El poder de mi Universo.

Capítulo 1. Presentando las renuncias.

Antes de confirmar la nueva propuesta de trabajo Jen y yo decidimos enfrentarnos a nuestra jefa, la señora Mary Jhonson con sólo verla inspiraba miedo. Ella es esbelta, su cabello largo lo lleva siempre teñido de negro y recogido en una coleta. Sus labios finos y para sus cuarenta y tres años luce perfectamente bien. Siempre traía un rostro sacado de una película de terror. La seriedad en sus ojos azules emiten una frialdad, su piel es tan pálida que llegué a pensar que no le corría sangre en las venas hasta el día que se enojó con uno de nuestros compañeros del equipo, el desafortunado Sean. Olvidó entregar un informe de uno de los tantos proyectos y eso bastó para que Mary encolerizara. Aún recuerdo los gritos como si fuera hoy, realmente ella es la madre de la perfección. ¡Uuufff! Dios me salve de oír a alguien insultarme de tal manera aunque no se justifica una irresponsabilidad de ese tipo.

Tenemos una cobertura de tres días para aceptar la oferta antes de que nos sea negado el trabajo por no contestación. El viernes muy temprano en la mañana me despierta la alarma que puse para tomar una ducha antes que Jen porque demora horas. Para su suerte la piel humana no se gasta con el jabón y el agua. Entro al cuarto de baño y miro al espejo del tocador. Tengo que hacer algo con mi afro con tanto alboroto que armé ayer con mis manos se ve en un estado deplorable. Me dispuse a lavarme la cabeza con mi shampoo preferido me encanta el aroma a uvas y aceite de argán que me mantiene en el pelo. Esa ducha caliente me quitó un poco de estrés y agotamiento acumulado durante la semana. Al terminar en el baño estuve un tiempo definiendo mis rizos en el dormitorio.

Hoy será un día importante así que es necesario hacer algunos toques de belleza también. Un poco de base en el rostro con algo de contornos. A mis ojos color café los voy a resaltar con lápiz negro, sombras de tres tonalidades marrón claro mate, rosado con iluminación y beige para mis párpados. Los labios que aunque finos son un poco carnosos con un lápiz labial de brillo marrón. En el outfit como no soy una persona alta, mi estatura de 1.60m la camuflajeo con unos botines negros de tacón alto cuadrado a la altura de mis tobillos acompañado de un vestido rosa claro de mangas largas con un escote oval en el pecho y abierto al costado a medio muslo ceñido al cuerpo mostrando las formas de mis curvas y mi trasero mejoradas durante las horas del gimnasio.

Al finalizar me miro en el espejo de cuerpo entero y lanzo un beso para la bella mujer que está del otro lado. Tomo la mochila de cuero negra y me dirijo a la cocina para preparar un desayuno para las dos. Al llegar, para mi sorpresa Jen lo tenía todo puesto sobre la mesa. Enseguida puse la mochila al espaldar de la silla y me siento junto a ella. Nos había hecho unos tocinos con huevo, tostadas, mantequilla y un jugo exquisito de naranja natural. Con una sonrisa tomo una tostada y le unto un poco de mantequilla.

—Buen día Jen. Lo has hecho todo muy temprano en la cocina. Serán tus nervios agudizados porque debemos hablar con la señora Mary. Esperemos no demore el proceso de renuncia —tomo la jarra de jugo y me sirvo en mi vaso.

—Eva. ¡Uuuuf! Sé que a veces es un diablo pero espero que con la ayuda de tu madre nos libere sin represalias —Jen tenía la mirada típica de nervios a flor de piel y no es para menos.

—Tengo miedo Jen de lo que se nos avecina nunca hemos estado tan lejos de nuestras familias —mastico la tostada, un tocino y tomo un sorbo de jugo del vaso—. ¡Mmm! ¡Ah! Recuerda mi pánico a las alturas voy a colapsar en ese avión —yo pensaba en cómo sería el momento de hablar con la señora Mary pero más me aturdía el hecho de lo que nos deparaba el futuro.

—Yo también tengo miedo no te lo puedo negar pero sabes que nos encantan los desafíos. Nacimos para probar de lo que somos capaces. Y sobre tu miedo a las alturas debes superarlo lo quieras o no. Sal de la burbuja en la que vives —Jen dijo aquellas palabras con un poco de temor y luego con una seguridad, que a veces me asombra su poder de autoestima.