la sorpresa

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La mudanza a Países Bajos había sido definitivamente algo caótico. Viajar a 10 mil kilómetros de distancia con un niño de 5 años y una niña de 1 año era de lo más difícil.

Y lo peor era que parecía que viajaba con tres niños, hasta Max se había comportado mejor que Kevin quien desde hace días estaba con una actitud pesadísima. No quería separarse de mi ni un solo momento.

Ni si quiera acepto la idea de venirse primero el al club, a firmar todo y conseguir un lugar en donde vivir mientras que yo arreglaba y preparaba todo en México. Desde el momento en el que su representante se lo sugirió el se negó totalmente diciendo que no iría a ningún lado sin nosotros.

Y es por eso que estábamos aquí, a las prisas, con un montón de maletas y mal genios esperando que este vuelo se terminara. Odiaba volar, odiaba la sensación de tener los oídos tapados todo el tiempo, odiaba las ganas de vomitar horribles que me causaba y el cansancio físico y mental que sentía.

—mami.—una pequeña voz chillona me habló.

—¿que pasó mi niña?.—le dije a mi niña que estaba en brazos de su papá mirando a la ventana sorprendida.

—Mubes...—apuntó sorprendida a una gran nube por la cual pasábamos al lado.

—Si amor, hay muchas nubes.—respondí señalando a las otras que dejábamos atrás.

Alía suspiró dramáticamente y luego me volteó a ver otra vez ahora totalmente recargada en el pecho de su papá.

—Mami.

—¿Si, amor?

—Te amo.—sonrió

—Yo te amo mucho más, mi niña hermosa.—Mis ojos se cristalizaron al escuchar a mi bebé diciéndome esas palabras.

—Tamben amo a papi.—su cabecita se elevó para ver la cara de Kevin quien estaba dormido, luego giró su cabeza y le dio un pequeño besito en su pecho.

Iba a responderle pero se me adelantó otra vez.

—Y amo a Matz.—las dos miramos a su hermano mayor quien traía puestos unos audífonos y jugaba en su iPad.

—Ellos también te aman mucho corazón, te aman con toda su vida así como yo.

Alía sonrió gigante y luego sus ojitos se abrieron con sorpresa al igual que su boquita.

—¡Olvire!.—exclamó.

—¿Que olvidaste?

—Amo a bebé!!!.—grito.

—¿Cual bebé Alía?.—pregunté.

—Bebé en baligita.—señaló mi vientre con obviedad.

—Amor, ya te dije que no hay un bebé aquí.—repetí

—Mmm, si.—como buena hija de su padre, sólo me miro y se dio la vuelta para acomodarse y dormir.

Dios mío, estos niños iban a volverme loca.

(...)

—Yo escojo el cuarto más grande.—en cuanto Kevin abrió la puerta de la casa que había rentado aquí en Ámsterdam Max salió corriendo con la Niña detrás de él.

Kevin y yo reímos al verlos casi tropezar con la alfombra de la sala y en eso se acercó y me abrazo por la cintura recargando su barbilla en mi hombro.

—Bienvenida a tu nuevo hogar, mi amor.—susurro y beso mi cuello suavemente.

Yo sonreí y me gire haciendo que quedáramos frente a frente.

Por su sangre [Kevin Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora