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Él nunca fue de creer mucho en el destino, pero tenía que decir que se sintió atraído por Shia desde el primer momento en que estuvieron cara a cara.

Fue a Kanus para estudiar, pero no sabía que se trataba de un país con tan fuertes prejuicios contra los hombres bestia. Era cierto que había pensado que sus orígenes serían cuestionados de inmediato pero, la razón por la que cruzó el mar solo y sin un solo acompañante que pudiera protegerlo, fue porque sintió que podía hacer cualquier cosa por su propia cuenta. Es decir, estaba cansado de sus hermanos, de sus parientes egoístas y de los nobles. La parte más triste fue que no podía confiar en nadie en Rufus. Allí estaba siendo despreciado por ser un hombre bestia y de seguro pasaría una vida miserable, pero tampoco era como si pudiera volver a su hogar de todas maneras.

Y era posible que pasara mucho tiempo antes de poder pisar la ciudad.

De hecho él no era un hombre malo, había estado viviendo decentemente por mucho tiempo, y era activo en la sociedad. Solo que quedó atrapado en una pelea que ni siquiera le pertenecía. Sinceramente no esperaba nada de la Universidad de Kanus y tampoco creía que pudiera darle una buena educación o una experiencia que no hubiese conocido antes.

El día que llegó al dormitorio de la universidad, cuando el superintendente le informó que era una habitación doble, no tenía ganas de tratar de llevarse bien con nadie. Seguramente estaría al lado de un tipo que temiera u odiara a los hombre bestia de todos modos así que quería ahorrarse la fatiga.

"Me llamo Vislan."

Por eso sonrió y pidió un apretón de manos. La gente de Kanus no debería querer tocarlo. Era hasta obvio suponer que se iba a retirar y a sentirse increíblemente incómodo y una parte de él pensó que era mejor así.

"Ah, mi nombre es Shia Lind. Encantado de conocerte".

El joven, que estaba en la misma habitación y que no dejaba de mirarlo de pies a cabeza, pareció tan avergonzado que era como si no pudiera dejar la cabeza quieta. Luego, tomó firmemente la mano de Vislan y la apretó utilizando todos sus deditos ¡E incluso trató de llevar el equipaje de Vislan a la recámara! Comieron juntos, fueron a los baños y también lo acompañó a cenar. Era gracioso y considerado e inmediatamente le tomó algo de simpatía. Además, se notaba que Shia ponía su corazón y alma en ayudar a los demás y no creía que quisiera lograr algo con eso. Simplemente, así era su personalidad.

Después de pasar un tiempo con él, Vislan sintió que su caótico corazón se calmaba un poco. Y cuanto más lo conocía, más se enamoraba de él.

Sí, ya podía decir que era amor.

En una tierra extraña donde pensaba que no iba a tener nada, encontró una joya preciosa que no hacía más que brillar por su propia cuenta. Pensó que no estaba nada mal vivir en esta tierra si podía hacerlo con él, sintió que era más feliz que nunca antes y también, que el panorama se volvía más claro. Pero Shia era ingenuo y un poco infantil, así que pensó que iba a estar bien tomarlo con calma.

Gradualmente, redujo la distancia para no asustarlo.

Para Vislan, Shia lo era todo.

Después de eso, aunque se separaron y perdió de vista a Shia, nunca se dio por vencido ni una sola vez. De hecho, pensaba que si se rendía sería igual a vivir sin tener sentido por lo que puso todo su empeño en eso. La única esperanza que tenía era la de reunirse con él y con el hijo que sabía que habían concebido esa noche.

"Entonces, ¿Cuando nos conocimos por primera vez, Vis ya estaba pensando en esas cosas?"

Entre sus brazos, Shia comenzó a reírse.

"Vis tiene una cara amable, pero eres un poco pervertido, ¿No?"

"¿Está desilusionado?"

"Voy a responder que no aunque lo sepas".

En medio del letargo después del sexo, tener una conversación mientras se tocaban, se sonreían y se besaban los hacía sentir increíblemente satisfechos. La nuca de color blanco puro de Shia, que estaba a su lado, ahora tenía unas enormes marcas de mordeduras por el enlace que habían completado hace unos días y aunque después de que hicieron un contrato de pareja, el dulce olor de su celo ya había desaparecido de su piel, todavía olía bastante rico.

"Te amo, Shia..."

Su encantador y lindo Shia.

¡Vislan finalmente había conseguido al hombre que tanto había anhelado! Además, aunque había renunciado a la idea de tener bebés en el momento en que se enamoró de él, resultaba que Shia era un Omega que logró darle un niño perfecto. Un verdadero milagro en toda la extensión de la palabra. La suerte suficiente como para compensar todas las desgracias de la vida de Vislan hasta el momento.

"Te amo como no tienes idea, amor".

(Nunca te dejaré ir hasta que muera.)

Vislan lo abrazó con una fuerza de la que Shia pensó que nunca podría llegar a cansarse.

FIN

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El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora