Siw Down Beside Me

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Probablemente voy a tener que pagar algunas multas de tránsito después de esta noche, porque no me detuve en ningún alto, además no me moleste en ver si había estacionado en un lugar apropiado. Pero, obviamente no he venido manejando como un loco frenético. Después de todo, mis tres amores estaban conmigo, nunca haría algo para poner en peligro sus vidas. Miro a mi alrededor una vez que entro al hospital, el aire gélido choca contra mi cuerpo, haciendo que me estremezca un poco y me abrazo a mí mismo en busca de calor. No me había puesto un abrigo. Maldita sea, ¿y si mi esposa y mi hijo tienen frío? Debería haberme preparado mejor para este momento, soy un pésimo padre y esposo.

-Por favor, necesito ayuda, mi esposa está entrando en trabajo de parto y me está esperando en el coche, necesito que alguien la vaya a buscar.

Comienzo a hablar sin parar al llegar a la recepcionista en el mostrador, se tarda unos pocos segundos en asimilar lo que he dicho. Estoy tan nervioso que ni siquiera consigo hablar bien, debo parecer un psicópata. Miro por encima del hombro en dirección a la puerta, sintiendo ganas de correr y volver junto a _____. ¿Estará sintiendo dolor?

-Un enfermero le ayudará, señor
Le pido que mantenga la calma, su esposa lo necesitara.

-Gracias. - Agradezco a la rubia, que ni siquiera tome el trabajo de preguntar su nombre, para luego acompañar con rapidez al enfermero que se acercó a mí con una silla de ruedas. - ¿Cree que el bebé pueda deslizarse fuera cuando ella se levante?

Le pregunto al chico, que sin detenerse, me mira como si tuviera tres cabezas. Mantengo mi expresión de terror, escuchándolo soltar una risa baja. ¿Qué es tan divertido, estúpido.

¡Papi , mamá está llorando!

Escucho la voz de David y abro los ojos, acelero los pasos y voy al coche. Incluso desde la distancia veo a mi mujer curvada hacia adelante, con la cabeza apoyada en el tablero del coche. Mi corazón se dispara dentro de mi pecho, el hecho de saber que ella puede estar sufriendo con el dolor me deja mal. Quisiera poder sentir ese dolor en su lugar. Abro la puerta del pasajero, el sonido despierta la atención de _____ y ella me mira. Sus ojos esmeralda llenos de lágrimas, las mejillas rojas y los labios torcidos, formando un pequeño puchero.

Esa escena seria adorable de admirar, si ella no estuviera a punto de dar a luz.

- ¿Sientes dolor, amor? - Ella asiente con la cabeza. El enfermero se acerca y le doy espacio para que pueda recoger a ______. Estoy nerviosa, controlando las ganas de meter la mano por debajo de su playera. Nunca se sabe, ¿verdad? ¿Y si nuestra hija decide salir antes de tiempo? - Voy a estar a tu lado, no voy a dejarte.

-Por favor, no me dejes.

-No lo haré. - Garantizo y aseguro sus manos, entrelazando nuestros dedos. - Amor... - Muerdo mi labio al sentirla apretar mis dedos, aumentando gradualmente la fuerza. Mi cara se contorsiona en una mueca de dolor. ¡Mierda, ella es fuerte! - Vas a romper mis dedos.

-Duele. - Ella susurra, lloriqueando. Miro al enfermero y asiento con la cabeza, dándole permiso para llevarla. - ¿No vienes? No quiero estar sola. Por favor, Marto.

Sonrío para ella, descansando las manos en sus rodillas antes de inclinarme hacia adelante y sellar nuestros labios. _____ agarra mi rostro y profundiza el beso, pareciendo desesperada.

-Voy a estar allí, tengo que cerrar el coche y avisarle a los demás. - Seco sus lágrimas con mis pulgares, depositando un beso en  la punta de su nariz. - No empieces sin mí.

-Idiota.

Me alejo de ella, observándola mientras el enfermero la lleva lejos de mí. Mi mirada se dirige a David , él está abrazando su propio cuerpo, sus ojos brillan confusos. Suspiro, acercándome a él. Me agacho frente a él, soltando sus brazos para poder sostener sus manos. Él rápidamente agarra mi cuello, me levanto del suelo, cargándolo en mis brazos y haciendo que envuelva sus piernas alrededor de mi cintura.

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