Llegamos a Fiumicino, aeropuerto de Roma dentro de todo mi malestar estoy que no me creo lo que está sucediendo. Después de preguntar llegamos a la cafetería Mercedes Benz tomo asiento en la primera mesa que veo desocupada no puedo más. Jen pregunta donde podemos comprar el servicio de internet para conectarnos a la WiFi y realizar una videollamada.
Voy al mostrador y compro dos café para ambas y algo que me cayera en el estómago. Comimos con calma observando todo a nuestro alrededor. Estamos muy emocionadas. Nada más que terminamos nos conectamos, Jen se había encargado de todo.
—Mamá todo está bien llegamos sanas y salvas Jen y yo. Ahora ella está hablando con el pequeño Dan —mi madre preocupada me observa.
—Hija no pareces estar bien. Tienes la cara demacrada no me asustes que estás lejos de mí ahora.
—Tranquila mamá es por mi pánico a las alturas que estoy así. Pero nada que un buen descanso no pueda reponer. Estaré bien —le digo para tranquilizarla aunque sé que es difícil lograrlo.
—No estoy muy convencida cuídate mucho. Te extrañamos —solamente han pasado horas espera cuando sean días.
—Lo hago me cuido bien no te preocupes demasiado. Te llamo después voy a comunicarme con el jefe y ponerlo en aviso de que llegamos. Un beso. Dile a todos que estamos bien. Arrivederci! —mamá tira sus besos a la pantalla y cuelgo la llamada. Sonrío voy a extrañar a mamá. Cuando miro al frente Jen estaba llorando. Le toqué las manos.
—Todo estará bien, debemos ahora coger el transporte en dirección al hotel. Necesitamos estar presentables para el primer encuentro y necesito un sueño reparador —se seca los ojos con una servilleta.
—Vamos entonces ya estamos aquí. Ahora empieza el desafío —nos levantamos y por supuesto preguntando para llegar a la salida, fuimos en búsqueda del taxi.
Con todo el alboroto por encontrar la salida, miro un segundo a mi celular buscando el correo del manager e informarle que nos dirigíamos al hotel previsto y así concertar el primer encuentro frente a frente. Cuando voy a continuar el camino, choco con un hombre que por lo menos mide 1.90 m y fuerte porque trastabillo hacia atrás y se me ha caído el teléfono. Fue el que más sufrió se me despedazó. Me detengo mirando en el piso mi celular. En un instante surgió una ira en mí que no pude controlar y estallo vociferando.
—Estúpido ni siquiera te fijas por donde caminas y ni disculpas. ¡Uuuuf! ¡Bruto!
Se me queda mirando como si me conociera de algún lugar y yo lo que tengo ganas es de sacarle los ojos, que es lo único que se le ve. Lleva ropas negras, una gorra y un antifaz que le cubre de la nariz a la boca. Sin poder dejar de mirar esos ojos, que me parecen haberlos visto en algún momento de mi vida.
Me agacho y recojo lo que quedó de mi teléfono y avanzo, tratando de buscar a Jen que la he perdido de vista. Cuando me dispuse a avanzar aquel tonto me agarra del brazo. Lo fulmino con la mirada y me parece ver diversión en sus ojos. Miro la mano que me detiene y miro esos ojos, algo en ellos me pone inquieta. ¿Pero qué? Me quedo estudiándolo hasta que salgo de la enajenación.
—Mira grandísimo tonto suéltame no hace falta tus disculpas. Si no entiendes mi idioma entiende mis gestos —le saco el dedo corazón, un clásico cuando estoy molesta. Me safo del agarre o lo afloja, no sé. Yo sólo sé que salgo hecha una furia. Cuando Jen logra verme se alivia soltando el aire.
—¿Dónde demonios te metiste? Se nos fue el transporte del hotel —se asombra al ver mi molestia.
—Choqué con una mole sin modales. ¡Estúpido jeti! Me destrozó el celular y sólo reparó en mirar algo en mí, me abrumó eso. Juro por Dios, que en sus ojos vi burla y algo familiar que no logro percibir. Pero nada larguémonos a coger un taxi.
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El poder de mi Universo.
RomanceDerechos reservados de autor. Eva Smith y Jen Collins su mejor amiga inician un viaje a la captura de sus sueños. Encontrarán el trabajo ansiado, lograrán su crecimiento profesional y un poco de diversión al llegar al destino. Sólo que Eva lidiará...