MONTEVIDEO, ¿EN Familia? 1.2

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Cerca del mediodía los aplausos y los gritos de toda la crew de Pimpinela resonaron en el Antel Arena cuando finalmente el problema con la pantalla había sido resuelto gracias a la tenacidad de su jefe y amigo, Joaquín Galán.

Los músicos y los técnicos sonrieron satisfechos cuando los videos fueron reproducidos con claridad y nitidez, sin duda, ese show sería espectacular.

Joaquín pidió unos minutos libres para ir a su camerino, quizás el café y los panecillos que se había comprado hacía mucho se habían enfriado, sin embargo, eso parecía no importarle en lo más mínimo a su estómago quien reclamaba alimentos urgentemente.

Luego de lavarse las manos se ubicó en la silla que reposaba allí junto a la mesa de maquillaje que adornaba esa habitación, admiró un poco su imagen, no podía negar que a sus 67 años lucía bastante bien, si alguien le hubiese dicho, 42años atrás que Pimpinela llegaría al lugar que poseían ahora simplemente no lo hubiera creído jamás.

Agradeció en silencio la tenacidad de su madre, al insistirles, sobre todo a él, para que cantaran juntos. Sin ella, estaba seguro de que jamás hubieran alcanzado su sueño. Tampoco pudo evitar pensar en su padre, Joaquín. Quién con aciertos y errores había sido una persona muy importante para ellos, no había sido un padre perfecto, pero agradecía enormemente el haber tenido un padre, y por último pensó en él, en su hijo Francisco, un joven luchador y muy talentoso que había llegado a este mundo a enseñarle varias lecciones de vida y, para quién, había creado su mejor versión, con el único objetivo de no repetir los mismos errores de su progenitor.

-¡Feliz día del padre, a mí!-, murmuró levantando su vaso de café frío hacia su reflejo, justo antes de beber un trago de su bebida. En definitiva, esos no habían sido sus planes para ese día, pero, a veces uno propone y la vida dispone.

Abrió el sándwich que se había comprado en una cafetería camino al Antel Arena, no había pedido el desayuno en el hotel porque había guardado la pequeña esperanza de que Lucía lo hubiera hecho como un detalle para él, pero no había sido así. Cuando finalmente se convenció de que ella lo había olvidado, fue que partió del hotel en busca de algo ligero para desayunar una vez llegara al teatro.

Revisó su celular por enésima vez esa mañana, no sabía para qué, si era claro que no tenía ninguna notificación emergente, quizás era un impulso de su corazón o de su mente que necesitaba claramente sentirse mimado en esa fecha.

Sonrió al ver la historia que había sido compartida en la cuenta del dúo por parte de la community manager, esa de ellos dos sonriendo junto con su padre cuando eran niños, hacía tanto ya de eso.

¡Habían sido felices!

-¡Joaquín!-, interrumpió una voz a sus espaldas.

-¿Sí?, pasa Tali.

-¿Te interrumpo?

-No, para nada. Estaba tomando un café helado.

-¿Con este frío?-, preguntó sorprendida.

-¿Por qué crees que está frío, entonces?-, respondió el divertido dándole a entender que por demorarse se le había enfriado su desayuno.

-Ya se me hacía raro. Pero bueno, mira, me enviaron a buscarte porque hay un problema con uno de los amplificadores, y necesitan que apoyes con el sound check.

Joaquín suspiró un momento, por lo visto, ese iba a ser el peor día del padre pues ni siquiera podría desayunar correctamente.

-Dame unos minutos y subo.

-Dale, te esperamos.

La joven salió rápidamente de ahí y ocupó la posición que le habían indicado, poco se imaginaba el mayor de los Galán la sorpresa que le esperaba en la tarima.

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