DE ESOS QUE LLAMAN SEÑORES 1.2

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El rostro de Lucía se desencajó por completo al ver el descaro de aquellas muchachitas. Si bien ella quedaría solamente como la hermana celosa y posesiva ante los ojos de los demás, lo cierto es que su fiera interior se despertaba cuando de defender lo suyo se trataba y ese hombre era suyo porque la ley del amor así lo estipulaba. Pero ¿qué podía decir o hacer ella si la naturaleza un tanto diferente de su relación la ataba de manos y pies? ¿podría realmente impedir que aquella resbalosa muchachita cumpliera con su cometido? Tendría que ponerle definitivamente un repelente anti - zorras a su hombre, porque aunque últimamente estaban atravesando días difíciles, ese hombre era suyo y no estaba dispuesta a compartirlo con nadie. Bastante tenía ya con soportar el no poder vivir a su lado.

- Pero nena... - dijo con una risa fingida - creo que eso deberían preguntárselo directamente a él. Joaquín ya está bastante crecidito como para tomar ese tipo de decisiones, además yo solo soy su hermana menor. A quién tendría que molestarle eso es a mi cuñada no a mí.

- Por eso es que recurrimos a ti, Lucía... - dijo como si mencionara algo obvio - Tú eres su hermana, y tienen una relación increíble. Siempre están juntos, se conocen a la perfección. Eres la indicada. Anda, no seas mala. ¡Ayúdanos!

Lucía sentía que estaba a nada de estallar. ¿Cómo podían ellas ser tan descaradas?

- Mira... - mirándola fijamente como si intentara recordar su nombre -

- Claudia, me llamo Claudia

- Sí, sí... mira Claudia - exhaló - En primer lugar, es de pésimo gusto que vengas tú en lugar de tu amiga como si ella no pudiera hablar por sí misma. En segundo lugar, mi hermano es un hombre casado, casado - repitió - por lo que creo que su matrimonio merece respeto no solo por él sino también por mi cuñada y mi sobrino. En tercer lugar, no es asunto mío, mi hermano sabe lo que le conviene o no, sin embargo, sí te puedo decir que él nunca aceptaría salir con niñitas inmaduras como ustedes - mirándola con desaprobación de arriba a abajo -

- ¡Pero Lucía!... - dijo la chica luego de escuchar la retahíla de argumentos que ella le dio -

- Pero nada, las cosas son como son. Ahora si me disculpas - dijo consultando su reloj - se me hace tarde para ir a que me retoquen el maquillaje.

Lucía se levantó y se marchó de allí completamente indignada, dejando a Claudia en la mesa como si estuviese congelada viendo como sus amigas se reían de ella, pues todo el mundo escuchó la respuesta de la pelinegra.

El escaso buen humor que tenía se lo habían echado a perder en milésimas de segundos sentía arder la sangre en sus venas, ¿acaso estaría condenada a tratar siempre con gente irrespetuosa? Ahora más que nunca tenía que cuidar a Joaquín, no permitiría que ninguna resbalosa se le insinuara.

Azotó la puerta de su camerino en un vano intento de dejar salir la frustración que se acumulaba entre su pecho y su espalda. Se dejó caer en el sofá que allí se encontraba. Necesitaba encontrar un espacio para hablar con Joaquín, no podía permitir que las cosas entre ellos se vayan a malograr.

<< Qué voy a hacer con todo este amor

Que no cabe en mi pecho

Que me cala los huesos

Que se ahoga en este mar de dolor

Que me quema la carne

Que me hierve la sangre

PIMPI SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora