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"¡Papá ¡El agua caliente se está cayendo!"

Shia volvió en si después de escuchar la voz tan alterada de Milan.

Frente a él, la tetera en la estufa emitía un silbido tan fuerte que no fue de extrañar que Shia entrara en pánico. El niño estaba en la cocina, el agua se estaba cayendo y él estaba perdido en sus pensamientos como un verdadero imbécil.

"¡Tonto papá! ¡Te ibas a lastimar!"

Shia sentó a Milan en la silla alta del comedor. Estaba abrazando a su osito de peluche como si pensara que podía protegerle de todos los males del mundo y de todas maneras, lindo y todo, pareció tener un tono inusualmente enojado el día de hoy.

Al escuchar eso, Shia dejó de servir té y miró hacia atrás. Su niño tenía las mejillas tan infladas que le dio una palmadita para regresarlo a la normalidad.

"Milán. ¿Todavía estás enojado?"

"Nop."

Milan y el oso se dieron la vuelta. Había estado de mal humor durante todo el día porque detuvo los planes que tenían para quedarse en la capital real. Además, habían estado encerrados en casa cada hora después de eso. El almuerzo en la cafetería del centro comercial, que estaba deseando, y la visita al zoológico del día siguiente también fueron cancelados. Por si fuera poco, ni Shia ni Elijah dieron una razón adecuada para el castigo, por lo que Milan ya no les hablaba bien ni quería seguir estando con ellos.

En el camino de regreso, siguió quejándose con el oso de peluche que Elijah le había comprado, diciendo cosas como: "Eres terrible, papá". E incluso se atrevió a decirle "Te odio."

Frustrado, Shia lo regañó: "Ya, basta con eso y ven aquí para que puedas dormir."

"¡No quiero dormir!"

Siempre era un buen oyente, pero cuando pasaban cosas así de imprevistas era tan duro con él que comenzaba a sentirse bastante triste. Sin embargo, no podía decirle demasiado y tampoco tenía una gran excusa que darle sobre todo lo que estaba pasando a su alrededor. Y mientras preparaba la cena, Shia recordó los eventos que lo habían llevado hasta aquí para empezar:
En el almacén, se encontró de nuevo con Vislan. Fue una coincidencia completamente. Al parecer, porque era el invitado principal para presentarse en la inauguración de una exposición de pintura famosa a la que también había planeado ir.

"¿Shia? ¡Shia! No puede ser, de verdad eres tú."

Al ver la figura de Shia, se acercó directamente a él sin decir demasiado a sus acompañantes. Tenía una cara intrépida, cabello largo y una sonrisa amistosa que parecía no haberse perdido incluso con el pasar de los años. Y tenerlo de frente por primera vez en tanto tiempo hizo que se diera cuenta de todo lo que tenía dentro suyo. Casi lloraba, tenía ganas de abrazarlo y también de darle un puñetazo en la cara. Pero resistió el impulso de hacer cualquier cosa. En la parte de atrás del edificio, en el área de juguetes, estaba Milán y Elijah, a quien les había pedido firmemente que se quedaran en los lugares vacíos del centro comercial sin acercarse tanto a él. Con la aparición de Su Majestad el Rey, la atención de las personas que lo rodeaban era demasiada extrema por lo que planearon dividirse y verse después de ir a la exposición. ¿Qué pasaría si Milán, que se parecía a Vislan, apareciera en este lugar? ¿Que explicación iba a darle? No iba a unir a su niño con su padre en un ambiente que parecía un circo. Además, no quería que Vislan se fuera con él solo por un bebé.

"¿Shia?"

"Su Majestad, el Rey. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi. Me alegra mucho verlo estar tan saludable, y me hace feliz su saludo."

El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora