Cuarenta y seis

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Kevin Alvarez

El ambiente se comenzó a descontrolar. Dominik no quería irse de donde yo estaba y ya comenzaba a sentir las miradas de las personas sobre mi, así que decidí que lo mejor sería irme.

Me acerque a mis amigos y me despedí de ellos, por suerte había venido en mi coche así que no tendría que esperar o pedir un Uber.

Luego, con poca confianza fui a donde estaba la tiktoker con sus amigos y me despedí de ella de un corto y rápido abrazo.

Ella intentó convencerme de quedarme otro rato, de ir luego a cenar o pasar el rato con ellos pero yo lo rechacé sin pensarlo, lo último que estaba en mis planes era avivar más el chisme y que luego mi familia fuera la que saliera perjudicada, así que luego de rechazar toda invitación que me pudieron hacer salí del lugar.

Comencé a buscar mi celular entre las bolsas de mi pantalón y sudadera, sin embargo no lo pude encontrar. Lo único que tenía eran las llaves de mi coche, por lo que supuse que lo había olvidado ahí dentro. Que pendejo.

Acomode bien el gorro de la sudadera y caminé hacia el estacionamiento evitando chocar con todas las personas que se encontraban afuera. No tenía idea ni que hora era. Lo único que sabía era que ya me urgía llegar al hotel y descansar. Por suerte mañana tendría todo el día libre y pensaba salir a recorrer la ciudad con Alexia y Max.

Entre mis pensamientos y la caminata llegue por fin a mi coche. Lo abrí y me subí, abroché mi cinturón y en ese momento alcancé a divisar mi celular abajo del asiento del copiloto así que estire mi brazo y lo tome. Desbloquee la pantalla y lo primero que vi fueron 13 llamadas perdidas de Alexia de hacía 2 horas, y además había otras 2 llamadas de Edson Álvarez.

—que extraño.— pensé

De inmediato le devolví la llamada a Alexia preocupado por la insistencia y lamentándome por ser tan tonto y haberlo dejado en el auto. Pero, la llamada ni si quiera entero. En cuanto marcaba me mandaba directo a buzón, llame una, dos, tres veces. Y nada, no había nada.

Obviamente me preocupe así que deje el celular de lado y comencé a manejar rumbo al hotel.

No voy a mentir, en varias ocasiones excedí el límite de velocidad, pero me urgía llegar. Y gracias a eso había logrado que un camino de 40 minutos terminara en uno de 25.

Metí el auto al estacionamiento y me baje, entre por la puerta principal y alcancé a escuchar como uno de los recepcionistas quería decirle algo pero simplemente lo ignoré y me dirigí a los elevadores.

Para mi suerte, las grandes puertas metálicas se abrieron en cuanto presione el botón, entre y puse el número de nuestro piso correspondiente e impacientemente espere a que subiera.

Unos segundos después las puertas se abrieron de nuevo y ahora corri rumbo a nuestra habitación. Saque la llave de mi cartera y abrí la puerta dándome cuenta de algo extraño.

Todo estaba prendido, todas las luces, alcanzaba a escuchar la televisión y hasta me pareció oír el suave choque del agua de la regadera contra el azulejo.

Entonces entre, y me percaté de algo que me asusto.

La habitación estaba vacía, ellos no estaban.

Una de las camas estaba desecha. Había ropa tirada y la luz y regadera del baño seguían abiertas.

¿Que chingados había sucedido aquí?

Busque de arriba para abajo alguna señal, no entendía dónde estaban, o que había pasado. ¿Con quien se habían ido? ¿Por que se fueron? ¿Que vergas había sucedido?.

Por su sangre [Kevin Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora