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El pueblo, donde vivían Shia y Milan, estaba en el límite del "Reino de Rufus."

Esta área había sido, durante mucho tiempo, una región próspera para la artesanía, y, por eso mismo, todavía había pequeños talleres de cerámica por aquí y por allá en lugares muy estratégicos. Hoy en día, casi todo se producía en masa en grandes fábricas en medio de la ciudad, pero, incluso ahora todavía habían muchos artesanos que cuidadosamente creaban piezas hermosas y funcionales colocando especial atención en los detalles, la forma y el color.
En este lugar, la mitad del pueblo tenía talleres, la otra mitad era de familias de agricultores y otra parte de granjas lecheras. Además, la gente del pueblo era relajada, e incluso los forasteros como Shia eran aceptados voluntariamente como aprendices de artesanos, vendedores, o ayudantes de fábricas.

Cuando Shia terminó de vestirse y bajó al primer piso, Margo comenzó a regañarlo diciendo cosas como que "el carruaje iba a venir pronto" o que "era un completo irresponsable por no llegar a comer desde que le llamó ".

Milan ya había terminado de comer primero y ahora estaba bebiendo una taza de leche bien caliente.

Margo era una mujer bestia zorro. Después de todo, parecía que este pueblo tenía muchos hombres bestia con ancestros zorros y era común encontrarse con familias enteras de ellos en distintas localidades y fraccionamientos. Su cola estaba escondida detrás de una falda larga, pero sus orejas, marrones y puntiagudas, seguían siendo bastante evidentes sobre su cabeza.

"Gracias, Margo, por cambiar a mi niño."

Ni siquiera se dio cuenta que Milán se había cambiado el pijama por otra ropa.

"Estás equivocado, Shia. Milan se cambió de ropa solito."

"¿En serio? ¿Mi hijo? ¿Ese niño de allí?"

"Sí. Ya puede cambiarse toda la ropa por su cuenta ahora e incluso pudo meter cada uno de los botones en el agujero correcto."

No podía creer que pudiera abrocharse todos los botones perfectamente. ¿Cuándo creció así de grande?

Milán sonrió con un poco de vergüenza cuando se dio cuenta de que su padre se veía tan emocionado y luego, finalmente se cubrió la cara con las dos manitas y comenzó a hacerse bolita en su lugar.

En ese momento, el esposo de Margo, Claude, entró corriendo:

"Shia, Milán, el carruaje llegó antes de la hora prevista. Es mejor que corran o se va a ir sin ustedes."

"¡Ah! ¡¡¡Ya voy!!!"

Corrió hasta el segundo piso y agarró la bolsa de viaje que había empacado. Llegó, corriendo otra vez, le puso un abrigo a Milan, le colocó un gorro de osito que le cubría por completo las orejas, y le acomodó el cabello para que no se viera ni un solo pelito. Era un artículo que estaba hecho de lana marrón con orejas redondas y cara de un osito pardo.

"Vamos a salir del pueblo, amor, así que no te quites el gorro hasta que yo te lo diga".

Cada vez que salía a la ciudad, Shia le daba este tipo de advertencia mirándolo directamente a los ojos. Milan hizo un puchero porque decía que no podía controlar la picazón, pero el hombre solo sonrió de una manera gigante y extendió las manos en dirección a su cara para comenzar a quitarle las lágrimas que estaban escurriendo de sus ojos.

Shia le ponía ese gorrito de lana para cubrirle las orejas porque de esa forma, nadie podía decir de un vistazo si era un humano o un hombre bestia. No lo hacía en verano porque hacía muchísimo calor, pero era una forma fácil que tenía para disfrazarlo.

Rufus era un país de hombres bestia. Originalmente se trataba de un lugar libre y próspero y desde que el rey actual subió al poder, comenzó a aceptar residentes extranjeros una y otra vez de forma que la población humana aumentó de una manera considerable. Sin embargo, todavía seguían siendo una minoría y ya que Shia era un humano que no tenía orejas o cola y si llevaba además a un niño bestia de la mano, solo comenzaría a causar sospechas.

Destacarse en la capital real sería un suicidio en todo sentido. 

En lo que se preparaba para salir, Margo envolvió el desayuno que se había perdido y le preparó un bento y una botella de agua.

"Gracias, Margo. ¡Te amo!"

"Si realmente me amas, por favor despierta cinco minutos antes la próxima vez".

Después de pincharlo en las costillas, Shia ya no pudo responder nada más sin empezar a reírse.

"Lo tendré en consideración. Vamos amor. Vamos."

Cuando salió de la habitación, el carruaje ya estaba estacionado en la calle de enfrente. Claude trajo la bolsa de viaje mientras Shia corría hacia el coche con un pequeño bebé entre los brazos que no dejaba de decir que el gorrito le picaba los ojos.

"¡Gracias a los dos! Muchas gracias"

Después de que se las arregló para subir al carruaje, partieron inmediatamente hacía la capital

"Diles "adiós" amor".

"¡Adiós!"

Despedidos por la pareja, Shia y Milan los saludaron desde la ventana del carruaje antes de bajar las cortinillas.

El rey león Alfa y su amante secreto (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora