Capítulo 26

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— ¿Qué quieres decir con eso, si entiendes que con tu poder es la única opción que tenemos para derrotar a Ferrel de una vez por todas? —Keylha fue quien habló, su voz era una mezcla de desesperación y súplica.

—Créanme que comprendo perfectamente todo lo que mi decisión conlleva, pero hice una promesa hace mucho tiempo y es que solo esperaré mi final en paz, aquí en este mismo lugar. —La mente de Bobby había viajado varios años en el pasado.

— Mi poder es la empatía mímica, puedo emular los poderes de otros —explicó Lizzie mirando a Bobby.

— Elizabeth, no. —Roy y Darien hablaron al mismo tiempo.

— ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó el ermitaño curioso por la reacción de ambos chicos.

— Quiero decir que, si me enseñas a usar tu poder en su totalidad, no tendrías que salir de tu hogar, pero de igual manera tendríamos la oportunidad de derrotar a Ferrel. —Todas las miradas estaban puestas en la chica.

— Creo que ya es muy tarde y todos necesitan descansar, hablaremos de esto mañana. —Bobby se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta al fondo del pasillo. Todos se quedaron atentos a la siguiente orden del coronel.

—Pueden ir a descansar —dijo con la mandíbula apretada—. Tú y yo hablaremos mañana —le susurró a Elizabeth, sonando más enojado de lo que en realidad estaba. Los chicos se dirigieron a la única otra habitación que había, tiraron sus bolsas de dormir y el cansancio los venció casi de inmediato.

Esa mañana la bruma matutina nublaba las ventanas, Bobby el ermitaño vivía en medio de una fría montaña sin nada a más a 20 kilómetros a la redonda. Cuando Lizzie se levantó, ya todos se encontraban en la mesa desayunando, excepto por Bobby y Roy. Dean le hizo un gesto de cabeza hacia la ventana. Allí se encontraban estaban muy serios y Roy se veía bastante molesto. Presintiendo de que se trataba su conversación salió, molesta de que estuviesen decidiendo que hacer sin consultarle a ella.

— Aquí sí que se arma —susurró Tony dándole un mordisco a su tostada.

— Es peligroso, no podrá regresar ella sola —decía Roy exaltado.

— Es lo único que puedo ofrecerte, muchacho. —La voz de Bobby se oía seria.

— Veo que están decidiendo qué hacer conmigo, aunque sin mí. —Ambos se sobresaltaron, no la habían escuchado llegar.

— Bobby, ¿nos das un minuto, por favor? —le pidió la chica lo más amable que pudo.

— Elizabeth —Roy comenzó, y se pasó una mano por el cabello, pero ella lo detuvo.

— No, tú escucha, no me he estado entrenando todo este maldito tiempo para no hacer nada, sabíamos que el negarse podría ser una opción.

— Pero nunca hablamos de que te quedarías sola a entrenar.

— Lo hablé, solo que no contigo. —Esto último lo susurró.

— ¿Qué quieres decir con eso? —Tenía ambos puños apretados y el ceño fruncido.

— Quiero decir que lo hablé con mi padrino, fue él quien me sugirió que me ofreciera a entrenar su poder en caso de que se negara a ir con nosotros.

— Y no pensaste en comunicármelo. Diablos, Elizabeth, no lo digo solo como tu novio, soy tu coronel a cargo, tu vida es mi responsabilidad. ¿No pensaste que sería útil tener esa pequeña información? —dijo sarcástico.

— El general Leonhart me ordenó como mi superior no comunicarle a nadie a menos que fuese estrictamente necesario, y no lo fue hasta anoche. Maldición, Roy, sabíamos cómo te pondrías, por eso no podía decirte nada.

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