El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)

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En este mundo, existían tres géneros secundarios: Alfa, Omega y Beta. Y cada una de ellas parecía realmente sagrada para los hombres bestia de la actualidad.

Y aunque preguntar directamente sobre el segundo genero de las personas parecía algo increíblemente descortés, igual podía decirse que se adivinaba, hasta cierto punto, gracias a sus diferentes características físicas. Por ejemplo, un alfa era muy grande y fuerte. Sin importar que fueran hombres o mujeres. Los Omega eran pequeños, delicados y parecían tener una belleza bastante considerable. Al final, los Beta eran los catalogados como "personas promedio".

La mayoría de los hombres bestia eran Beta. Para ser más exacto, se decía que abarcaban el 80% de la población. Ellos se reproducían a través del coito entre hombre y mujer, al igual que los seres humanos. Sin embargo, una mujer beta no podía tener al hijo de un hombre bestia y una mujer bestia no podía embarazarse si su compañero era beta. Por otro lado, un Omega, macho o hembra, podía aparearse con un Alfa y tener descendencia, y un Alfa también podía fecundar a un Omega independientemente del género. Y estos estos dos sexos, podían reproducirse incluso entre razas completamente diferentes. Incluso entre linces y lobos. Cómo podía verse, la separación de especies no era una barrera para la reproducción. En este caso, el bebé nacería con características de uno de los padres. No había término medio. Y los niños también eran en su mayoría o alfa u omega.

Por lo tanto, los Betas se casaban con Betas y los Alfas se casaban con Omega.

Nacían siendo Omega o Alfa dependiendo de los genes que fueran más fuertes. Por ejemplo, en la pareja que Shia vio antes de subir al tren, la mujer era una lobo alfa y su pareja embarazada, un hombre lince omega. En ese caso, el bebé sería un alfa, con rasgos de lobo.

(Según esa regla, Milan debería ser Alfa)

Al ver a Milán, jugando con un gato doméstico en el sofá de la sala, Shia comenzó a pensar sobre todo esto una y otra vez hasta que fue lo único que le quedó en la cabeza. Le había dado un baño, un vaso con leche y ahora el niño estaba completamente enfundado en una pijama de cuerpo completo que tenía un agujero para su colita.

Les había tomado todo el día llegar a la capital real desde su pueblo y Shia, que no había dormido bien, se quedó dormido en el tren sin darse cuenta hasta que sus ronquidos parecieron alertar a todos los demás. Fue Milán el que lo despertó diciendo: "¡Puedo ver la capital real!" Con una voz que parecía ocupar toda la fuerza de sus pulmones.

Ya era de noche cuando dejaron la terminal. Cargó al niño en un brazo, su maleta en el otro, y caminó aproximadamente dos calles hasta entrar a un restaurante de pescado para comprar la cena. Luego fue a la casa de su amigo, se bañaron y finalmente parecieron prepararse para dormir. Incluso aunque ninguno de los dos lo logró.

Shia se había alojado en esta casa muchas veces hasta ahora, así que se sentía seguro de dejar que Milán corriera de un lado a otro con tanta confianza. Incluso si eso significaba verlo subir en los muebles.

"Milán. Ya te dije que metas la cola dentro de tu pijama. Te vas a resfriar si sigues así".

Al ver a su hijo con la cola de fuera, Shia lo regañó.

La cola de su niño era delgada y peluda, como una cuerda. Tenía pelito largo y dorado, y un mechón despeinado que crecía justo en la punta. Cuando creciera, estaba seguro de que sería espléndida y bonita, como la de su padre. Y tal vez no se iba a resfriar por dejarla de fuera durante la noche, pero Shia lo regañó porque quería que Milan adquiriera el hábito de esconderla todo el tiempo.

"Mi colita está mojada, papá".

"¿Por qué todavía no la secas correctamente, Milán? Ya habíamos practicado mucho sobre como hacerlo por tu cuenta. Ah, este niño."