. Acepta el maldito trabajo.

—¡Jeeen! —prácticamente le grito para que me dejara decirle lo que pensaba pero continuó hablando. La miro y me paso la mano por la cara y bajo la cabeza. Realmente ella no tiene remedio.

—Pero es que debes aceptar nuestro futuro está en un hilo de lograr otras metas. Ya verás nos irá supergenial. Será una experiencia nueva porque nunca hemos viajado y conoceremos lugares maravillosos. Tenlo por seguro. Y una cosa importante que no debe fallar, seguro habrá chicos muy interesantes por conoceeeeeer. ¡Síiiii! —dijo Jen muy emocionada y dando saltos cortos de felicidad.

—¿Cómo lo haces para que suene tan sencillo? —le pregunto porque yo me siento un manojo de nervios.

—No lo sé, lo sencillo está en no darle vueltas al asunto. Sólo sé que podemos con esto y lo que nos propongamos —dijo con un brillo en los ojos, que sólo mostraba su picardía al saber que con todas aquellas palabrerías me tiene más que convencida.

—¡Uuuuf! —suelto un poco de aire—. De acuerdo qué puede salir mal. Hasta les gustó nuestro proyecto al nuevo jefe Marcelo Martelli y su manager Simon Ricci.

—¡Así se habla! —dijo Jen con completa confianza.

Me rindo, a mí me encanta la idea del nuevo trabajo y como permitir frenarme por miedos, eso no está en la lista de pedidos al Uni. También está la necesidad de respirar otros aires, creo que mis dudas provienen de la incredulidad hacia los hechos. Les hago un resumen de cómo conseguimos esta nueva y jugosa propuesta de trabajo. Pues todo comienza con el anuncio que vimos en Internet del manager del artista más cotizado en la actualidad y al verlo no dudamos en inscribirnos en la convocatoria. Trabajamos arduamente en un proyecto superambicioso que nos permitiera ser seleccionadas. Y se hizo la luz, lo conseguimos les encantó nuestra propuesta. Nos encargaríamos de la promoción y redes sociales del artista, además de la seguridad tecnológica de la empresa.

¿Y qué puedo decir del nuevo jefe? ¡Aaaaay, ese Marceloooo! Pues que está para comérselo enterito y no dejar nada, por supuesto que le llamé el "provoca infartos" y no por susto precisamente sino del placer que ese hombre provoca con todas sus letras en mayúscula. Con sólo mirarlo en fotos mi cuerpo ardía por el calor que comenzaba a irradiar. Su piel es morena por el bronceado del sol quizás, tiene un cuerpo musculoso de puro gimnasio y se ve que es un hombre alto. Y cuando ves su abdomen dan ganas de lamérselo como paleta de helado, ojos verdes avellana, pelo negro, nariz perfilada y una boca tan apetecible que creo provocaría varios orgasmos en mí de sólo imaginar... qué podría hacer él con su boca sobre mi...

¡Mmm! ¡Céntrate Eva! Por otro lado está el manager Simon que a pesar de tener 45 años luce muy apuesto, el pelo es negro aunque se le veían algunas canas, alto y fuerte, ojos azules y su piel era más blanca. Con él si hablamos a través de videollamada y estábamos más familiarizadas con su voz y aspecto pero a Marcelo sólo en imágenes por desgracia para mí. Cambiando de tema y regresando al resumen. Presentamos nuestro proyecto online, a través de una videollamada que duró alrededor de una hora. Pues sí, no me lo esperaba para nada les encantó nuestra propuesta y un grupo de ideas en las redes sociales para adquirir seguidores y representar una imagen que conmoviera y atrajera al público.

Tres días posteriores a la exposición de nuestro trabajo después de tanta espera llegaron los resultados de nuestros esfuerzos. Nada sólo tengo que aceptar pero eso requiere estar separadas de nuestras familias y vivir en otro país con otro idioma. Requiere de retos de todo tipo y claro si existe algo en lo que coincidimos Jen y yo es que nos encantan los desafíos. Aceptando la propuesta comenzará una nueva vida para nosotras. Cambiará todo nuestro mundo.

El poder de mi Universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora