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"... Todavía huele dulce".

Escuchó un susurro suave en su oído al mismo tiempo en que sentía como los labios de Vislan le rozaban el cuello, provocando un hormigueo en su piel que le hizo estremecerse en todas direcciones. Y eso mismo ocasionó que la fiebre que había sido suprimida con medicamentos, comenzara a arrastrarse desde lo más profundo de su cuerpo hasta explotar en su garganta.

"Las yemas de tus dedos están frías, Vis. Vamos a la cama ¿Sí?"

Tan pronto como dijo eso, su cuerpo flotó suavemente porque Vislan había decidido sostenerlo entre sus brazos. Iba en dirección a la cama así que estaba un poco avergonzado, pero también, increíblemente feliz. Era como volver a sus tiempos de estudiante, pero de una forma perfecta. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello, le sonrió y acercó su nariz a la suya como si quisiera comenzar un beso bastante inocente.

Un aroma sensual se elevó de su piel hasta hacer que suspirara.

"Vis también huele dulce".

"Porque eso es lo que provocas en mi".

Suavemente lo acostó en la cama. Sin embargo, era un colchón sorprendentemente duro. Tenía ropa de cama bastante modesta y le recordaba un poco a lo que tenían en el dormitorio universitario de Kanus.

"Es como la cama del dormitorio universitario, ¿Verdad? Aunque nunca pensé que fuera un problema porque había días en los que me costaba mucho trabajo dormir de todos modos."

"¿Tienes insomnio?"

El propio Vislan se subió a la cama y besó a Shia directo en la boca.

"De vez en cuando. Pero ahora, tengo que estar bien para cuidarlos a ustedes por lo que estoy tratando de dormir a mis horas". Y agregó. "Me hacías muchísima falta."

Al ver sus cinco años de soledad detrás de esa suave sonrisa, Shia no pudo resistir más y terminó por abrazarlo de nuevo.

"Ah, mi pobre Vislan."

Shia tenía a Milán, pero Vislan siempre estuvo solo. Su madre falleció y su padre se fue lejos. A veces se sentía como si solo se tuviera a si mismo dentro de la mansión.

"A partir de ahora, estaremos juntos en todo. Hablaremos mucho, iremos a todos lados y estaremos siempre tú y yo y nuestro bebé. Cómo debió ser desde el principio"

"Sí..."

"Quiero tomarme mi tiempo para disfrutarte".

Lo dijo en tono de broma, pero Vislan lo besó con mucho cariño aún así.

El dulce aroma del hombre, que antes era algo muy ligero, ahora era fuerte y denso y estaba seguro de que probablemente estaba provocando que el suyo fuera difícil de aguantar. Luego Vislan, quien finalmente dejó de besarlo, habló con una voz ronca que parecía estarse contagiando por la fiebre y dijo: "¿Alguna vez has oído hablar de tu persona destinada?"

Nunca antes lo había escuchado así que no supo qué decirle. Cuando Shia negó con la cabeza, entonces continuó:

"Es una vieja creencia en Rufus".

Luego, puso su mano en el botón de la ropa de dormir de Shia.

Trató de desnudarse por su cuenta, pero Vislan negó:

"Déjame hacerlo, amor".

Mientras lo besaba con cuidado, Vislan lentamente le quitó la ropa a Shia pieza por pieza. Y en lo que lo acariciaba de arriba para abajo y se detenía en el interior de sus muslos, la razón de Shia se desvaneció gradualmente hasta que terminó por respirar muchísimo más rápido. A diferencia de la primera vez, era una sensualidad feliz, sin ningún tipo de miedo.

"Un Alfa y un Omega tienen un compañero perfecto. Algo que viene del destino. Y estoy seguro de que eso es lo Shia y yo somos."

La voz que le hizo cosquillas en el lóbulo de la oreja sonaba extraña. No sabía si era una broma para hacer menos pesado el encuentro entre los dos o de verdad se trataba de algo típico en el pensamiento de las personas de Rufus. Sin embargo, Shia esperaba honestamente que la relación entre Vislan y él se tratara de algo que venía directo del destino.

"Estoy seguro de que lo es. ¿De qué otra manera podría haber sido capaz de conocerte? Quiero ser el Omega de Vislan para siempre"

Vislan sonrió también.

"Y yo el Alfa de Shia".

Vislan comenzó a quitarse la ropa hasta terminar por mostrar un cuerpo tan fuerte como se esperaba. Estaba apretado, con un pene enorme que se había pintado en color rojo.

"Finalmente, puedo ver tu cara mientras te hago el amor..."

Dijo Vislan. Shia también asintió. Esa vez, solía estar perdido en la oscuridad. Temblando de miedo y llorando sin parar mientras pensaba en lo terrible que era estar experimentando este tipo de deseos por él. Pero ahora era casi mágico.

"¿Está bien si empiezo?"

Shia asintió repetidamente a Vislan, quien estaba acariciando sus mejillas y cabello y preguntando con preocupación si quería seguir o tomarse un momento.

"Sí... Sí, ven aquí, Vis".

Abriendo sus piernas, Vislan entró lentamente en lo que cubría a Shia con sus brazos para no aplastarlo.

"Umm..."

Y aunque tragar la gran masa caliente de su pene fue doloroso, en el momento en que entró un poco más, fue como si su cuerpo entero estuviera esperando este momento desde hace mucho tiempo. Un ajuste perfecto, una sensación de satisfacción que le hizo creer que las partes de cada uno estaban encajando perfectamente.

"Se siente muy bien dentro de ti. Estoy feliz, Shia. Finalmente te tengo".

El amor y el placer habían comenzado a desbordarse del lugar conectado. Observando la expresión de Shia, Vislan se movió de poquito en poquito hasta que ninguno de los dos pudo resistir el placer y gritaron casi al mismo tiempo. Era tan intenso que se derritieron en el calor del otro. Primero de frente, luego hubo un cambió de postura y terminó con Shia de espaldas y con las manos pegadas a la pared.

"Ah, ah, Shia..."

Finalmente, mientras lo tomaba de esta manera, Vislan dijo su nombre como si estuviera pidiendo permiso. Pero sabía lo que quería sin que tuviera que decir una palabra más.

En la nuca de Shia, se erigieron los colmillos de Vislan para ocasionar un dulce dolor que recorrió todo su cuerpo hasta llegarle a los pies. Era igual a si cada una de sus células estuviera explotando y renaciendo al mismo tiempo.

"¡Ah!"

Mientras le mordía la nuca, Vislan se corrió dentro de Shia al mismo tiempo en que él parecía alcanzar su punto máximo. Luego, los dos permanecieron conectados por un tiempo largo incluso después de que el placer empezó a volverse pequeño de nuevo. El cuerpo de Vislan encajaba perfectamente en su espalda e incluso podía sentir los latidos de su corazón viajando a través de su piel para llegar a la suya.

"¿Me marcaste?"

Cuando hizo esa pregunta, escuchó una respuesta de "sí" desde la parte de atrás.

"Es la prueba de nuestro enlace".

"Finalmente..."

"Finalmente, mi amor".

Una voz llena de esperanza y felicidad llegó a los oídos de Shia.

El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora