Enchanted to meet you

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Respiro profundo cuando despierto, un pequeño gemido ahogado se escapa de mí cuando estiro mi espalda. Abro los ojos y parpadeo algunas veces, luego me doy cuenta que el otro lado del colchón está vacío. Giro la cabeza y sólo entonces noto como estoy acostada. Entre las piernas de Martín , mi cabeza en su vientre. Sólo consigo ver la punta de su nariz y la barbilla, él parece dormir profundamente. Sonrío, recordando la noche que tuvimos. No puedo decir con certeza en qué momento él me beso de esa manera que me hace suspirar, sé que prácticamente pasamos toda la noche teniendo sexo.

Fue una de las mejores noches hasta ahora, vale resaltar.
Cierro los ojos para recordar las sonrisas que me dio. La forma cariñosa con la que me toco, la manera de susurrar mi nombre. Soy capaz de sentirlo dentro de mí todavía, llevándome a la locura. Sus dedos habilidosos, girando de aquella forma que me dejaba a punto de desfallecer en sus brazos. Su respiración alterada en mi oído mientras se introducida en mi.

¡Dios!

Martín es increíble, básicamente en todos los aspectos, principalmente en cualquier cosa relacionada con el sexo.

Y ahora estoy aquí, tumbada en una posición no muy cómoda, mis pies están fuera del colchón, así como la mitad de mi pierna. Pero no me importa. ¿Y por qué? Es tan bueno sentir el calor de su cuerpo, y admirarlo dormir es una de mis cosas favoritas. Martín se mueve un poco, parece comenzar a despertar poco a poco. Luego sus ojos marrones están enfocados en mi rostro.

- Buenos días mi amor.

Martín sonríe soñoliento. Se levanta un poco, mirándome a los ojos. ¿Cómo consigue ser tan lindo en cualquier momento? No se despierta menos bonito. Su rostro está un poco marcado, por un lado por la funda de la almohada bordada, sus ojos un poco hinchados como sus labios. Suspiro, él es la personificación de la belleza.

-Que sexy eres hablando tan colombiano . Coloca una mano en mi rostro, - acariciando mi mejilla con su pulgar. - Buenos días, bebé.

Martín fuerza aun más su acento colombiano , haciendo que mi respiración falle un poco. ¡Maldita sea! Él es tan sexy hablando de esa forma. Martín sonríe más, parece saber exactamente lo que me causó. Por supuesto que él sabe, él siempre sabe.

-Listillo.

-Sé lo que mi acento causa en ti. - Pongo los ojos, Martín suelta una risita nasal.

-Demasiado egocéntrico.

- ¿Crees que nunca note en la escuela como me mirabas cuando hablaba de esa forma?

-Nunca te mire de alguna manera.

Refunfuño, desviando la mirada. Martín ahoga una risa. Estoy mintiendo, obviamente. El acento de Martín siempre fue encantador, y cuando él hablaba de esa forma... Era como el infierno. No puedo negarlo, siempre lo encontré sexy. Y bueno, yo nunca fui de hierro.

Pero ya es demasiado de oír eso de mí, no quiero inflar más su ego.

-¿Podemos quedarnos aquí acostados todo el día?

-Lo que quieras, pequeña. - Escondo el rostro en su abdomen, cerrando los ojos al sentirlo acariciando mi cuero cabelludo con sus uñas . - Pero, ¿Será que puedes subir aquí y darme un beso de buenos días?

-No.

Mi voz salió ahogada por el simple hecho de estar con mi rostro en su abdomen. Martín resopla y trata de jalarme hacia arriba, aseguro su cadera y clavo los dientes justo por encima de su ombligo.

-Para de morder mi estómago. - En respuesta lo muerdo más duro. Martín deja escapar un grito de dolor y trata de empujar mi cabeza hacia atrás.

-No es mi culpa que seas tan caliente. Miro su estómago y sonrío al ver la marca de mis dientes allí en medio de la piel enrojecida. Martín levanta el torso para ver mi obra de arte, pongo mi lengua entre mis dientes y lo miro a través de mis pestañas. Él me va a matar, sé eso con solamente mirarlo.

Acuérdate de mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora