( 🌓 ) almost dead

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Como era de esperar el bar estaba lleno de chicos que disfrutaban de la mejor parte de la excursión, o sea, el menú infantil

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Como era de esperar el bar estaba lleno de chicos que disfrutaban de la mejor parte de la excursión, o sea, el menú infantil. Thalia, Zoë y Grover ya se habían sentado con sus bandejas.

Antes de llegar a ellos, cuando todavía esta aferrando la mano de Percy a la mia para no perderlo entre todos los niños que había, sentí como mi alma volvía a mi cuerpo cuando vi a Zoë, a mi mejor amiga, a mi hermana. Ella era la única persona que podía tranquilizarme con solo verla a la distancia, con solo ver que ella estaba distraída en su bandeja yo ya estaba completa. Yo era la otra mitad dé Zoë y yo era la otra mitad de ella. Nos complementábamos.

Nunca quise pensar que seria de mi sin ella y una vez que yo le pregunte a ella que sería de ella sin mi, no me contesto, Zoë solo me atrajo a ella y me abrazo. Así que siempre iba a ser una duda que teníamos las dos, pero que ninguna quería que se haga realidad.

¿Qué sería de mi sin Zoë?

No quiero saber la respuesta.

Ella se ve que sintió mi mirada, porque alzo la suya a donde estaba yo. Se paro de la mesa a la velocidad de la luz y en el momento que llegue al lado de todos ellos me abrazo como nunca lo había hecho. Yo no me quejaba de nada porque realmente necesitaba estar con ella en estos momentos, todo lo que pase hace unos minutos necesitaba ser sanado por un abrazo de mi otra mitad.

—¿Qué es lo que paso? algo me decía que estabas mal, Lexi —susurro en mi oido sin apartarse.

—Luego te cuento —me quede entre sus brazos unos mini segundos mas y luego me aparté—. Tenemos que irnos. ¡Ya! —le grite a todos.

—Pero acaban de servirnos nuestros burritos, Lexa —se quejó Thalia mientras agarraba uno.

Zoë me agarro de la mano y una carga eléctrica atravesó mi cuerpo. Realmente necesitaba estar a su lado. Podíamos pelear todos los días, todo el día, pero las dos sabíamos que nos necesitábamos.

—¡Lexa tiene razón! Miren.

El bar tenía grandes ventanales en los cuatro lados, lo cual nos ofrecía una excelente panorámica del ejército de guerreros esqueleto que habían venido a matarnos amablemente.

Conté dos al este, bloqueando el paso hacia Arizona, y tres más al oeste, cubriendo la salida hacia Nevada. Todos iban armados con porras y pistolas.

Pero nuestro problema inmediato estaba más cerca.

Los tres que nos habían perseguido con Percy en la sala de turbinas aparecieron en las escaleras. Al verme por la ventana, entrechocaron los dientes con avidez.

—¡Al ascensor! —grito Grover.

Nos disponíamos a correr hacia allí cuando se abrieron las puertas y salieron tres guerreros más. Ya estaban todos, salvo el que Bianca había destruido en Nuevo México. Nos tenían rodeados.

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