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─ Eso...

Comencé a escucharle cuando el timbre ensordecedor dejó de tapar mis oídos, cuando la lujuria estaba bajando poco a poco y trataba de calmar mi agitada respiración. Sabía que a él le sucedía lo mismo.

─ Eso fue... de las más calientes cosas que hemos hecho.

─ ¿Lo fue?

Escuché cómo una risita ronca salía de él y me vi sonriendo también, aun sosteniendo mi polla en mi mano.

─Sí, digo. Me sacaste de mi clase en medio de una prueba, me pusiste jodidamente duro, hiciste que me encerrara en la sala de maestros y de ahí en un armario donde guardamos los papeleos porque no me sentía seguro. Luego, me dijiste todas estas cosas que solo lograron prenderme más ─ahora podía notar el eco casi ahogado de un espacio cerrado, escuché cómo sacaba algo de alguna parte y luego como un cierre se subía ─. Acabo de tener el mejor orgasmo de todos ─gruñí ─. No sé si eso fue porque te ofendiste o porque estoy poniéndote caliente de nuevo.

─Ambas. Pero si tengo que admitirlo, también fue de los mejores ─me vi en la necesidad de buscar un pañuelo, limpiando con él a donde mi esencia había podido llegar, salpicando mis piernas, mi vientre, la cama y logré ver que el suelo también.

─Uhm, si tuvieras que enumerarlas. ¿Cuáles serían las mejores? ─preguntó, de pronto con este tono curioso y elegante. Abrió una puerta y el eco de los pasos comenzó a escucharse. Iba en dirección a su salón.

─ ¿Crees que sea buena idea hablar de eso cuando vas en dirección a tu salón? ─me tiré en la cama y busqué las sábanas para tapar mi desnudez, tomé mejor el teléfono y respiré profundo ─. Puedes volver a ponerte duro o yo.

─Sí, por eso mismo voy a recoger mis cosas ─aclaró ─. Soy curioso, quiero saberlo. Además, con lo que acabamos de hacer... en serio necesito tener sexo, justo ahora te necesito dentro de mí ─continuó, logrando que inesperadamente mi excitación apareciera por poco tiempo que haya pasado de mi reciente orgasmo─. Quiero que hagas eso que me dijiste por llamada. Oh cielos, creo que el llamarme de esa forma, ese apodo, fue la cosa más jodidamente ardiente. Si lo hicieras de nuevo, sería completamente excitante.

Y claro que lo sería.

Descubrí esto de las palabras sucias por aquella cliente que me hablaba en inglés, aquella que me tenía apodos como "puto amo" o "papi rico". Ella me pidió que la llamara con palabras como "puta", "zorra", "chupa pollas", entre muchas otras tantas mientras teníamos sexo. Yo estuve complacido, aprendí otra jodida cosa que era más que ardiente. La diferencia aquí es, que ella cuando no estábamos teniendo sexo, era completamente educada y con dificultad decía una palabra como "tonto". Ahí fue cuando aprendí a respetar y diferenciar, lo que se quiere en la cama y lo que se quiere fuera de ella.

Es jodidamente genial hablar sucio.

─Si lo deseas, ahora pondremos este tipo de cosas.

─Oh, claro que sí. Lo deseo. ¿Nos vemos en un rato?

─Claro. Tengo que ir a mi departamento para arreglarme y voy a tu casa.

─No creo que pueda esperar tanto. ¿Podría ir yo a tu casa?

Escuché como se abría la puerta y el bullicio de alumnos se detenía de repente. Constantinne se escuchaba moviéndose. Entendí de su voz el aviso a los alumnos.

"Tienen el resto de mis clases libres, tengo una emergencia que atender, por favor, terminen sus ejercicios que los revisaré el día de mañana."

Ir a mi departamento. Al que costosamente ha ido Anny y Núria. Ir a mi departamento, mi santuario, el lugar que es mío, donde descanso y siento todo esto que me hace ser yo y sentirme bien. Hablaba de entrar a mi espacio.

GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora