( 🌓 ) it was overwhelming me

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—¿Algún plan? —me preguntó Percy

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—¿Algún plan? —me preguntó Percy.

—Sí. Sígueme.

Bajamos las escaleras volando y cruzamos la entrada del museo. El guardia del detector de metales nos grito:

—¡Niños!

Pero no le dimos importancia.

Eché a correr con Percy pisandome los talones y crucé una exposición intentando camuflarme con la gente.

—No te separes de mi —le dije rápidamente frenando un poco mi paso para que este a mi lado.

¿Donde estarían los demás? Zoë tendría que estar buscándome, la conocía bastante bien como para saber que estaba buscándome. ¿Donde estaba el maldito bar?

—¡Alto! —nos gritó un guardia.

No teníamos a donde ir salvo un ascensor con turistas. Corrimos y nos colamos antes de que las puertas se cerraran detrás de nosotros.

—A continuación vamos a descender doscientos metros —anunció alegremente la guía del grupo.Una una guarda forestal, con gafas de sol y el pelo negro recogido en una coleta. Supongo que no había reparado en que nos perseguían—. No se preocupen, damas y caballeros —prosiguió con una sonrisa—, este ascensor casi nunca se estropea.

—¿Esto no va al bar? —preguntó Percy.

Varios turistas reprimieron una risita. La guía lo miró, y algo en su mirada me provocó un estremecimiento.

—Va a las turbinas, joven —dijo—. ¿No ha escuchado arriba mi fascinante presentación?

—Ah... sí, claro. ¿No habrá otra salida allá abajo?

—No hay ninguna salida —terció un turista que tenía detrás—. La única salida es el otro ascensor.

Se abrieron las puertas.

—Sigan adelante, amigos —nos dijo la mujer—.
Al final del pasillo hay otra guía esperándolos.

Algo no me estaba cuadrando. No nos quedaba otro remedio que seguir al grupo.

—Por cierto, niños —agregó la mujer desde el ascensor. Al girarme, vi que se había quitado las gafas. Sus ojos eran asombrosamente grises, como nubes cargadas de tormenta—. Siempre hay una salida para los que tienen la inteligencia de encontrarla.

No podía creerlo. Me guiño el ojo antes de que las puertas se cerraran y pudiera decirle algo.

—¿Viste lo mismo que yo? —le pregunté a Percy. Pero el pequeño detalle era que él no estaba a mi lado, estaba mirando otro ascensor donde se escuchaban el inconfundible sonido de los dientes de esqueleto rechinando y entrechocando.

—¡Vamos! —me gritó. Me agarro de la mano y corrió tras el grupo de turistas por un túnel excavado en la roca viva. Yo detrás de él.

Parecía interminable. Las paredes estaban húmedas y se percibía el zumbido de la electricidad y el retumbo del agua. Desembocamos en una galería en forma de U que dominaba una inmensa sala de máquinas. Unos quince metros mas abajo había grandes turbinas en marcha. La estancia era grandiosa, pero yo no veía ninguna salida, salvo que optara por lanzarme a las turbinas para que me convirtiesen en electricidad. Y eso no era una opción... por ahora.

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