once

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Kevin Alvarez

Recuerdo que cuando mi padre murió la gente solía decirme que ese sería el peor dolor que sentiría en el mundo, recuerdo a la perfección como señoras religiosas tomaban mis manos y me repetían una y otra vez que esa había sido la voluntad de Dios, que todo pasa por algo y que ahora el era un ángel que me cuidaba desde el cielo.

Mi pregunta es, ¿si Dios es tan bueno, por que me hace pasar por este dolor de nuevo?
Y ni si quiera pensaba que pudiera compararse, pues en estos momentos sentía que no podía respirar, mi pecho se comprimía con tanta fuerza que sentía mi corazón aplastarse, era una mezcla de emociones que me estaban destruyendo.

Me sentía triste, decepcionado de mi mismo, me sentía enojado, furioso al pensar que por mi culpa Alexia tuvo que pasar por todo lo qué pasó, que por mi cobardía tuvo que luchar día a día por poder conseguir un poco de dinero mientras que yo lo derrochaba en antros y regalos absurdos. Me sentía furioso al pensar que mi hija murió por mi culpa, y aún más por saber que ella se culpaba de su muerte, cuando el único culpable de todo era yo. Eso me destruía, me desgarraba, sentía como si me estuvieran arrancando el corazón poco a poco.

Seguía sumergido en mi sufrimiento hasta que sentí unos suaves brazos rodearme aún en el suelo, poco a poco mi corazón fue tomando su ritmo normal y las lágrimas dejaban de salir mientras que respiraba ese dulce olor a flores.

-Ya Kev, no llores más, tranquilo.-murmuró sobre mi cabeza mientras que acariciaba lentamente mi espalda. -Estás bien, todo está bien, tranquilo.

Segundos después mi cuerpo parecía haberse regulado y con ella todavía rodeándome me levante del pasto y nos sentamos de nuevo en la banca.

-¿te sientes mejor?.-pregunto levantando suavemente mi mentón para poder ver mi rostro.

Sin poder todavía pronunciar alguna palabra, simplemente asentí y limpie los rastros de lágrimas que quedaban en mis mejillas.

-No te dije todo eso para que te sintieras mal, te lo juro, sólo creí que merecías saber toda la historia.-murmuro mirando ahora hacia sus piernas.

Con mucho cuidado tome ahora yo su mentón para levantar su cara y la mire a los ojos.

-Esta bien, agradezco tu honestidad, y yo se que...yo se que es algo apresurado pero en verdad no hay nada que quisiera más que volver a sus vidas, por favor, lo haremos como tú quieras, pero permíteme estar ahí, por favor.-supliqué una vez más tomando su pequeña mano entre las mías, anhelado su toque desesperadamente.

Ella parecía que estaba pensándolo, se mantuvo unos segundos en silencio hasta que correspondió su toque con el mío y habló.

-Esta bien, solo...déjame, déjame pensar como lo haré, no prometo mucho.-respondió.

-Te lo juro que aceptare todas tus condiciones, lo único que quiero es ayudarlos.

-Lo se Kev, ahorita ya tengo que irme, pero, lo hablaré contigo en otro momento, ¿tu número sigue siendo el mismo?.-me pregunto.

-Si, es el mismo, estaré esperando tu mensaje, o llamada, o lo que sea, a cualquier hora, todo lo que necesites.

-Okay, supongo que...-lentamente se paro de la banca y soltó cuidadosamente mi mano.-nos vemos luego.-se despidió, pero antes de que pudiera irse la interrumpí de nuevo.

-¿Puedo despedirme de él? Por favor.

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Por su sangre [Kevin Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora