Fue Tom quien me despertó cuando el avión aterrizó, yo me había quedado dormida tan pronto como despegamos y justo ahora me estaba picando la mejilla sin demasiada dulzura mientras yo dormía sobre el hombro de su hermano.
- Es que ni con ella dejas de ser un animal... - Bill lo reprendió en un murmullo.
- No hay por qué engañarnos, ya vivimos juntos: no hay más nada que esconder. - Respondió Tom.
- ¿Así me vas a tratar toda la vida? ¿Picoteandome la cara para que despierte cada mañana?
- Si es que llegas a aceptar casarte con él. - Dijo Bill. Tom se puso de pie al igual que otros pasajeros y me tendió la mano para ayudarme a seguirlo. - ¡Ah! ¿Ahora si?
- Ahora cállate ¿quieres?- Ladró Tom a su hermano mientras aceptaba su mano.
- No peleen, ¿si?
Con nuestros equipajes de mano bajamos de aquél avión y en el aeropuerto ya nos esperaban los padres de los gemelos, yo no los conocía, pero cuando vi a Bill sonreír de esa manera tan amplía y natural supe que había encontrado a su madre. Tom me ayudó a llevar una maleta mientras yo cargaba con una mochila en la que llevaba más ropa y caminamos uno al lado del otro hasta donde Bill se había apresurado segundos antes.
- ¡Tom, cariño, al fin! - Su madre le echó los brazos encima en cuanto él estuvo al alcance de su mano.
- Yo también te extrañé mamá... - Tom le respondió y la abrazó con cariño al sonreír con una especie de alivio. Bill tomó la oportunidad para presentarme a su padrastro.
- Mucho gusto, yo soy Anna. - Le saludé al hombre, él era amable, un hombre alto y con expresión relajada, al igual que mi suegra.
- Es de verdad un placer conocerte. - El hombre estrechó mi mano mientras su esposa continuaba diciéndole a mi novio cuánto lo había extrañado.
- ¿Anna? - La mujer por fin me saludó y le besé las mejillas. - Puedes llamarme Simone.
Al subir al auto con mis suegros, mi cuñado y mi novio me di cuenta: aquello no iba a ser fácil.
Tom y sus padres hablaban en alemán y yo no sabía una palabra del idioma, ni tenía muchas ganas de aprenderlo. Sonreí cada vez que Tom me miraba y me contuve todo el camino hasta su casa, mi mano estaba en el regazo de Tom, cogida con firmeza por la mano de él mientras veía pasar la ciudad desconocida por la ventana.
- ¿No es eso cierto, Anna? - Bill de pronto me dijo, desvié la vista de la ventana e intenté poner una expresión de disculpa.
- Yo... ¿perdón?
- Le digo a mamá que a ti tampoco te gusta mucho el box... - Bill me ayudó.
- Así es, - miré a mi suegra sentada en el asiento del copiloto en diagonal hacia mí, ella asintió lentamente y pensé que tal vez debería haber intentando aprender un poco de su idioma, hablarme en inglés no parecía estar en su lista de prioridades, - cuando conocí a Tom yo ni siquiera sabía quién era... prefiero el fútbol al boxeo.
- Ah, fútbol ¿eh? - Mi suegro dijo, - de eso sí que hay por aquí.
- Del americano, - Tom intervino, su acento se hacía más notorio con cada segundo que pasaba - Anna habla de la NFL...
- Una lástima entonces... - Dijo su padre, su madre ya se había volteado, las cosas no iban a salir demasiado bien, ya lo podía ver.
Llegamos a casa de sus padres pronto, la casa era grande, había un pasillo desde la entrada hasta la sala, a la derecha estaba la cocina, a la izquierda el comedor, al fondo había un pequeño estudio (aunque nunca me atreví a entrar allí yo sola), un baño y las escaleras, arriba había tres habitaciones, la de mis suegros y una para cada uno de los chicos, obviamente yo me quedaría con Tom, o eso creí hasta que mi suegra preguntó cuando abrimos el maletero de su auto y comenzamos a bajar las maletas.
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Memorias (Tom Kaulitz Fanfiction)
FanficAnna Kościuszko era una chica joven recién egresada de la universidad cuando consiguió su trabajo de ensueño como comentarista deportivo en Las Vegas y conoció al campeón mundial, al boxeador favorito de Nevada: Tom Kaulitz. Ahora su afán por gana...