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Aprendemos a ver cuando una persona es fuerte de las peores maneras, eso pienso yo. No solo eso, también vemos el grado de su fuerza y sabemos, que llorar no lo hace más débil, sino más fuertes. Aunque, también depende.

Todos sufrimos muchos tipos de situaciones, todos los sufrimos diferente, todos sentimos diferente. A pesar de que hay situaciones similares, como la pérdida de un pariente, el divorcio de los padres u otro tipo de circunstancias, siempre se sufre diferente.

Cada persona es un universo, no un mundo, un universo. Es a veces demasiado difícil comprender a alguien, no se puede leer absolutamente todo de una persona.

¿Estoy tirando puros disparates? Posiblemente, si no fuera testigo de todo lo que sucedió después de salir del salón.

Fui espectador de una obra triste, en donde el protagonista era Constantinne Brooks, quien acaba de salir triunfante de una escena donde lo hacían ver como el malo o raro de la historia. Había dicho antes que odio ver llorar a las personas, entendí, que odio ver llorar a Constantinne; es de las peores cosas que puede haber en el mundo, en el universo, en la existencia.

No fue una obra agradable de ver.

Cuando salimos del salón, Constantinne desvaneció poco a poco su sonrisa, hasta que sus labios estuvieron aplastados en finas líneas intentando permanecer arriba mientras temblaban. Tomaba mi mano con fuerza y sus dedos se aferraban a los míos con miedo.

Tomamos un taxi y se mantuvo con la vista sobre sus pies mientras aún sostenía mi mano. No se acercaba, no acortaba la distancia, como si de pronto acercarse nuevamente a mí fuera demasiado. Como si no entendiera que todo lo que hago no tiene por qué ser pagado. Como si estuviera pidiendo demasiado, y yo sabía que quería mi contacto, porque si no fuera así, su mano no estaría entrelazada con la mía de esa manera tan necesitada.

Sus brillantes ojos solo cambiaron para ser más brillantes y de una forma dolorosa, podía verse como trataba de aguantar las lágrimas, como parpadeaba rápidamente para eliminar cualquier pequeño rastro de las gotas saladas en sus ojos.

Y cuando llegamos al hotel, yo esperaba adentrarnos a la cama y tratar de hacerlo sentir bien, descansar para irnos al día siguiente. Pero no fue así, nada más entrar a la habitación, él corrió a donde teníamos las maletas y empacó todo lo suyo e incluso lo mío que estaba afuera. Afortunadamente, para él, para mí, para el mundo, un tren estaba disponible para cuando llegamos a la estación y mientras accidentalmente había chocado con un hombre delgado que iba en mi dirección contraria, Constantinne ingresó al vagón y me esperaba con los ojos perdidos en sus pies.

El viaje fue aún más silencioso que de camino al hotel, con excepción de los ruidos del tren y las personas hablando. Pero, santo cielo, es como si solo fuéramos él, yo y la tristeza, el sentimiento fuerte de traición. Estaba compartiendo todo eso con él. De pronto me había transformado en un gato y jalaba todo lo que él estaba sintiendo, comencé a sentirme ansioso y triste por todo lo que cargaba. Quería quitar el peso de sus hombros y no sabía cómo hacer si él seguía atrapado en la quinta luna, acercarme estaba siendo tan difícil, muy difícil, a pesar de que había estado tantas veces dentro de él.

No es lo mismo, claro que no es lo mismo. Estaba dentro de su cuerpo, pero no dentro de su alma, y con simples gestos, con este abrumador silencio, tenía un poco, tan solo un pequeño cacho del sufrimiento que envolvía su esencia.

Ni un blanco y negro haría más triste esta escena.

Llegamos a la ciudad después de unas cuantas horas, no teniendo tiempo para estar cansado llevé las maletas porque el peso que traía Constantinne era más que las valijas en mis manos. Tomamos un taxi, se adentró como un zombie y di la dirección de su apartamento.

GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora