Capítulo 15. ¿Sexo o amor?

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Al besar a Marcelo un millón de emociones y sensaciones ocuparon mi mente y mi cuerpo. Lo que me llevó a lanzarme a él ni yo misma me lo explico. Libero su cuello, sus labios y me aparto un poco de él aprovechando su sorpresa con mi atrevimiento.

—Solo no digas nada —lo miro y me doy la vuelta para no morir de vergüenza— mantente así en silencio. Perdí la cordura por un segundo —agradezco que me tome la palabra.

Se abrieron las puertas y yo quería salir corriendo de este infierno. Antes de que pudiera poner un pie fuera del elevador me agarra de la mano para que no saliera y se cierran las puertas nuevamente. Pausa el elevador.

—Eva no quiero que pienses que no te deseo a mi lado en todo momento pero no quiero que los medios pongan sus cámaras en ti. Y por favor, no sientas celos por nada. Habrá un momento para conversar. Tu chófer te está esperando para llevarte a dónde lo necesites. Te envié su contacto. Ahora puedes hacer lo que quieras —me quedo perpleja con Abominable solo el sonido de las puertas del elevador abriéndose de nuevo me saca de mi enajenación.

—Lo que tú digas —inicio mi camino en busca de aire y la salida. Marco a mi nuevo chófer para que me recoja. Espero en el lobby de la empresa y en sólo cinco minutos arriva mi auto. Entro y al sentarme le digo que me lleve a la Fontana di Trevi. Se convertirá en mi lugar para respirar.

Sentada en el muro de la fuente comienzo a poner mis pensamientos en orden. Es que no me creo que me haya lanzado así. Es que mi nivel de sensatez se fue a dar un recorrido por los pies. Cómo pude besar al tipo que me hizo firmar un contrato de esclavitud perpetua por una semana. Pero con eso que me ha dicho hoy me he quedado de piedra. No sé si mi corazón salió de mi pecho o mi respiración dejó de funcionar en esa fracción de segundos.

¡Ay Eva! Organiza tu vida miserable. Te vas a entregar de mansa paloma porque te trae un revoltillo de sentimientos ese hombre. Voy a ceder en cuanto él me mire, lo sé. Dos horas dando vueltas al mismo asunto y ni un resultado de mis pensamientos puedo lograr con coherencia al menos. En efecto todas las flechas indican Roma y yo negando el camino como buena terca que soy.

Llamo al chófer para que me lleve a la casa de Abominable. Mi tiempo transcurriendo y yo observando a todas esas personas cerca de la fuente. Por algún motivo este lugar me calma. Me giro con brusquedad al sentir una mano en mi hombro. Veo el rostro de quién me ha tocado y el alma salió de mi cuerpo y me puse fría en segundos. Universo lindo y querido sé que tu obra es infinita pero no necesito esto ahora.

—Hola Eva, vine a verte pero ha sido una casualidad enorme el encontrarte tan rápido —Fred toma asiento a mi lado ignorando mi cara de fastidio-sorpresa, no sé cómo luce eso pero tengo esas dos emociones en este instante.

—¡Por Dios! Me explicas qué haces tú aquí. No, realmente hoy no es mi día —me paso la mano por la cara y expulso un poco de aire—. Fred no es que no me alegre verte. Soné grosera y me disculpas pero no estoy en un buen momento. Si viniste por la llamada de hace poco por favor, ni te preocupes. Yo no te dejaré de hablar eres mi amigo y lo sabes.

—¿Tú estás en una relación Eva? —finalmente hoy no es mi día, cómo me salgo de este enredo.

—Fred —suspiro— no es tan así como una relación pero tampoco te voy a dar explicaciones de lo que hago con mi vida. No me malinterpretes, por favor. Mañana hablamos en mi descanso del trabajo de acuerdo. Tú tienes mi número, me llamas en el almuerzo —antes de que terminara mi discurso observo que alguien se acerca a toda prisa hacia mí. Literalmente he muerto y aún respiro. La voz me sale de los labios en un susurro—. Abominable qué haces aquí.

—¿Eva de qué hablas? —preguntó Fred descolocado total y me gira hacia él sujetándome de los hombros.

—¿Quién es él? —Marcelo estaba en el límite de perder los estribos. Toda su cara mostraba enojo y frustración. Miró a Fred con ira—. Saca tus manos de Eva —sólo tuve la oportunidad de ver como Marcelo guardaba sus manos en su chaqueta en forma de puño. Se percibía a kilómetros que contenía sus deseos de golpear a Fred como si no existiera un mañana. Reacciono en segundos y realizo una maniobra para quitarme las manos de encima. Por supuesto Fred queda sorprendido con mi agilidad.

El poder de mi Universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora