Salí del baño ya vestido, llevé mi mano sin anillos a mis cabellos para peinarlos mientras caminaba por mi habitación, la cual ya no estaba hecha un desastre, estaba todo limpio, sin botellas de alcohol o retratos de Constantinne, a excepción de aquel grande en mi pared, que no podría quitarse fácilmente.
Fuera de la habitación, caminé por el corredor, encontrando mi comedor, cocina y sala de estar impecables, Constantinne estaba en mi cocina y olía delicioso. Iba a caminar hasta él, pero fue más rápido, tomó un plato con algo que había servido de una olla y lo llevó hasta la mesa, al dejarlo ahí me miró y señaló con su cabeza el plato.
Cambié mi rumbo hasta ahí, me senté y él hizo lo mismo, sentándose frente a mí, posó sus codos sobre la mesa y cruzó sus brazos, estirando sus elegantes dedos largos sobre la tela que le cubría, un bonito anillo brillaba en uno de ellos y me faltó el aire.
─Lamento que tuvieras que verme de esa manera ─miré el plato que estaba frente a mí, tomé el cubierto y lo hundí en la sopa de verduras. Llevé la cuchara a mi boca y sentí el delicioso sabor de la zanahoria y el limón, jugando con algo más que no sabría decir, tal vez era el arroz o el pollo. Era exquisito. Suspiré en aprobación.
─Fue un poco shock. Hace dos meses que no nos vemos, que Anny me llamara diciendo que estabas en el baño con pastillas por ahí y eso de que te habías vuelto en un hombre bebedor, fumador y dormilón. Fue... no sé. Me preocupé.
Frunció de nuevo el ceño, sus cejas juntas, su mirada pesada.
─Está limpio el apartamento ─dije, sintiéndome incómodo. Otra cucharada a mi boca ─. También lamento eso.
─Estaba ansioso en lo que venía un doctor, así que me puse a limpiar.
No pregunté, no preguntó por sus retratos. Continué tratando de comer, sabiendo que su mirada estaba posada en mí, yo no tenía las agallas suficientes para mirarlo directamente. Ya no.
─Gracias.
─Es lo menos que puedo hacer. Después de todo lo que hiciste por mí.
Levanté la mirada, posé mis manos sobre la mesa, mis puños. El tono en el que había hablado me avisó que estaba haciendo esto como un tipo de "estamos a mano" y eso me hizo enojar mucho, siendo que no estaba aquí solo porque le preocupara mi estado, solo por querer estar aquí y cuidar de mí, lo peor es que yo sabía esa pelea interna que estaba teniendo, porque yo la tuve sin saberlo y era agotador.
Odiaba esta situación, pues nunca me imaginé que aquel chico de cubrebocas y capucha, que llegó a Lovers y me intrigó tanto, cambiaría tan abruptamente mi forma de pensar, ser y ver, sobre todo la vida. Había dado un giro de 180° a mi mundo, a todo lo que componía mi persona, me había jodido.
No podía permitir que viniera a cuidarme, me bañara, me rasurara, me preparara sopa de verduras y se sentará aquí frente a mí, haciendo parecer como si esto fuera una cosa de nada y que lo haría con cualquier tipo de persona. Y sí, posiblemente sí lo haría con cualquiera más que fuera cercano a él, alguien que lo necesitara. Pero sin duda alguna, no podía venir a fingir que no estaba enamorado de mí, no podía venir a fingir que no me amaba.
Sobre todo, porque yo lo amo.
¿Egoísta?
─ ¿Por qué te enamoraste de mí? ─pregunté de repente.
Y aunque le tomó por sorpresa, aun así, le hizo enojar, pues junto más sus cejas, enterró las yemas de sus dedos y sus cortas uñas en el proceso, dándome esa mirada cargada de no sé qué, tal vez odio por ser tan cínico.
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Gigoló
Romance"Prometí curarte, pero jamás pensé que terminaría enfermo de ti." Ethan vive un vida que parece monótona y confortable, sin saber que se había resignado a sentir más cosas. Hasta que conoce a Constantinne, quien tiene problemas que desea resolver co...