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En un abrir y cerrar de ojos, terminó el primer semestre y llegaron las vacaciones de verano. La mayoría de los estudiantes del dormitorio regresarían a las casas de sus padres pero, Shia no tenía un hogar al que ir en primer lugar y, contrario a lo que pensó que pasaría, Vislan tampoco pareció esforzarse mucho por irse.

Los dos eran los únicos que todavía permanecían en el dormitorio.

"Es un poco extraño que las vacaciones empiecen a final de cada semestre".

Dijo Vislan. Al parecer, porque en Rufus solo tenían vacaciones cuando comenzaba el otoño.

"Bueno, esta es una de las pocas cosas que me gustan de Kanus entonces."

Durante las vacaciones, a veces los dos salían de la universidad y caminaban por la ciudad desde la mañana hasta muy entrada la noche. De hecho era divertido visitar restaurantes extraños y pasar las tardes en algún parque cercano, pero también era divertido incluso si solo se quedaban en la cama. Iban de aquí para allá para conseguir más sillas y una mesa un poco más grande. Vislan compró una con una pata rota, la arregló y, luego habló toda la noche sobre que de esta manera era muchísimo más barato. Luego cenaron los restos de comida que habían robado de la cafetería del dormitorio y se quedaron acostados viendo del techo hasta que tuvieron sueño. A la sombra de los árboles del predio, los dos se la pasaban leyendo libros de sus carreras, novelas cortas, o simplemente viendo las nubes hasta que se ponía el sol. Estudiaron, pero la verdad era que jugaban más de lo que hacían los deberes y, por primera vez, ocasionó que Shia comenzara a pensar que las vacaciones eran de verdad muy divertidas.

Pero cuando comenzó el siguiente semestre, las cosas en torno a Vislan cambiaron de una manera bastante significativa. Otros estudiantes de posgrado empezaron a juntarse con él todos los días y no pasó mucho hasta que lo incluyeron en su círculo social. Se decía por allí que la tesis que presentó al final del primer semestre fue tan buena que sus compañeros comenzaron a fijarse en él y luego, poco a poco, les llamó la suficiente atención como para invitarlo a fiestas, al bar, o a dar paseos por la ciudad de noche. En el campus universitario, a veces veía a Vislan reír con otros estudiantes, estar en sus mesas y, cuando se encontraban en el dormitorio, a menudo intercambiaban charlas en la puerta que duraban demasiado.

En ese momento, Shia, que estaba al lado de Vislan, siempre parecía estar de mal humor, pero era lo suficientemente inteligente como para inflar su pecho y hacer una cara inocente que gritaba que le daba igual que hablara con ellos o no.

Si Shia comenzara a actuar incómodo, entonces Vislan empezaría a portarse extraño también y en realidad, no quería interponerse en sus relaciones personales cuando le estaban resultando de maravilla. Sin embargo, como las actitudes de los otros estudiantes hacia Vislan se suavizaron gradualmente hasta el punto de volverse popular, no tardó mucho en pensar que tal vez ya estaba estorbando:

"No tienes que estar conmigo todo el tiempo. Has ganado más amigos, así que... No te preocupes por mi y ve con ellos."

A mediados de semestre, Shia le dijo a Vislan que no tenía que incluirlo en todo a cada rato y que "estaba bien que viera por su propia felicidad". El hombre lo cortó antes de que dijera otra cosa:

"Shia es probablemente quien está más preocupado por esta situación. ¡Estás actuando extraño otra vez! Ya te dije que eso no me gusta."

Vislan era tranquilo y amable. Bajó las cejas como pensando que no se podía evitar, y naturalmente, agarró la mano de Shia que estaba sobre la mesa:

"Yo decidiré con quién salgo. Eso es lo que quiero decir. En este momento, estoy contigo porque quiero estar contigo y porque me hace feliz siempre que logro sacarte de la recámara. ¡Vamos! En primer lugar, no sé por qué haces esto cuando ya te dije muchas veces que quiero que te unas a nosotros en alguna salida. No te quiero dejar aquí".

Shia, convencido por Vislan, quien le decía sus pensamientos con mucha sinceridad, asintió con la cabeza y finalmente le mostró una sonrisa un tanto pequeña. Sus personalidades eran polos opuestos y se notaba prácticamente en todo lo que hacían.

Y era probable que por eso mismo le gustara tanto.

En este país donde los prejuicios y la discriminación contra los hombres bestia eran fuertes, entró, lo soportó y se mantuvo firme en sus creencias y en lo que quería lograr estando allí. Era valiente e inquebrantable y, como decía su especie, actuaba de la manera en que "el rey de las bestias" debía hacerlo. Con el tiempo, estaba seguro de que no solo los estudiantes de posgrado, sino muchos otros alumnos más, se darían cuenta de lo maravilloso que era y entonces brillaría como debió hacerlo desde la primera vez.

Pero en ese momento, hasta era posible que ya no fuera su mejor amigo.

(Todavía odio pensar en eso.)

Quería ser el número uno para siempre. Y sabía que por eso mismo, si llegara el momento en que Vislan tuviera un amigo cercano además de él, Shia definitivamente se pondría celoso por ello y se odiaría a si mismo por querer acapararlo y también, por odiarlo al cambiar una rutina que era casi perfecta. ¡Y no sabía por qué demonios le causaba tanto conflicto cuando era posible que ni siquiera volvieran a verse al salir de la universidad!

(Debería... Empezar a cambiar)

De repente, una idea así apareció en su cabeza. Había vivido solo toda su vida porque pensó que no necesitaba de amigos o de conocidos para lograr conseguir sus metas. Sin embargo, gracias a él, quería cambiarse a si mismo si con eso podía comenzar a ganar la confianza y la autoestima que se necesitaba para seguir el paso de alguien a quien consideraba no menos que un "Dios".

Y se convenció, de que también tenía que avanzar si quería algo.

"Sí, entiendo lo que quieres decir."

Cuando Shia dijo, eso con una cara bastante seria, Vislan entrecerró los ojos como si eso le sirviera para escucharlo mejor.

"En el futuro, si me invitas a unirme a alguna salida con ellos, entonces definitivamente te acompañaré."

Los ojos de Vislan se abrieron de par en par esta vez mientras apretaba un poco más el agarre a su mano.

"¿De verdad?"

"Yo también tengo que crecer un poco ¿No? Eso es lo que pensé hace un rato..."

"Lo estás haciendo muy bien, Shia." Vislan levantó la mano que estaba unida a la suya y le besó suavemente en el dorso. "De verdad no dejas de sorprenderme cuando actúas así de valiente..."

Avergonzado, Shia soltó su mano. Vislan solo se rió.

"Pero en ese caso, yo también haré lo mejor que pueda para poder ser siempre el número uno de Shia."

No pensaba que Vislan tuviera nada más que hacer además de estar a su lado. Pero aunque lo dijo en su cabeza, el hombre pareció tan decidido que solo asintió.

Quería que fueran el número uno del otro para siempre. Y ya lo había dicho, sabía que algún día regresaría a su país de origen y también sabía que ya no podrían seguir actuando igual que cuando eran estudiantes. Sin embargo, deseaba estar conectado con él después de eso incluso si para lograrlo necesitaba hacer cambios.

Shia pensó que debería hacer todo lo posible para hacerlo realidad.

El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora