Capitulo 1

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                                         El bosque era espeso y oscuro, sobre todo en esta época del año, el invierno era peor cada vez que llegaba, esto dificultaba la cacería, el hombre llevaba siguiendo una manada de tres venados, que andaban buscando refugio.

Armado con arco, flechas y un cuchillo; la presa estaba en la mira y la flecha posicionada en el arco, lista para ser disparada, pero al parecer el día de hoy no comerían venado, ya que el hombre y su presa, fueron alertados por un fuerte ruido de disparo, el animal escapo y el hombre se puso alerta, miro en la dirección de la que provenía aquel fuerte ruido y vio humo, algo se estaba incendiando.

Todo aquello se le hacía muy familiar; corrió en dirección al humo y llego al linde de una casa, era una humilde casa de campo. De ella salían dos hombres, se escondió rápidamente detrás de un árbol, tratando de hacer el menor ruido posible y escucho lo que decían:

– ese maldito mocoso lo hizo, Claude tenía razón. –gritaba uno mientras escapaban de las llamas.

– corre idiota, el niño puede escapar. –el hombre escucho un sonido muy cerca de él, sigilosamente giro sobre sus talones y apunto su flecha hacia la procedencia de este. Tan pronto como noto quien había provocado aquellos, bajo su arco y corrió en auxilio de un niño de no más de 7 años.

El pequeño lo miraba asustado y con lágrimas en los ojos, el muchacho temblaba entero y estaba cubierto de sangre, que no parecía provenir de él. Excepto por un corte profundo que le atravesaba el rostro cruzando su ojo derecho, el hombre se acercó con mucho cuidado de no asustar más al niño y tampoco llamar la atención de los hombres que se habían ido hace poco por el lado contrario del bosque.

– me llamo Gabriel y no voy a hacerte daño. –le dijo el hombre al chico en un apresurado susurro, mirando en todas las direcciones; atento por si los extraños regresaban.

– ¿cuál es tu nombre? –pregunto en el mismo tono

– Da...Darien se... se... señor. –respondió el muchacho en un susurro temeroso

– ¿muy bien Darien, tus padres dónde están? –Gabriel se dio cuenta de la respuesta, en el momento que hacia la pregunta.

A Darien se le llenaron sus azules ojos de lágrimas, mientras miraba de la casa en llamas a sus manos.

– ¿tienes más familia, pequeño? –siguió preguntando, Darien negó lentamente; con la cabeza gacha, en un claro signo de culpabilidad.

– primero debemos alejarnos de aquí, yo vivo en una casa parecida a la tuya y tengo una hija de 5 años, podemos ir a mi casa y hablar de lo que sucedió aquí. Que estoy seguro, no es culpa tuya, ¿te parece bien? –el niño miro a Gabriel por un instante, el que fue más que suficiente para asentir rápidamente, el muchacho no sabía porque, pero aquel hombre le provocaba una paz interna y una confianza que solo había sentido con sus difuntos padres.

Gabriel comenzó a guiar a Darien por el bosque, siguiendo el camino oculto por el cual había llegado a ese lado del bosque.

– ¿cuántos años tienes? –le pregunto al chico después de un rato caminando en silencio

– sei...seis años, señor –respondió tímido el muchacho, su cabello castaño contrastaba su pálida piel, cubierta de sangre. Así continuaron caminando y charlando, aunque más parecía un monologo o un interrogatorio por parte del hombre hacia el pequeño.

Gabriel y Darien se detuvieron frente a una casa de ladrillos de dos pisos, con un hermoso jardín y cerco de madera, tenía un caminito de piedras, rodeado de botones de rosa blancos y de violetas, la casa era roja y la puerta, de madera blanca.

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