Su toque celestial me lleva al cielo y mi razón me arrastra a la tierra. Con los ojos cerrados y toda mi voluntad lo aparto lentamente de mis labios. Sin perder el contacto con su piel rozando mi frente, su nariz frotando la mía, sintiendo la respiración y el calor de su aliento con un aroma fresco. Me hormiguea el cuerpo y mi corazón está loco por salir de mí.
—Marcelo... no nos hagamos esto, ¿si? Ya te lo he dicho. Piensa todo muy bien. Pon tus prioridades en orden por favor, necesito preparar la presentación de hoy —abro los ojos doy tres pasos hacia atrás y ya siento el frío.
Él me observa detenidamente y se le nota por toda su cara la frustración. No sé qué pasa por su mente pero sí conozco la mía. Vine por mi oportunidad de desarrollarme, evolucionar y ser alguien. He llorado en estos días más de lo que me tengo permitido y eso no lo voy a tolerar. Mi felicidad está en primer lugar y el amor también pero cuando estemos preparados para ello.
—Disculpa mi comportamiento —baja la cabeza y hace su camino para salir de la oficina.
Yo voy hacia mi escritorio y coloco las manos sobre la mesa. Con mi cabeza gacha respiro una y otra vez. Tú puedes con esto Eva no claudiques ahora. Oigo el cierre de la puerta pero no que se abre. Alzo la cabeza y miro por encima de mi hombro. Jesus Christ! Marcelo me sujeta rápidamente las manos sobre la mesa sin poder yo siquiera moverme. Su cuerpo está fusionado junto al mío.
Se inclina hacia mi boca y se apodera de mis labios nuevamente pero con más firmeza. Mi escudo de autodefensa ha sido desactivado y mi alma peligra. Rompe el beso y me gira para que lo mire. Nuestras respiraciones se agitan pero el retoma el control. Me sujeta la barbilla delicadamente. Recorre con sus dedos mi rostro. Al gesto respondo con todos los bellos de la nuca erizados y se cumple la tercera ley de Newton señores. Es una ley física y contra ella ni Dios.
—Yo no tengo nada que pensar Eva. Tú eres mía desde que fui a la habitación del hotel —quiero protestar y él me tapa la boca y continúa—. Fue la primera ves que comencé a pensar en ti de forma insana. No sé lo que es el amor y no sé qué es una relación en pareja. Pero esto que siento por ti no lo he sentido con nadie. Quizás es obsesión pero yo resolveré ese problema. Tu corazón es mío y lo he roto por indecisiones. Pero lo voy a enmendar. He sido tu enfermedad pero también soy tu cura. Voy a luchar por ti Eva.
Me suelta y se aleja en dirección a la puerta y ahora sí lo veo salir. De acuerdo, mi nivel de procesamiento se ha reducido a cero. Y de todo lo que me ha dicho se repite una y otra vez en mi sitema: Voy a luchar por ti Eva. Me siento sobre la mesa por que no me puedo sostener no logro discernir si es emoción o frustración. Estado de shock total.
—¿Eva estás bien? —ni cuenta me doy que tengo a Jen frente de mí—. ¡Guau! Me estoy hartando de este problema. ¿Ahora qué tienes?
—Jen hoy necesito salir de todo esto en cuanto hagamos la exposición. Yo debo liberar esta confusión y estrés pero ya. ¿Y si vamos a un bar? —cómo un simple ser en la faz de la tierra puede provocar tanto revuelo.
—¡Ok! Hagamos lo siguiente: Preparemos la exposición ahora y nada más estemos listas pues llamamos a Simon y se hace la dichosa reunión; luego si no podemos irnos las dos juntas, te vas tú primero. Vas al flat y decidimos para donde vamos esta noche.
—Más que de acuerdo y muchas gracias por sacrificarte por mí —nos apresuramos a prepararlo todo.
A las 10:00 a.m. lo tenemos todo listo y repasado más de una vez. Jen le avisa a Simon y dentro de 10 minutos comenzaría la reunión en un salón del primer piso. Tomo la laptop y mi bolso para no volver más a la oficina y aprovechar que todo se hará cerca de la salida del edificio. Llegamos y comenzamos a preparar la presentación, chequear el audio del sistema de audio y todo lo referente a la exposición. Satisfechas al final con todo tomamos asiento hasta fuera entrando el personal.
Miro mi reloj y son las 10:10 a.m. se oye la puerta principal abrirse y entra mi adorado tormento. Prestando toda su atención a mí y no a Simon. Junto a ellos otras personas de la empresa que al parecer quieren ver cómo va todo. Durante todo el proceso él sólo me observa y mis nervios se reflejan en mis manos. Me sudan a mares. Terminamos y sólo se oyen comentarios positivos y altas expectativas. Es gratificante y a la vez una situación tensa.
Me despido disimuladamente de Jen y voy directo a hacer lo acordado. Miro al frente y Marcelo está distraído conversando así que aprovecho la cobertura y salgo sigilosamente. Tomo un respiro porque he salido de aquel local. Sacudo mi cabeza y camino rápidamente hacia la salida con pasos agigantados pero seguros. Salgo a la calle y trato de buscar un taxi. Logro detener uno y abro la puerta. Abruptamente se cierra. Miro hacia al lado para abrir mi bocota y...
—Puede retirarse señor. Prescindo de sus servicios. Yo la llevaré, soy su novio —mis ojos se abren como platos.
—Pero... ¿Qué es lo que acabas de hacer? Tú eres demente. Y una cosita más. ¿Acabas de decir "novio"? —no tengo momentos paz ahora señor.
—Acabo de dejar ir ese taxi. Y vete acostumbrando serás mi novia dentro poco —qué dijo el idiota señor.
Miro al cielo y paso por su costado para salir en búsqueda de otro taxi. Ni deja dar tres pasos y con una forma muy tranquila me agarra del brazo.
—Eva actúa normal. Demasiadas personas mirando. No pelees conmigo. Yo te voy a llevar a tu flat —me quedo tranquila por ahora idiota, ya verás.
Me lleva hasta el parking del edificio y un empleado le entrega su auto. Me abre la puerta y prácticamente me sienta, la cierra y pone seguro para infantes. Perfecto ni pienses que puedes salir huyendo Eva. ¡Genial! Entra y sin mediar palabras conduce desenfrenadamente. Déjame ponerme el seguro con este loco. Pero... para dónde va este ahora. El viaje ha demorado una eternidad. Observo bien y hemos llegado a una estación de trenes.
—¡Abominable! A dónde crees que me llevas. Estás ahora mismo fuera de control —le grito y me ignora el imbécil— Mírame que te estoy hablando.
—Déjame parquear Eva —se estaciona y me mira—. Al paraíso y por favor, no me preguntes más. Nadie debe saber donde estamos. No queremos paparazzi y medios detrás de mi huella, ¿verdad? —Lo miro anonadada él perdió la sensatez.
Se pone gorra negra, un antifaz que le cubre la nariz y la boca. Al verlo me viene a la mente el primer día que ví a este lunático. Cuando termina me observa y veo esos ojos que me vuelven loca.
—¿Te vas a pasar una eternidad mirándome? —reacciono.
—¿Qué dices? Sólo me deleito con tu insensatez —me quito el cinturón de seguridad.
—Por mí no hay problema nena pero quiero realmente llevarte al paraíso —estás sonriendo Cerbero.
—No sonrías. No necesito verte.
Ha quitado el seguro y me bajo del auto arregañadientas. Estoy sorprendida, es que a este hombre le gusta planificar a lo grande.
—Hola Eva.
—Hola Tony.
Marcelo le entrega las llaves y recibe lo que creo yo son los boletos. Me toma la mano y me lleva en dirección al interior de la estación. Camino junto a él y estoy como en las nubes. Miro como me sostiene la mano y va como si nada. Me viene a la mente lo que dijo antes. Yo soy su novio. ¡Guau! Mi cuerpo se estremece por dentro de forma imperceptible. Lo sigo con esos pasos de gigantes.
Llegamos a la zona donde se chequean los boletos. ¡Gracias señor porque no se ha armado ningún alboroto a causa de fanáticos! Se revisa todo rápido y pasamos a la otra área para tomar el tren. Si pienso tener un viernes tranquilo y en paz conmigo misma evidentemente este no es el día. Eva tú no tienes remedio. ¿A dónde me llevará Marcelo ahora? Dijo paraíso. ¿A qué se refiere? La incertidumbre me mata pero el deseo me guía.
ESTÁS LEYENDO
El poder de mi Universo.
RomanceDerechos reservados de autor. Eva Smith y Jen Collins su mejor amiga inician un viaje a la captura de sus sueños. Encontrarán el trabajo ansiado, lograrán su crecimiento profesional y un poco de diversión al llegar al destino. Sólo que Eva lidiará...