Capítulo 12. Pasando un rato amargo, dulce y luego amargo.

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¿Qué si pude ir al hotel cuando salí del dormitorio de Marcelo? No. ¿Qué intenté soltarme de su agarre? Sí. Pero todo fue en vano. El jeti de las cavernas me tenía a su merced. Me sujetó una mano en cuanto me vió salir al pasillo del dormitorio.

—¿No me piensas soltar? Desde que te conocí sólo me has traído problemas. Puto jeti, te odio. ¡Aaaaaah! —sigo forcejeando pero él no mueve un centímetro de su agarre.

—No lo pienso hacer. Estás demasiado lejos y no me gusta —me atrajo hacia él y aguantó mis manos en mi espalda—antes de irte vas a desayunar algo.

—¿Qué no te gusta que esté lejos? Que ironía de la vida, yo quiero estar lo más lejos de ti que pueda —le contesto con sarcasmo y toda la rabia que me consume a fuego lento.

—Que pena pero hicistes un trato, uno que no se modificará hasta pasado una semana —lo mato— y una cosa más. Ayer querías estar muy cerca de mí. ¿No te acuerdas? —ladea la cabeza para observar mi reacción y me suelta.

Diciendo esas palabras recordé que... ¡Oh, Eva la armaste a lo grande! ¿Cómo siquiera se me ocurrió provocar a Marcelo? Me vinieron todas las imágenes de la noche y la madrugada. Cuando salí del auto y comencé a vomitar, cuando me cargó y me llevó dentro de la casa, cuando empecé a bailar sensualmente para provocarlo hasta que caí en el sofá del salón y ahí perdí el conocimiento hasta ahora. Es que siempre todo se sale de control cuando estoy cerca de Marcelo.

—Estaba bajo los efectos del alcohol eso no sucederá nunca más —miro para otro lado que no fuera su rostro porque la vergüenza venía en camino. Me cogió la barbilla y me hizo mirarlo.

—Entonces fue bajo los efectos del alcohol que te lanzastes a darme un beso completamente desnuda —quiero borrarle la sonrisa pero es que me lo gano por zorra.

—¿Sabes qué? No quiero seguir hablando contigo es una perdida total de mi tiempo. ¡Ah! Ni te molestes no tengo hambre. Puedes guardar ese desayuno para ti. Quiero irme al hotel y ahora. No sé nada de Jen en horas y ya la preocupación me carcome —ya tengo que salir de aquí he cometido la peor locura de mi vida.

—Bueno con respecto a Jen puedes estar tranquila está en mejores manos —dijo con tranquilidad y se cruza de brazos.

Entonces él sabe con quién está Jen. Espera un momento.

—¿Qué tú acabas de decirme criatura del caos? Jen no está con Marcos, ¿verdad? ¿Es una broma no? Espera un poco —digo asombrada sólo de imaginar con quién está Jen—.  No me digas que Stefano y tú acabaron con nuestras citas. Debo... debo estar loca al estar un segundo más contigo es que desbordaste la copa —me doy vuelta buscando la salida del pasillo y mi teléfono para llamar a Jen.

—Por ahí no es la salida Eva y no te vas aún —me toma de la mano y me arrastra de vuelta prácticamente—. Tú estás demente si pensabas en quedarte con ese desconocido que tenías por cita.

—¿Pero qué te has creído idiota? Me quedo con quien quiera y quiero hablar con Jen. Suéltame —mis ganas de agarrarlo por el cuello se convertían en imágenes reales en mi mente a segundos de perder el autocontrol.

—En la cocina la llamas mientras yo preparo el desayuno. Y te recuerdo que firmaste un acuerdo ya nada es como tú quieras —y bueno ahora todo es cronometrado y con permisos que fastidio.

Llegamos a la cocina que por cierto es muy bonita y organizada. Me sentó en una silla cerca de la isla.

—Puedes llamar a tu amiga —me da la espalda y comienza a buscar todo lo que le hace falta para el desayuno.

¿Sabe cocinar?  Bueno me centré en hacer la llamada a Jen. Después del primer timbre oí su voz.

📞 Jen: ¿Eva estás bien?

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