Capítulo 7

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El Eventus estaba repleto de personas de diversas edades y etnias, se notaba que había habido un mundo dividido en culturas diferentes.

Había tres puertas que rodeaban la sala de entrada, todos se dirigían hacia la derecha, las otras dos parecían estar cerradas. Cuando Roy, Elizabeth y Darien llegaron, la chica se quedó mirando el gran escudo que estaba tallado en la pared de entrada del Eventus. Con un dragón en el centro, arriba a la derecha un tigre, a la izquierda un conejo, abajo a la derecha una serpiente y, por último, una cabra.

—¿Quieres saber qué significa? —preguntó Darien a su hermana, quien solo se encogió de hombros y esperó a que ambos chicos avanzaran.

Se unieron a la corriente de personas que entraban por la puerta de la derecha, se dieron cuenta de que aquella puerta conducía a un enorme comedor que, a pesar de su aglomeración, los comensales que allí había no llenaban ni la mitad, en el fondo del lugar había una mesa larga con muchas sillas de respaldar alto, donde cabían al menos unas 30 personas, las otras estaban agrupadas en círculos para 10. En la pared de la izquierda se encontraba una línea de bufé con todo tipo de desayunos, Roy los dirigió hacia allí.

—En el bufé pueden elegir lo que deseen para comer, solo deben tomar una bandeja y detenerse frente a lo que se va a servir, la persona encargada les servirá, pueden pedir todo lo que ven —concluyó mientras llegaban. Él pasó primero para mostrar a los chicos lo que les acababa de explicar, tomó una bandeja y pasó por café, tostadas, huevos revueltos y unas rebanadas de queso y jamón en sus tostadas, luego pasó Darien, quien desayunó leche con tostadas y fruta, por último fue el turno de Elizabeth, quien por primera vez tomaría un desayuno que no fuese preparado por su madre. Reacia al comienzo por comer algo que otra persona realizó, solo pidió un jugo de frutillas con un tazón de cereales; los tres caminaron hacia una mesa vacía.

—Si este lugar es tan importante, ¿por qué está casi vacío? —preguntó Elizabeth, curiosa por los asistentes al desayuno.

—Por lo general, el comedor solo se llena en ocasiones especiales, tiene capacidad para trece millones de personas, actualmente en la academia solo habitamos once millones quinientas treinta y siete mil dos, bueno, ahora once millones quinientas treinta y siete mil cuatro, la mayoría desayuna, almuerza y cena en sus cabañas, solo algunos vienen aquí a diario, yo por ejemplo hace más de 3 meses que no venía a comer aquí.

El coronel terminó de hablar en el momento en que Tony, Keylha y un chico que Lizzie y Darien no conocían se sentaron junto a ellos.

—Lizzie, Darien, este es Dean, parte de nuestro escuadrón y de nuestra banda. ―Keylha se hizo cargo de las presentaciones.

—Parte fundamental en ambos, he de agregar. —Dean. Un chico de metro setenta y ocho, cabello castaño claro y profundos ojos verdes, tenía una enorme sonrisa arrogante en su rostro, se sentó junto a Tony, quien a su vez tomó su lugar al lado de Roy; Keylha se sentó junto a Elizabeth.

—¿Qué tal pasaron la noche, chicos? —preguntó Keylha mientras todos comenzaban a desayunar.

—Muy bien, la verdad, a pesar de todo lo ocurrido —respondió Darien con una sonrisa amable.

—Ayer fue un día totalmente agotador, ni siquiera sé qué ocurrió anoche luego de que me metí en la cama —contestó Lizzie, mirando con disimulo al coronel sentado frente a ella, aún tenía presente el sueño de la noche anterior y la presencia de Roy la ponía nerviosa.

—¿Y cuál es el plan para hoy, jefe? —cuestionó Dean, todos los ojos se centraron en el coronel Leonhart.

—Después del desayuno, los llevaré a conocer un poco de la academia y lo que hacemos aquí, y luego del almuerzo, Darien tiene una entrevista con Cory y la novata una reunión con la directora Masen —explicó Roy en tono formal.

—¿La novata? Tengo un nombre, soy Elizabeth —replicó la pelirroja con furia.

—Perdón, la novata Elizabeth tiene una reunión con Masen. —Toda expresión en el rostro de Roy gritaba sarcasmo, una sonrisa ladina bailaba en sus labios mientras hablaba.

Antes de que Lizzie pudiese volver a responderle algo a Roy, Keylha habló.

—Espero puedan venir al ensayo, cuando estamos de franco es la única vez que podemos ensayar, y el festival es una semana antes de navidad.

—¿Aquí celebran Navidad? —la incrédula pregunta de Lizzie no pudo ser respondida, ya que en ese momento todo el comedor quedó en silencio, la directora Masen y el general Leonhart se encontraban de pie en la larga mesa del fondo, cuando toda la atención se fijó en ellos, la directora habló.

—Comunidad de Elpída, tengan todos un buen día. Hoy hay entre nosotros dos posibles nuevos miembros, quisiera que den una bienvenida y su ayuda en todo lo que ellos necesiten a Darien Montiel, hijo del teniente coronel Domingo Montiel y la teniente Evelyn Montiel, junto Elizabeth Viera, hija del general de brigada Gabriel Viera y la capitán Joanne Viera. Al igual que todos los que han llegado aquí por primera vez, ellos están en su semana de adaptación, esperemos que al término de esta podamos presentarlos formalmente como nuevos miembros de esta comunidad. Gracias por su atención, son libres de continuar con sus actividades. —Al terminar, la directora y el general salieron por una puerta lateral.

Roy quedó mirando la puerta ya cerrada más tiempo del que debería, cuando reaccionó, agitó la cabeza. Notó que Elizabeth y Darien se miraban sorprendidos, al parecer ninguno de los dos tenía conocimiento de que sus padres hubiesen formado parte de la academia.

Decidió que lo mejor era continuar con lo programado para el día.

—Los espero a todos en 10 minutos en la entrada a los campos de entrenamiento, empezaremos el recorrido de Montiel y la novata por allí.

Sin más, se levantó con su bandeja y desapareció por la puerta principal.

—Bueno, gente, creo que es mejor marchar y no hacer enojar al ya muy gruñón Roy —dijo Keylha mientras se levantaba de su silla y los chicos la imitaban.

—¿Él habla y ustedes corren?, ¿aunque estén de descanso? —preguntó Lizzie, que era la única aún sentada.

—Sigue siendo el coronel, y más que mal, es nuestro amigo, y es impaciente —respondió Tony encogiendo los hombros y restándole importancia.

Elizabeth vio como todos emprendían camino, incluyendo a su hermano, quien, al darse cuenta de que ella no se movía, le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera. No muy convencida, se levantó y siguió a los otros hasta el campo.

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