Toda mi seguridad, profesionalismo, todo rastro de mi admirable actitud neutral se había ido a la mierda cuando sus palabras resonaron en mi cabeza. Quedé desconcertado.
─ ¿Qué?
─Lo sabía, debo irme, pero gracias fuiste un buen apoyo moral ─caminó nuevamente hacia la puerta. Este chico es demasiado inseguro.
─Alto ─mandé, nuevamente. Por segunda vez, volvió a quedarse quieto, sosteniendo el pomo de la puerta─. Es la primera vez que me dicen algo así, normalmente la gente viene aquí para salir de su rutina y obtener un placer sexual que no es normal entre sus parejas o en su vida. Esa petición no me es difícil de hacer, solo que...
─No me amas, lo sé, lo tengo en mente ─interrumpió y luego suspiró bruscamente, girándose de nuevo hacia mí─. Quiero sentirme amado ─susurró.
Normalmente yo pienso dos veces cada movimiento que hago, pero parece ser que desde que ese muchacho entró a la habitación no es así. Mis pies se movían cortando camino hasta estar justo enfrente de él y buscar su mirada.
─ ¿Puedo? ─pregunté, indicando su mano. Una vez asintió, la tomé para tirar de esta rumbo a la cama ─. Ahora, voy a ir quitándote la ropa, ¿de acuerdo? ─susurré de la forma más afable posible en mi ser.
Él, con nerviosismo reflejado en sus ojos, asintió de forma tímida. Su mano temblaba y cuando me acerqué a quitar su chaqueta, pude sentir su cuerpo vibrar bajo las yemas de mis dedos. Deslicé la misma por sus brazos hasta que cayó al suelo, descubriendo su cuello, un cuello grueso y marcado, donde la camiseta dejaba ver parte de sus resaltadas clavículas, invitándome a saborearle. Llevé mis labios, entreabriéndolos para probar piel, pero me detuve, porque se retrajo hacia atrás. Tímido, lindo.
─Quiero que disfrutes esto, ¿ok?, así que solo déjate llevar y si en algún momento te sientes incómodo, no te gusta o no quieres ello, solo di "detente" ─susurré cerca de su oído.
Su asentimiento tímido me dio pie a poder seguir con mi trabajo. Continuar con la delicadeza de mis movimientos para posarlo en la cama mientras le desvestía con besos, letárgico, todo lento, sin apresurar a descubrir su lechosa y blanca piel que de un momento a otro quería probar más y más. Me era delicioso.
Normalmente, el sexo que proporciono, que me piden, que me exigen, tiende a ser rápido. Al punto, sin rodeos, siempre rudo. Así les gusta. A pesar de eso, ¿el hacer el amor tiene que ser lento?, ¿todo lo contrario a lo que estoy acostumbrado a proporcionar?, porque en este momento donde estaba lejos de entender esas tres palabras es como lo quise ver, es como decidí hacerlo. Simplemente, estoy dejando que mis instintos me guíen a darle la sensación más cercana posible a lo que me ha pedido.
Mis labios recorrieron en húmedos besos sus muslos, a la par que su pantalón decoraba mi suelo, se mantenía actualmente con esos boxers de los que dudaba el color y poco me importaba, manteniéndose con el cubrebocas que amortiguaba sus jadeos bajos, ricos. Me estaba volviendo loco con solo escucharle.
Recorrí su cuerpo nuevamente hasta estar entre sus piernas, casi completamente desnudos de no ser por lo que su rostro cubría, listo para poder tomarlo, mientras meneaba sus caderas para rozar mi inminente erección con su culo decidí confirmar una última vez. Se estaba dejando llevar y eso me agradó bastante, pero necesitaba tener su total conciencia en lo que haríamos. Justo porque parecía que yo perdía la mía.
─ ¿Estás seguro de esto? ─pregunté con la voz ronca y llena de deseo.
El muchacho tenía un cuerpo impresionante, había visto muchos cuerpos bonitos, pero nunca me había tomado la molestia de llenar de besos y observar el de alguno tanto como lo había hecho ahora. Aun así, podía decir que este era el cuerpo masculino más bonito que había visto: piel blanquecina, torso fornido y al mismo tiempo delgado, piernas fuertes y grandes muslos, tenía brazos tornedos y no tan musculosos al punto de parecer explotar, incluso pude notar lunares en algunos puntos de su cuerpo, tan sutiles, pero a la vez haciendo tan diferente su piel. Entonces me di cuenta, que yo también quería dejar huella en su piel, quería hacerle chupetones, para que recordara esto. El cómo lo amé con mi cuerpo.
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Gigoló
Romance"Prometí curarte, pero jamás pensé que terminaría enfermo de ti." Ethan vive un vida que parece monótona y confortable, sin saber que se había resignado a sentir más cosas. Hasta que conoce a Constantinne, quien tiene problemas que desea resolver co...