( 🌓 ) try to change my mind

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Percy se había ido de mi auto unos minutos después de haberme dicho que él iba a hacer que cambiara de opinión respecto a algunos hombres, por lo menos, hasta ahora

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Percy se había ido de mi auto unos minutos después de haberme dicho que él iba a hacer que cambiara de opinión respecto a algunos hombres, por lo menos, hasta ahora.

La verdad es que no tenía fe en que yo pudiera confiar en ellos. Todos los hombres que se me habían cruzado en mi vida me hicieron tanto daño, psicológico, como físico. No sabía cual de los dos era peor para una niña de tan solo unos ocho, nueve años.

Recuerdo la tarde que pase sola antes de conocer a Artemisa. De tan solo pensar lo que me dijeron esos hombres la piel se me erizaba y mis ojos empezaban a escocerse. Recuerdo que me persiguieron por mas de cinco calles seguidas gritándome cosas asquerosas que una niña no tenía porque oír. Me alejé de ellos metiéndome en una pastelería que estaba abierta gracias a todos los dioses. Y una señora extremadamente amable se acerco a mi.

Nunca me olvidaría de ella. Me había dado de comer mientras me sacaba charla de mis cosas favoritas para que yo no pensase en todo lo que acababa de vivir. Ella no dejó que me vaya sola a la calle nuevamente luego de comer con ella. Me acompañó hasta una parte del parque que estaba cerca de su local, donde se me acercó una de las cazadoras y recién ahí aquella mujer me dejo ir sola. No sabía si conocía a las cazadoras o la niebla hizo efecto en ella e hizo que me dejase con Nancy.

Pensar en todo aquello me dejo agotada y no me había dado cuenta de que me dormí hasta que sentía que alguien me movía el brazo.

—Lexa, ya es de día. El tren ha parado. ¡Vamos! —me dijo Percy, quien era el que me estaba moviendo.

Mire a todos lados y vi que Thalia, Zoe y Bianca habían alzado la malla metálica. Fuera se veían montañas nevadas con grupos de pinos diseminados aquí y allá; un sol encarnado asomaba entre dos picos.

Salí del auto y nos subimos al tren.

Me senté al lado de la ventana para ver el paisaje y Percy fue el que se sentó a mi lado. Se había tomado muy enserio eso de hacerme cambiar de idea.

Lo mire a los ojos y mis labios me fallaron, uña pequeña sonrisa apareció en ellos.

—Lo que digo, a veces, lo cumplo —me dijo apoyando todo su cuerpo en el respaldo del asiento dejando ver que por una vez en toda la misión se estaba relajando.

—Bueno... no creó que funcione, pero si te hace feliz intentarlo —le confesé.

—El que arriesga, no gana —dijo sabiamente—. Una buena frase que mi madre me enseñó desde pequeño.

Me tomo de sorpresa aquella frase. La podría intentar implementar en mi día a día.

—Bien —continuó—. Tenemos un viaje bastante largo. Y se que no eres de hablar mucho conmigo... en realidad con ninguno de nosotros que no sea Zoë —tenía razón—. Pero me gustaría ver si puedo conocerte un poco más.

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