FANTASÍA NAVIDEÑA

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Risas, conversaciones y hasta gritos conformaban la melodía que amenizaba el ambiente en Aladino Producciones.

Sonrió viendo a sus colaboradores divertirse, algún juego se traían entre manos pues hablaban del bajista mago y quién sabe qué más.

A pesar de ser reservado debido a su naturaleza canceriana, disfrutaba enormemente esos momentos «familiares», por decirlo de alguna manera, y es que la crew se había convertido justamente en eso, su familia. De hecho, podía decir sin temor a equivocarse que pasaba más tiempo con ellos que los suyos, así que no era raro que los lazos se hubieran fortalecido de tal manera.

Barrió rápidamente con su mirada todo el lugar, sus cejas se unieron cuando notó la ausencia de ella, esa rubia berrinchuda y sensual que llenaba cada hora de su día con su sonrisa, y perfumaba su rutinaria vida con su mujeril aroma.

Sus ojos se entrecerraron, y un travieso brillo se instaló en sus pardas pupilas al imaginar dónde podría estar en esos momentos.

Verificó la hora en su reloj de muñeca, habían transcurrido cerca de quince minutos desde que habían solicitado la comida, faltaba muy poquito para que llegara por lo que era mejor estar prevenido.

Un conocido aroma inundó sus fosas nasales atrapando por completo su atención, giró sutilmente su rostro y entonces la vio. Acaba de atravesar la puerta hacia la sala de juntas, ataviada por un cómodo vestido veraniego largo, lucía tan relajada, tan dueña de sí misma, y eso a él lo prendía a niveles insospechados, la Lucía empoderada era el alter ego de la fémina que él más disfrutaba.

La vio acomodarse en una silla justo a la derecha de la que él había estado usando, se removió un poquito inquieta, como si «algo» la hubiese incomodando momentáneamente, más aquello no se prolongó en demasía pues ella rápidamente se integró al festejo.


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Kary, que estaba sentada en frente de la rubia llamó su atención enzarzándose en una plática bastante amena a decir verdad bajo la atenta mirada de un par de ojos marrones.

En un determinado momento, y sin que la rubia se lo esperara sintió un cosquilleo bastante intenso en su centro que le arrancó un grito de sorpresa.

—¿Todo bien Lu?

—S..síí, sí todo bien—, dijo aclarándose la garganta, pues de pronto sintió que esta se le había cerrado. —Perdón sigan en lo suyo—, pidió pues había llamado la atención de todos en la mesa debido a su comportamiento algo errático, bueno, a decir de verdad de casi todos, porque al parecer uno de los asistentes se veía muy divertido con lo que estaba sucediendo. 

Lucía y la corista retomaron su conversación, sin embargo, cada tanto ella intentaba sobrellevar los espasmos que atacaban su cuerpo sin piedad, aunque su cuerpo traidor amenazaba con delatarla pues este cedía a todos y cada uno de los estímulos que lo atravesaban para deleite de aquel barbudo de hermosos ojos marrones que estaba más entusiasmado que un niño pequeño que recibe de manos de Santa Claus su tan ansiado juguete nuevo en navidad. Pero ni modo, ella había aceptado aquel juego y ahora le tocaba disimular y aguantar cada que él traviesamente presionaba el botón y aumentaba las revoluciones de aquel aparatito. Todavía se cuestionaba en qué había estado pensando cuando le propuso a él hacerle realidad su «fantasía navideña».

PIMPI SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora