Capítulo 4

19 4 1
                                    


  Existen momentos en la vida de toda persona, en la que replantearse su misión puede resultar contradictorio; este era el caso de Roy Leonhart, un joven de 23 años, con blancos cabellos, ojos avellana y una estatura de 1.83 cm, con tez bronceada que contrarrestaba con su cabello. Fue ascendido a coronel con solo 20 años de edad, entrena en la academia desde que tiene memoria, tanto así, que jamás se cuestionó el por qué.

Ha dedicado su vida a la lucha contra la tiranía, y hoy era el entrenador más joven de la academia Elpída, había logrado tener un escuadrón de patrulla a su cargo.

Roy era el tipo de persona que disfrutaba de su soledad, a la vez que disfrutaba pasar tiempo con sus amigos.

El coronel Leonhart se encontraba entrenando con un par de niños a los que ayudaba a controlar su poder; hacían pequeños remolinos en la tierra, que de la nada se convertían en pequeños tornados.

— debes relajarte Patrick, sino jamás podrás controlarlo. — le dijo con voz firme pero suave al más pequeño de los dos, de unos 10 años de edad, cabello rubio oscuro, ojos del color de la miel, tez blanca y mejillas rosadas.

— ¿así está bien Roy? — pregunto el mayor, Martin tenía 12 años, cabello negro y ojos oscuros, a pesar de las diferencias con su hermano menor, compartían el mismo color de piel y rasgos en sus facciones.

— vas por buen camino Martin, pero no debes perder la concentración. — respondió

— hey, Roy, ya te toca. — en un extremo del campo un chico de la misma edad del coronel le hablo, el aludido solo dio un asentimiento de cabeza y le hablo a los hermanos.

— ha terminado el entrenamiento por hoy, debo ir a hacer guardia. —

— ¿pero no estaba vigilando Suki? — pregunto el pequeño de los hermanos, frunciendo el ceño

— sí, estaba. Pero Dean vino a avisarme que ya es mi turno, así que ustedes dos regresen a su cabaña. — les desordeno el cabello antes de que los chicos emprendieran camino corriendo. — no destrocen nada en el camino. — les gritó y los muchachos soltaron una carcajada mientras seguían corriendo.

Roy Leonhart se desplazaba por la academia sin que nadie lo notara, había aprendido a moverse entre las sombras y a agudizar todos sus sentidos, llegó a las puertas de la academia donde le tocaba hacer la guardia de la tarde. En realidad, se turnaban cada 3 horas para cambiar vigía, aunque era algo por mera precaución extra, en caso de que algún enemigo se acercara a ellos; trepó hasta lo alto de las puertas, puso sobre sus blancos cabellos la capucha de su uniforme y así poder mimetizarse mejor, agudizo la vista y noto la presencia de alguien a solo unos pasos de la entrada.

— ahí eres blanco fácil para cualquiera. — le habló a la chica de cabello turquesa que se encontraba sentada apoyada en un árbol.

— ¿desde cuándo te interesa lo que me suceda?, lo último que supe es que habías terminado conmigo la semana pasada, ya no tengo que rendirte cuentas. — la chica se levantó de su lugar cruzando los brazos y alzando la vista sus ojos del mismo color de su cabello lo miraban con ira contenida.

— ya sé lo que hice, y no te hablo como ex novio. Le habla su coronel, teniente Shimura; sigues estando a mi cargo y soy responsable por tu seguridad; de igual manera tu turno acabo así que puedes regresar si lo deseas. — su lado de coronel hablo por él, la chica solo hizo un mohín y atravesó las puertas de entrada.

Roy exhalo impaciente y jaló de sus cabellos, tomó un par de respiraciones más para tranquilizarse, luego se puso de cuclillas y se preparó para las próximas tres horas más productivas para su paz mental; hacer guardia para el joven era un momento de reflexión, sin presiones y sin ojos sobre él.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora