Capítulo 24

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Los primeros días de viaje fueron bastante ajetreados, dormían poco y caminaban largos tramos, debían llegar a la única casa de seguridad que había en el camino el día antes de la celebración maldita, comían lo justo y no se detenían, Keylha y Lizzie iban volando la mayor parte del tramo, sobre todo porque no querían que algún perro de Ferrel encontrara a esta última.

Cuando le tocaba su turno de guardia al dormir, Elizabeth aprovechaba de practicar los poderes que había estado entrenando, ahora ya dominaba la ciberpatía de Suki y los portales del capitán Moran, aunque este último lo estaba guardando en caso de emergencia, ya que al igual que al capitán la dejaban exhausta, la primera vez que lo utilizó, fue la única ocasión en la que había visto a Roy molesto con Cory.

— Pero qué diablos, Cory, cómo mierda se te ocurre entrenarla para eso, casi la matas. ―Los gritos del coronel se escuchaban desde su habitación en el hospital, Keylha y Darien se encontraban a su lado.

— Por qué no te calmas, Roy, estás exaltado y solo la agotó, al igual que le sucede al capitán Moran, pero es indispensable que lo sepa en caso de emergencia, ella es como una esponja y debe absorber la mayor cantidad de poderes que puedan serle útiles, sobre todo en la complejidad de esta misión, piensa como soldado y no como su novio —le aconsejó Cory. Roy sabía que su amigo tenía razón, pero a veces era difícil separar al coronel del novio. Con la mandíbula apretada pasó las manos por su cabello y no dijo nada, solo se dio la vuelta y se alejó, en ocasiones lo frustraba el poder que tenía Elizabeth.

Dean por otro lado aprovechaba sus guardias para comunicarse con Antonia, Tony le pidió al equipo de telecomunicaciones que incluyeran un canal especial en la radio para ellos. Así además se mantenían en contacto con la academia y daban aviso de sus avances. Hasta el momento no habían encontrado a ninguno de los perros de Ferrel, aunque se encontraban muy lejos de su territorio, sus secuaces se encontraban esparcidos por todo el mundo.

El día de la celebración maldita llegaron a la casa de seguridad, lo cual era un alivio, no querían estar al aire libre cuando Ferrell y sus secuaces anduviesen destruyendo la mitad del país.

Era cerca de la hora de almuerzo. A pesar de que el lugar estaba oculto, tenía todo lo indispensable para que pudiesen llegar las tropas para tomar un descanso. Por la mañana habían pasado por un mercado donde compraron provisiones para los dos días que estarían allí, pasarían la celebración maldita ocultos allí y al día siguiente partirían nuevamente, desde la casa de seguridad solo era un día y medio de viaje hasta la montaña donde vivía el ermitaño.

— Muy bien, escuchen todos. Estaremos aquí hasta mañana, no quiero peleas, aprovecharemos de descansar, de reponer energías y de ocultarnos de esta maldita noche. a pesar de que hay un pueblo cercano, no saldremos de esta casa, ¿entendido? —habló Roy con su voz de mando.

— Sí, señor —respondieron a coro.

— Ahora quedan libres, prepararé el almuerzo. —Los seis rompieron la formación y se dirigieron a las habitaciones.

— Alguien deberá compartir —anunció Keylha al notar que había 6 habitaciones.

— Creo que de todas formas hay dos que compartirían —dijo Tony levantando las cejas.

— Cállate —respondió Lizzie dándole un codazo, Suki rodó los ojos y azotó la puerta de la habitación de enfrente.

— Creo que la subteniente Shimura aún no se acostumbra a las nuevas normas. —Se burló Dean mientras los demás escogían un cuarto. Lizzie dejó su mochila sobre la cama y rodó su cuello, gesto que hizo tronar los huesos de esa zona. Sintió unas cálidas manos masajear su cuello y hombros.

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