DE TÚ A TÚ: JAQUE MATE 1.1

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Hacía un par de horas que Martín Cárcamo había abandonado los predios de la Casa de Santa Bárbara luego de haber grabado el especial de Pimpinela para la siguiente edición del programa chileno de Tú a Tú.

En esta ocasión, con motivo del aniversario número cuarenta del dúo habían querido hacerles una entrevista más casual, más familiar, más cercana, por ello habían decidido llevarla a cabo en la casa de Santa Bárbara, y obviamente habían pedido la colaboración de sus hijos, Francisco y Rocío para la misma.

Lucía se hallaba organizando la cocina luego de la cena improvisada que tuvieron, mientras escuchaba a lo lejos las risas distendidas de los hombres de su vida, sus «Joaquines», al parecer se hallaban metidos nuevamente entre acordes, partituras y guitarras. Ese era el pasatiempo de ellos dos cada que se juntaban.

Suspiró reflexionando en lo rápido que se había pasado el tiempo, su niño ya tenía treinta y dos años, era todo un hombre, y para su fortuna se había convertido en uno de muy buenos sentimientos. Se sentía realmente orgullosa de su caballerito andante, lo único que podía reclamarle a la vida era lo poco que lo veía desde que se había mudado a Rosario a causa de su trabajo.

Por otro lado, estaba su hija, la niña de sus ojos, aunque en esos momentos parecía ser más su verdugo. Y es que, a pesar del tiempo transcurrido desde que se enteró de la relación de su madre y de su tío, todavía no lograba aceptarla. De hecho, había sido casi un milagro que Damián haya logrado convencerla para que participara con todos ellos en la entrevista, y aunque intentó poner su mejor cara, su incomodidad era demasiado visible a tal punto que ni siquiera se quiso sentar al lado de su tío como normalmente hacía, por el contrario, se ubicó a la izquierda de su mamá, haciendo que inevitablemente la parejita quedara junta.

¡Vaya genio que tenía su retoño! Tan distinto al de su niño, con él todo era más sencillo. Él había heredado la nobleza y calma de su amado, no en vano ambos eran cancerianos.

Disminuyó la intensidad de las luces en esa área, tomó en sus manos la caja que ella había descrito como la bandera argentina, esa misma que contenía el «obsequio» que la producción le había hecho a Joaquín, el tan famoso calzoncillo rojo y avanzó en dirección a las escaleras riendo divertida en el momento en que su mente se vio invadida de esos recuerdos.


Flashback

—¿Ustedes son de usar cábalas? —, había preguntado Martín.

—No—, se apresuró a contestar la rubia.

—¿Nada? —, quiso corroborar. —No son de hacer ninguna cábala antes de subirse al escenario.

—No, yo me persigno, nada más—, certificó Lucía emulando el movimiento.

—Tú te encomiendas. Te encomiendas nada más—, repitió imitando los movimientos que Lucía había hecho pretéritamente.

—Sí, hago así nada más.

—¿Tú? ¿de cábalas?—, preguntó dirigiendo su mirada ahora a Joaquín.

—No, yo usaba a veces una cintita roja y era como ver un trapito ahí, y cambié, hace como diez años uso calzoncillos rojos.

En ese momento Martín se inclina hacia su derecha y bajo la atenta y asombrada mirada de ambos, muestra ante las cámaras una cajita celeste con blanco, adornada con un moño en la parte superior.

—No, no puedo creer...—, dice Lucía entre asombrada y divertida estallando en risas.

—¿No, en serio? —, se sumó Joaquín, quién tenía el rostro resplandeciente como un niño al que le brindan un gran dulce.

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