Mis manos estaban presas en el volante, la adrenalina corría por mis venas, el miedo, la sensación de salir del peligro antes de que fuera demasiado tarde. Podía escuchar los gritos desesperados de aquel hombre y sus reclutas. Tenía el corazón latiendo en mi garganta y la ansiedad apoderándose de mi cuerpo.
Todo estaba listo en el auto, aceleré sin querer esperar más para huir de aquel dilema, de todo el problema, de toda la mierda que había ahí.
Grité eufórico cuando habíamos salido de la vista del hombre que había estado observando el auto desde su sitio. Ahora solo quedaba salir lo suficientemente fuera para no encontrarlo nunca en mi vida.
A mi lado, mi copiloto sacó la mitad de su cuerpo por la ventana gritando algo como "Hasta la vista, pendejos inútiles". La borrachera no solo se apoderaba de mí, sino también de su esbelto cuerpo. Comenzó a reírse para entrar de nuevo al auto y jugar con sus cabellos, peinándolo a pesar de ser la representación exacta de la belleza misma. Sonreí y también comencé a gritar cuando ella comenzó a hacerlo.
Sin embargo, mi vista comenzó a nublarse, sus manos fueron a parar cerca de mí y a tomar mi muslo. Mareos apoderándose de mi cabeza y ella gritando.
Nos volcamos contra el puente y el auto salió disparado al agua.
─ ¡Ethan!
Regresé en mí cuando noté los gritos de una de las chicas detrás. Mis manos tensas en el volante, trataba de no presionar demasiado duro el acelerador.
─ ¡Que pongas la radio!
Miré de reojo a Constantinne que estaba obviamente preocupado observándome, traté de dejar mi ansiedad fuera, inhalé y exhalé varias veces tratando de controlarme y repetirme que estoy en el presente. Constantinne está a mi lado, las mujeres atrás, yo soy conductor designado.
Estiré mi mano encendiendo la radio y al instante mis pasajeras comenzaron a cantar demasiado extasiadas, tal vez la canción o el alcohol corriendo en su cuerpo.
Constantinne se acercó a mí con cautela, posó su mano en mi muslo y eso me hizo entrar en pánico drásticamente, no pude escuchar lo que me dijo por los repentinos flashes viniendo a mí. Entonces lo repitió y me forcé a oírle.
─ ¿Estás bien? ─habló, de pronto menos arrastrado como tiempo atrás.
─Sí ─alcancé a decir.
Pero no podía, no quería admitir que estaba entrando en desesperación por tener las manos sobre el volante, menos cuando una enorme carretera junto a la playa se hacía presente enfrente de nosotros. Detuve el auto a un lado e intenté sonreír.
─ ¿Quieren ir a la playa? ─ rezaba porque no negaran e insistieran en ir a otro lujoso club.
Para mi sorpresa y alivio, salieron del auto con rapidez y comenzaron a correr al agua. Incluso se desnudaron para adentrarse, gritaron cuando sintieron el agua fría, pero no les detuvo para empezar a jugar a salpicarse. Estas mujeres ebrias.
Las mujeres estaban cantando, bailando, hundiéndose en el agua. La fogata estaba caliente y nos aportaba el calor necesario a los que estábamos cerca de ella. Intenté fundirme en su ambiente y comencé a cantar las canciones que el auto nos permitía escuchar, Constantinne a mi lado tomando mi mano y cantando de igual manera.
─Ethan ─me llamó de un momento a otro.
─ ¿Hmm? ─dejé de mirar a la fogata para mirarle.
Sus bellos ojos negros brillando por la fogata, llenos de preocupación, observándome con ilusión. Sus cejas juntas, sus mejillas abultadas y sus labios en una línea, me acerqué un poco más cuando me dio la seña y le miré con preocupación.
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Gigoló
Romance"Prometí curarte, pero jamás pensé que terminaría enfermo de ti." Ethan vive un vida que parece monótona y confortable, sin saber que se había resignado a sentir más cosas. Hasta que conoce a Constantinne, quien tiene problemas que desea resolver co...