Epílogo

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Los rayos de sol apenas comenzaban a asomarse, y se filtraban por la ventana de la habitación del pequeño niño que allí dormía.

Apenas comenzaba a abrir los ojos cuando el sonido de algo quebrarse lo sacó de su estupor, su madre entró corriendo a su cuarto y le ordenó esconderse bajo la cama. Él obedeció sin preguntar qué ocurría, una vez escondido, la madre salió por la puerta otra vez. El pequeño escuchó voces y gritos, se tapó los oídos para aislarlos y cerró los ojos con fuerza.

Los abrió de golpe al sentir su cama levantarse, se relajó por un instante, al pensar que era su madre que había regresado. Pero no fue así, se encontró con un hombre delgado y de cabello gris, con una mirada siniestra. El hombre lo tomó por el cuello y el pequeño hizo lo que su padre le había enseñado, levantó ambas manos y dejo que el gas que fluía de ellas hiciera su efecto, el hombre lo soltó de golpe y se tapó la cara con su brazo. En ese momento, el niño salió corriendo de su habitación, llegó a la sala y encontró a sus padres tirados allí, envueltos en un charco de sangre. Quiso acercarse a ellos, pero alguien lo empujó y cayó sobre los vidrios rotos de la ventana, sintió un dolor punzante en el ojo derecho.

El mismo hombre que se había metido en su habitación estaba de pie frente a él.

—Llamas, hijo —le dijo su padre con sus últimas energías, el niño entendió a lo que se refería su padre, se concentró y juntó sus palmas, de ellas salió disparada una llamarada de fuego que envolvió al hombre de cabello gris. Se acercó corriendo a sus padres y quedó completamente bañado en sangre.

—Corre, hijo, vete, no dejes que te atrapen nunca. Te amamos, Darien. —Al decir esas palabras, su madre falleció.

El hombre que tiraba alaridos daba vueltas por todos lados, dos hombres entraron corriendo por la puerta de atrás mientras el niño salía por la ventana rota, corría hacia el bosque sin rumbo. Con el sonido de su casa ardiendo en llamas.

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muchas gracias por llegar hasta aquí, esta historia continua en su segundo libro llamado Camino...

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